Las fresas son una fruta deliciosa y nutritiva que puede formar parte de una dieta equilibrada. Están llenas de vitaminas, minerales y antioxidantes, y también son bajas en calorías. Estos son algunos de los beneficios que se pueden obtener de comer fresas todos los días, de acuerdo con Mejor con Salud:
- Antioxidantes: Las fresas contienen antioxidantes, como la vitamina C y los flavonoides, que ayudan a proteger las células del daño causado por los radicales libres. Esto puede contribuir a la prevención de enfermedades crónicas, como enfermedades cardíacas y ciertos tipos de cáncer.
- Salud cardiovascular: Las fresas son ricas en compuestos como los flavonoides, el ácido fólico y la fibra, que pueden ser beneficiosos para la salud del corazón. Estos componentes pueden ayudar a reducir la presión arterial, mejorar la circulación sanguínea y reducir el riesgo de enfermedades cardíacas.
- Control de peso: Las fresas son bajas en calorías y altas en fibra, lo que las convierte en una opción saludable para aquellos que buscan controlar su peso. La fibra presente en las fresas ayuda a promover la saciedad, lo que significa que te sentirás más lleno/a después de comerlas, lo que puede ayudar a evitar el exceso de consumo de alimentos.
- Salud digestiva: La fibra presente en las fresas también puede ayudar a mejorar la salud digestiva al promover la regularidad intestinal. Además, las fresas contienen enzimas y compuestos antiinflamatorios naturales que pueden aliviar la inflamación en el tracto gastrointestinal.
Ahora bien, un estudio a cargo de un grupo de investigadores de la Universidad de Nevada y la Universidad Estatal de Oklahoma, publicado en la revista Nutrients, ha querido saber qué consumo de fresas sería el ideal para potenciar beneficios a nivel cardiometabólico.
Los investigadores sostienen que existen multitud de estudios que indican que el consumo de bayas, en general, mejoran los niveles de colesterol total, colesterol LDL o ‘colesterol malo’ y los niveles de triglicéridos. Sin embargo, estos estudios suelen ser muy heterogéneos, sin clarificar las dosis óptimas de consumo.
En este nuevo trabajo han buscado cuál sería la cantidad óptima de fresas a tomar en una dieta cotidiana y equilibrada, sin usar grandes dosis mediante suplementación en forma de polvo de fresa liofilizado, como habrían hecho anteriores estudios.
Para el estudio, 33 participantes fueron divididos en tres grupos en un ensayo cruzado y controlado durante 14 semanas. Cada grupo fue asignado a un brazo del estudio durante 4 semanas, con un periodo de “lavado” posterior de una semana.
En total, todos los grupos pasaron por todos los tipos de dieta, dejando una separación de una semana entre los ensayos.
Durante el experimento se usaron fresas en polvo por comodidad, pero dichas dosis equivaldrían a una o dos porciones y media de fresas frescas. Se buscó equiparar el consumo a un ambiente real.
Cada grupo podía consumir una porción de fresas (una dosis baja de 13 gramos de polvo de fresa al día); dos porciones y media (32 gramos de fresa en polvo por día) o un polvo de control sin la fruta. También, los participantes podían seguir su dieta y estilo de vida habituales, siempre y cuando no consumiesen otros tipos de bayas.
Según los resultados, el consumo de dos porciones y media de fresas al día, en este caso en forma de 32 gramos de polvo de fresa, reduciría los niveles de insulina sanguínea y la resistencia a la insulina, pero no lograría reducir los niveles de glucosa o azúcar sanguíneo en ayunas. Al menos en personas con obesidad y parámetros de síndrome metabólico.
Por otro lado, el consumo de dos porciones y media de fresas cada día también disminuiría los niveles de colesterol LDL en sangre de forma significativa, además de otros tipos de partículas de colesterol como el VLDL y los quilomicrones, reduciendo en última instancia el riesgo de sufrir aterosclerosis.