Durante el año 2020, cuando iniciaban los confinamientos por la pandemia de Covid-19, Sanitas EPS declaró paciente de alto riesgo a Tatiana Cuellar Latorre, una palmireña que en ese entonces estaba a punto de cumplir 37 años y cuya obesidad mórbida la hacía entrar en el grupo de personas predispuestas a padecer presión arterial alta, diabetes y posibles enfermedades cardíacas.
Por espacio de ocho meses esta comunicadora social y psicóloga estuvo aislada en su apartamento, ubicado en el centro de Bogotá, en donde no había acceso a ninguna persona, pues la familia de esta paciente se encontraba en el departamento del Valle del Cauca. Si bien, en los primeros meses de la emergencia sanitaria su salud no registraba cambios preocupantes, en el mes de julio de 2020 dos celulitis (abscesos), en su abdomen y otra en una de sus manos, prendieron las alarmas, debido a que en una consulta médica, la profesional de la salud le explicó que las personas con obesidad padecían de este tipo de situaciones, debido a que la sudoración en los pliegues de la piel podrían generar fisuras por las que ingresa la bacteria, la cual también siente cierto tipo de ‘atracción’ por el azúcar acumulada en el cuerpo.
Después de esas explicaciones, fue remitida a una serie de especialistas, quienes la enviaron a practicarse diversos exámenes, entre los que sobresalen: corazón, apnea de sueño, perfil lipídico, entre otros, los cuales la ubicaron de manera inmediata en el plan de peso sano.
Al iniciar el tratamiento en marzo de 2021, la asesora de comunicaciones confirmó que su peso era de 130 kilos, una situación preocupante debido a los cambios hormonales que atravesaba y que podrían originar enfermedades de adulto mayor, las cuales disminuirían su expectativa de vida. Si bien, había tenido una pérdida de 12 kilos durante los años 2016 y 2020 (llegó a un peso límite de 142 kilos), no eran suficientes para tener una mejor calidad de salud, la cual permitiera la disminución en los riesgos cardiovasculares, eso, sin contar los articulares, producto del desgaste de sus rodillas, codos, muñecas, hombros y caderas, debido a que el su cuerpo ‘cargaba’ los pesos correspondientes a dos adultos de 60 kilos y el de un niño pequeño.
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Un cambio del cielo a la tierra
Fue entonces cuando inició con una serie de medicamentos para controlar el posible incremento de azúcar y especialmente la ansiedad que le producían los momentos de tensión, los que hacían aumentar los niveles de cortisol (estrés) en su organismo y que aportaban en la ingesta desmedida de alimentos, especialmente altos en sodio, azúcares y grasas saturadas.
Todo lo anterior, la hacía padecer de metabolismo lento, un caldo de cultivo para acumular grasa desmedida en su cuerpo. En esta primera fase del tratamiento un médico internista, una psiquiatra, una deportóloga, una endocrinóloga, una psicóloga, un fisioterapeuta, una nutricionista y una enfermera jefe hicieron parte del inicio del proceso, quienes combinaron sus conocimientos de salud con un elemento fundamental conocido como ‘empatía’. La misión inicial de este tipo de iniciativas preventivas en salud es devolverle la confianza al paciente desde un enfoque de apoyo psicosocial, el que, combinado con prácticas y hábitos de alimentación balanceada, generen resultados a mantenerse por el durante el resto de vida.
Fueron un poco más de ocho charlas entre socializaciones y el conocimiento sobre el mundo alimenticio con los que se generaron los primeros cambios de hábitos y que terminaron con el consumo excesivo de azúcares, grasas saturadas y alimentos ultraprocesados. Asimismo, el papel desarrollado por la médica deportóloga, la psiquiatra y la psicóloga conllevaron a la implementación de rutinas ejercicios que en nueve meses permitieron la pérdida de 32 kilos, aliviando en gran medida la vida de esta profesional que, en cinco intentos previos por bajar de peso, su logro máximo había sido la pérdida de 15 kilos.
Entre pruebas y oportunidades
Para inicios de 2022 el mayor reto de los médicos y de la paciente era el retiro paulatino de dos medicamentos, los cuales habrían sido eje principal y fundamental de la disminución de peso. No obstante, la preocupación radicaba en que se tuviera un efecto rebote que permitiera la nueva ganancia de peso. Para ese momento, dos nutricionistas, una psicóloga, una psiquiatra y un neumólogo hicieron parte clave del tratamiento, pues las dos primeras se encargaron de crear planes alimenticios basados en pequeñas porciones de alimentos más veces al día, con el fin de evitar el consumo de productos que ya estaban fuera del consumo diario.
Al mismo tiempo, desde el apoyo psicosocial extremaba los controles para disminuir los niveles de ansiedad, al tiempo que el neumólogo chequeaba el buen uso del tratamiento contra la apnea de sueño, un padecimiento en el que por milésimas de segundo el paciente se queda sin aire mientras duerme, lo cual no permite un óptimo descanso del cuerpo, debido a que el cerebro y corazón hacen un doble trabajo para evitar eventos de mayor riesgo.
Dentro del plan de los médicos estuvo establecer rigurosos horarios de alimentación, además del uso de vajillas para bebé, debido a que estas vienen distribuidas para tener las porciones adecuadas de alimentos, los cuales debían ser masticados en promedio 30 veces, haciendo intervalos de cinco minutos entre bocado y bocado. No obstante, durante la adaptación de esta nueva rutina se presentaron episodios de tensión que hacían que la paciente tuviera atracones de comida. Finalmente, pudo ser controlada por parte de los médicos. Al finalizar el 2022, la paciente tenía un peso de 86 kilos, los cuales no los tenía desde el año 2003 cuando cursaba tercer semestre de Comunicación Social. Hoy ha logrado bajar en dos años ¡46,1 kilos! Un logro digno de festejar. Esta situación la llevó a profundizar en un proyecto que, en un principio, era parte de una terapia motivacional.
El nacimiento de un hijo de corazón: 'El diario de Violeta'
Desde los 12 años Tatiana había visto su cuerpo con sobrepeso, pues para ese entonces, en lugar de pesar 55 kilos pesaba 75 kilos, una situación que con el paso del tiempo fue aumentando hasta llegar en el año 2015 a un peso límite de 142 kilos. En ese momento tenía 32 años.
En la nueva etapa la paciente empezó a consignar en pequeños textos sus vivencias durante el proceso de peso sano, las cuales la llevaron a comprender ciertos aspectos de su vida que afloraban en diversas situaciones, las que le producían fuertes batallas con sus pensamientos.
Esas luchas internas eran determinantes para ingerir alimentos en exceso y ahora con su nueva decisión, reemplazó la ingesta desmedida de comida por la escritura y el diseño de fotos en las que se podían observar las profundas diferencias entre un antes y un después.
Al principio solo eran historias contadas para su intimidad, pero durante el año 2021 decidió compartirlo con un amigo, quien la motivó a contar lo que sentía y exteriorizarlo con otras personas. En ese entonces, creo una lista de difusión a través de WhatsApp en la que solo compartía fotos entregando un antes y del después.
Sin embargo, el nombre nacería en una noche en la que revisaba redes sociales y en la que su imaginación la llevó a crear un cuento llamado ‘A cinco minutos del amor’, en donde la protagonista de nombre Violeta llegaba a un bar después de una fuerte ruptura amorosa. ‘Violeta’ resultaba sonoro, dulce, tierno, amable y evocaba a la flor protagonista de canciones en los que se habla de reconciliación y paz, sentimientos que en su nueva etapa experimentaba esta mujer, quien a diario compartía sus vivencias a través de la red social, la cual durante un año pasó de una lista de 20 personas en WhatsApp a 256 destinatarios.
Además, abrió su canal de Youtube, página de Facebook e Instagram, y un perfil en Linkendln.