Las almohadas, a menudo pasadas por alto en las rutinas de limpieza y mantenimiento del hogar, juegan un papel fundamental en la calidad del sueño y, por ende, en la salud general de las personas. A medida que se acumulan con el tiempo, pueden convertirse en un foco de bacterias, ácaros y otros alérgenos que afectan negativamente la calidad del descanso y, en consecuencia, el bienestar.
Las almohadas, a diferencia de otros artículos de la cama, no se lavan regularmente y, como resultado, acumulan una serie de elementos no deseados. Entre ellos se encuentran los ácaros del polvo, que son minúsculos insectos que se alimentan de las células muertas de la piel y pueden desencadenar alergias. Además, las almohadas pueden acumular bacterias y hongos debido a la humedad y al sudor que se transfiere durante la noche. Esta acumulación no solo puede provocar problemas de salud como asma y rinitis alérgica, sino que también puede afectar la calidad del sueño y provocar dolores en el cuello y los hombros si la almohada ya no ofrece el soporte adecuado.
¿Cada cuánto se deben cambiar las almohadas?
De acuerdo con el doctor Santiago Rojas, experto en descanso de Americana de Colchones, se recomienda cambiar las almohadas aproximadamente cada 1 a 2 años. Sin embargo, la frecuencia puede variar según el tipo de almohada y el uso que se le dé. Las almohadas de espuma viscoelástica y las de plumas tienden a durar más tiempo, mientras que las de fibras sintéticas pueden necesitar un reemplazo más frecuente. Los signos que indican que una almohada necesita ser cambiada incluyen la pérdida de forma, la presencia de manchas visibles, y la dificultad para proporcionar el soporte adecuado.
“Es fundamental elegir almohadas con la tecnología específica para cada tipo de sueño, que absorban la humedad, regulen la temperatura y tengan orificios grandes en su centro para brindar soporte y confort. Además, es beneficioso que las almohadas incluyan esencias o infusiones para una mayor relajación y sean hipoalergénicas para quienes sufren de alergias”, asegura el experto.
Beneficios de reemplazar las almohadas
El reemplazo regular de las almohadas ofrece varios beneficios significativos. Primero, asegura un mejor soporte para la cabeza y el cuello, lo que puede reducir el riesgo de dolores y molestias. Segundo, minimiza la exposición a alérgenos y bacterias que pueden afectar la salud respiratoria y la calidad del sueño. Además, una almohada nueva puede mejorar la comodidad general durante el descanso, contribuyendo a un sueño más reparador.