El hígado es el órgano más grande y uno de los más importantes del cuerpo humano. Se encuentra en la parte superior derecha del abdomen, debajo de las costillas y tiene una variedad de funciones vitales para el mantenimiento de la salud y el bienestar general del organismo.

La función principal del hígado es la metabolización y desintoxicación de sustancias que ingresan al cuerpo, así como la producción de diversos elementos esenciales para su funcionamiento normal.

El órgano es responsable de procesar y eliminar toxinas y productos de desecho del cuerpo. Transforma sustancias potencialmente peligrosas, como medicamentos y productos químicos, en formas menos tóxicas que luego se pueden eliminar a través de la orina o las heces. Además, produce bilis, un líquido que ayuda en la digestión de las grasas en el intestino delgado y se almacena en la vesícula biliar.

La constante ingesta de todo tipo de alimentos, produce que el hígado pueda llenarse de sustancias que pueden limitar su funcionamiento, situación por la cual se hace necesaria su “limpieza”.

El concepto de “limpiar” a menudo se refiere a la idea de desintoxicar el organismo y mejorar su función mediante cambios en la dieta y el estilo de vida. Sin embargo, es importante tener en cuenta que la alta eficiencia del hígado hace que no se requieran procesos extremos o radicales de este tipo.

Las sustancias y situaciones que pueden perjudicar la salud del hígado incluyen:

  • Alcohol: el consumo excesivo y prolongado de alcohol puede causar daño hepático, incluyendo la inflamación del hígado (hepatitis) y la acumulación de grasa en el hígado (hígado graso alcohólico).
  • Medicamentos: algunos medicamentos, especialmente aquellos que se metabolizan en el hígado, pueden causar daño hepático si se toman en exceso o de manera inapropiada.
  • Hepatitis viral: las infecciones virales como la hepatitis B y C, pueden causar inflamación crónica en el hígado y daño a largo plazo.
Una de las principales complicaciones del hígado es la cirrosis. | Foto: yodiyim/Getty Images
  • Exposición a toxinas: la exposición a sustancias químicas tóxicas y contaminantes ambientales puede afectar la función hepática.
  • Obesidad y diabetes: el exceso de grasa corporal y la resistencia a la insulina pueden aumentar el riesgo de enfermedades hepáticas, incluyendo el hígado graso no alcohólico.

A menudo para llevar a cabo estos procesos de limpieza del organismo los batidos verdes son muy efectivos ya que conservan los nutrientes de los productos que se añaden y representan una forma sencilla y práctica de aumentar el consumo de vegetales.

Por otra parte, los batidos verdes a menudo contienen una cantidad significativa de agua, lo que contribuye a mantener una hidratación adecuada y a favorecer la eliminación de toxinas a través de la orina.

Batidos saludables que aportan grandes beneficios al cuerpo. | Foto: Getty Images

Entre los ingredientes más comunes para estas bebidas, que se preparan procesándolas de manera directa en un extractor o licuadora, se encuentran:

  • La remolacha.
  • La zanahoria.
  • El aguacate.
  • La col rizada.
  • La espirulina.
  • Diferentes frutas, frescas o congeladas, que aportan textura y un sabor agradable a la preparación.

Si estás considerando incorporar batidos verdes a la dieta, una de las recomendaciones principales es la variedad de ingredientes. La mezcla garantiza la obtención de una gama más amplia de nutrientes.

También es importante mantener un equilibrio entre verduras, frutas y otros ingredientes para evitar un exceso de azúcares naturales. Se deben usar ingredientes frescos y de buena calidad, aunque esta no debe ser la única estrategia para garantizar el bienestar del organismo.

Hábitos de vida saludable, el adecuado descanso y la práctica frecuente de actividad física son pautas clave para lograr este objetivo.

Los batidos verdes tienen grandes beneficios para el organismo. | Foto: Getty Images

Cuando el hígado no funciona correctamente debido a una enfermedad o complicación, puede tener efectos negativos en todo el cuerpo. Infecciones virales crónicas como la hepatitis pueden provocar su inflamación prolongada. Si no se trata, esta puede aumentar el riesgo de cirrosis y cáncer de hígado.

Asimismo, si no se controlan los factores de riesgo, como la obesidad y la diabetes, el hígado graso no alcohólico puede progresar a inflamación y fibrosis hepática.