La alimentación es primordial para el funcionamiento del cuerpo y la posibilidad de desarrollar de forma adecuada sus labores. Por esa razón, escoger bien lo que consumimos en todos los horarios es fundamental, una de esas horas esenciales para ser cuidadosos es en la cena, porque depende de lo que hayamos elegido, ayudará a conciliar el sueño y mejorar la calidad de este, evitando padecer de problemas como el insomnio o el malestar físico y psíquico que desemboca en el organismo.
Generalmente, muchas de las dietas que son altas en hidratos de carbono favorecen el aumento de peso y, por consiguiente, puede desencadenar en la obesidad, lo que, a su vez, es una condición que puede debilitar el sueño y reducir la calidad de vida.
Sin embargo, aunque no se tenga sobrepeso, el consumo constante de hidratos de carbono, puede afectar el sueño de diferentes formas.
Según expertos, ingerir una cena que sea rica en carbohidratos puede producir un aumento de la somnolencia respecto a noches con cenas ligeras. Aunque este puede ser un factor que encuentre positivo para su hora de dormir, el ingerir muchas calorías antes de reposar, cuando la actividad física y neurológica disminuye de forma rápida, se vincula con un aumento de peso.
En ese sentido, los buenos hábitos resultan fundamentales, porque muchas de las comidas ricas en hidratos de carbono son cocinadas con salsas, componentes grasos y proteínas que también tienen porcentaje graso. Lo anterior, provoca digestiones pesadas que tendrán un efecto negativo sobre el sueño.
A su vez, se puede producir una sensación de malestar, pesadez, retraso en el sueño y se puede llegar a tener un descanso que no sea pleno, dado que el cuerpo y el cerebro siguen trabajando de noche y no dormir bien se refleja en una sensación de fatiga al despertar.
Pese a que durante en la noche el cuerpo está dormido, no se hace ejercicio físico, lo cierto es que el cerebro sigue funcionando sin descansar y en el cuerpo tienen lugar procesos de recuperación que necesitan de una cantidad alta de vitaminas, minerales y sustancias antioxidantes.
Entonces, cenar mucha cantidad altera ese proceso y, por ende, el sueño, tanto en cantidad de horas como en calidad. Razón por la que conviene descansar con la digestión ya hecha, si no, cuando se esté en reposo, la actividad se centrará en ese proceso de digestión y no en descansar.
Esto se convierte en un factor más que incrementa las posibilidades de aumentar de peso, porque si no se duerme lo suficiente, desciende el nivel de las hormonas que ayudan a quemar grasas, como lo son la testosterona y hormona del crecimiento. Además, tiene un efecto rebote porque aumenta el nivel de grelina, la hormona del apetito que segrega el aparato digestivo. Por eso se recomienda acostarse dos o tres horas después de haber ingerido la última comida.
Las funciones del banano
Esta fruta, la miel o las verduras son algunos de los alimentos que tienen propiedades que funcionan sobre el sistema nervioso y liberan sustancias como la melatonina y serotonina. También, la avena y las almendras se convierten en una fuente natural de melatonina, una sustancia que actúa directamente para que se sienta sueño.
No obstante, hay que tener en cuenta que, si bien el banano actúa como si de una pastilla para dormir se tratara. Es una fruta rica en nutrientes que estimula la melatonina y la serotonina para mejorar la calidad de sueño. En ese sentido, comer uno de esos antes de dormir aporta al organismo dosis grandes de magnesio y potasio, que sirven como relajantes musculares y para los nerviosos.