Síntomas como picazón y hormigueo en las piernas, sobre todo en pantorrillas y talones, hinchazón, venas varicosas visibles, piel irritada o enrojecida en las piernas, sumado a dolores y calambres regulares, describen con bastante precisión una enfermedad conocida como insuficiencia venosa o enfermedad venosa crónica (EVC).
De acuerdo con los Institutos Nacionales de Salud norteamericanos (NIH), esta enfermedad se presenta cuando se dañan las válvulas de las venas profundas de la pierna, es decir, las que se encargan de devolver hacia el corazón la sangre que baja por estos miembros. Al no poder propulsar la sangre hacia arriba, esta permanece más tiempo del normal en los pies y piernas, debilitando las paredes de las venas y filtrándose hacia las capas más superficiales.
“La insuficiencia venosa crónica es una afección prolongada. Se debe muy comúnmente al mal funcionamiento (incompetencia) de las válvulas en las venas. También puede ocurrir como resultado de un antiguo coágulo de sangre en las piernas”, explican en la plataforma del NIH.
Puesto que se trata de una enfermedad crónica, las personas pueden acceder a diferentes tratamientos, bien sea con medicamentos o incluso con intervenciones quirúrgicas dependiendo de la gravedad, pero como principio tendrán que modificar su estilo de vida para aprender a sobrellevar los síntomas sin mayores traumatismos y con acompañamiento médico especializado.
Según la plataforma Cuídate Plus, a la EVC no suele prestársele mucha atención, pero, de no tratarse a tiempo, sus afectaciones a la calidad de vida son comparables a las de pacientes con diabetes o enfermedades cardiovasculares. De hecho, según esta información, la insuficiencia venosa es tan prevalente como los problemas dentales o de visión, y señala que las mujeres son más afectadas, una cuarta parte de la población, mientras que los hombres solo uno por cada seis individuos.
Al respecto, Fidel Fernández, médico especialista en Angiología y Cirugía Vascular consultado por Cuídate Plus, explica que “es una enfermedad crónica, por lo tanto, es para siempre y es evolutiva. Además, produce una percepción de calidad de vida muy baja, puntuada por los propios pacientes, en niveles similares a la diabetes o las insuficiencias cardiacas por el sufrimiento que causa”.
Por otro lado, los factores de riesgo que pueden influir en que se dañen las válvulas venosas son, como explica el NIH: la edad avanzada o tener antecedentes familiares de esta enfermedad, dado que en algunos casos hay una predisposición genética. En el caso de las mujeres influyen las alteraciones en los niveles de la hormona progesterona, así como el embarazo.
En cuanto a hábitos y estilo de vida, son considerados factores de riesgo la obesidad y permanecer de pie o sentados demasiado tiempo. También puede ocurrirle a personas muy altas o a aquellas que hayan sufrido una trombosis venosa en las piernas.