Por: María Camila Botero Castro, especial para El País*
Es una maestra del camuflaje. Se mueve con sigilo por gran parte de América Central y del norte de Suramérica donde, por sus colores, se pierde entre la corteza de árboles y hojarascas. Sobre su piel se entrelazan figuras de muchas ‘x’, iguales a la marca que deja al morder a su víctima. Por eso, es conocida como ‘talla x’; también como ‘mapaná’ o por su nombre más siniestro: ‘la pudridora’.
Esta serpiente, que puede medir hasta dos metros y pesar más de cuatro kilos, tiene un veneno altamente tóxico que causa dolor, ardor, hinchazón y hemorragias hasta pudrir el tejido afectado. Incluso, si no se trata adecuadamente, ocasiona la muerte.
Debido a que se encuentra en gran parte del país, principalmente en selvas tropicales, zonas montañosas y áreas de sabana, es la responsable de entre el 50 % y el 80 % de las mordeduras de serpiente en Colombia.
Los trabajadores rurales son los principales afectados. El problema es que, según Karen Sarmiento, profesora de la Facultad de Medicina de la Universidad Javeriana de Bogotá, muchas veces los antivenenos no están donde se necesitan. Esto obliga a movilizar a los pacientes largas distancias, en ocasiones en helicóptero o chalupa, hasta el primer centro médico que cuente con el antídoto. Es una carrera contra el tiempo.
Con el fin de brindar mejores soluciones, desde 2010, Sarmiento enfoca su investigación en caracterizar los venenos de las serpientes del género Bothrops para ofrecer un antiveneno más seguro y eficaz que los que hoy se producen en Colombia y que responda a las principales necesidades del país, donde se reportan aproximadamente 5000 casos anuales de mordeduras, de los cuales, entre el 60 y 80% son por serpientes venenosas.
Una de las características de este desarrollo es que no requerirá refrigeración, por lo que podría llegar a lugares lejanos donde no hay energía eléctrica para almacenarlo, lo que evitaría traslados innecesarios y ahorraría tiempo vital.
Aliados
Del trabajo investigativo de Sarmiento y su equipo han surgido cinco proyectos, con la colaboración de tesistas de especialización, maestría y doctorado. Asimismo, se han efectuado alianzas con el Instituto de Biotecnología de la Universidad Autónoma de Morelos (México) y el Instituto de Biotecnología de la Universidad Nacional de Colombia.
Fabio Aristizábal y Ana Lucía Castiblanco, profesores investigadores del Departamento de Farmacia de la Universidad Nacional, son aliados en esta investigación.
Aristizábal cree que la tecnología que aplican “puede ser bastante innovadora y podría resolver no solo las necesidades locales, sino las de otros países”, ya que el concepto puede ser trasladado a cualquier tipo de veneno, tanto vegetal como animal. “Lo primero es demostrar que la base tecnológica funciona y después se pueden encontrar elementos comunes para ofrecer soluciones cruzadas”, agrega.
El antiveneno aún está en fase de investigación, pero tan pronto esté finalizado, el objetivo es hacer alianzas con entidades para transferir la tecnología y usarlo a nivel nacional. En un país donde las mordidas de serpientes como la talla x siguen siendo una gran amenaza, estas investigaciones se constituyen en un rayo de esperanza para mejorar la atención a las víctimas y salvar más vidas.
Solución innovadora
En la investigación actual se separan las serpientes en dos familias:
- Vipéridos (Viperidae), que es en la que se centra el trabajo de Sarmiento. Es la “reina del drama”, dice en referencia a los alarmantes síntomas que causa. A ella pertenece la talla X, con la cual se iniciaron las investigaciones en la Javeriana con el docente Hugo Díez, de la Facultad de Ciencias.
- Elápidos (Elapidae), que se caracteriza por actuar silenciosamente, ocasionando un proceso neurotóxico que puede llevar a un paro respiratorio rápidamente. Las corales y las cobras pertenecen a esta familia.
La médica y zootecnista Karen Sarmiento asegura que “en Colombia, la producción de antídotos es limitada y está asociada a los procesos de manufactura del Instituto Nacional de Salud, y, aunque son efectivos, se basan en tecnologías clásicas, que llevan más de 50 años sin ninguna modificación y presentan ciertas limitaciones”.
Una de ellas es que son líquidos y necesitan refrigeración para su conservación, pero muchas regiones no tienen electricidad o es inestable, lo que les impide recibir el medicamento.
Debido a la producción limitada, hay escasez permanente del producto. Por ello, el Ministerio de Salud declaró un estado de emergencia sanitaria en 2010 y lo clasificó como “medicamento vital no disponible”.
Otra limitación es el enfoque tradicional en la producción, ya que los que se fabrican actualmente son proteínas llamadas inmunoglobulinas, elaboradas usando animales, como por ejemplo, caballos, a los que se les aplica veneno en pequeñas dosis para que desarrollen anticuerpos, que son las inmunoglobulinas.
Se le devuelven al caballo los glóbulos rojos y el plasma con esas proteínas se purifica. Por eso se llaman sueros antiofídicos.
Pero cuando el paciente recibe esas proteínas hace una respuesta inflamatoria, por lo que son de origen animal.
Los que están desarrollando son diferentes, pues están fabricando una quimera (que es como hacer un veneno madre que contiene todas las fracciones importantes de la mayoría de los venenos de la familia Viperidae) para dejar de usar serpientes. “Los anticuerpos que desarrollamos no son sueros, se llaman anticuerpos monoclonales, y eso disminuye los efectos adversos que se producen con los sueros”, aclara la profesora Karen.
De ahí que, según el investigador Fabio Aristizábal, lo más novedoso del antiveneno que han conseguido es el modelamiento molecular, con lo que se elimina la dependencia de los caballos. No se necesita de un hospedero para hacer el anticuerpo, pues se puede hacer como cualquier otro medicamento: con moléculas especializadas.
De esta forma, agrega el profesional, “podemos obtener antivenenos mucho más integrales desde el punto de vista de la neutralización”. Esto permite que un solo anticuerpo sea eficaz contra múltiples especies de serpientes venenosas. La capacidad neutralizante- o eficacia- de este antídoto es del 98 %.
*Periodista en Pesquisa Javeriana