La presencia de humedad en las paredes de cualquier construcción es un problema recurrente que puede generar peligros para la salud, la estabilidad de las estructuras o incluso prestar afectaciones a edificaciones vecinas que limitan con las paredes afectadas.
Su aparición se debe a diferentes situaciones, entre las que se encuentran, por ejemplo, la condensación, es decir, cuando el aire caliente y húmedo entra en contacto con una superficie fría, como una pared mal aislada. Esta situación surge especialmente en áreas con alta humedad relativa o falta de ventilación; el aire se condensa en forma de agua en la superficie de la pared, creando humedad y, a veces, manchas de moho.
Este es un hongo que en las paredes comúnmente presenta una apariencia seca y polvorienta, cuando sus capas de bacterias están en inactividad. Sin embargo, el moho inactivo puede volverse activo fácilmente si se prestan las condiciones ambientales adecuadas produciendo no solo daños estructurales más graves, sino que en situaciones extremas la aparición de afecciones respiratorias como la aspergilosis, asma, enfermedades pulmonares, alergias o inclusive urticaria.
En estructuras donde hay fugas de tuberías o techos rotos que permiten la filtración de agua, también es factible encontrar humedades que con el paso del tiempo pueden terminar produciendo moho. Estas filtraciones pueden ser difíciles de detectar y pueden causar daños significativos en las estructuras y materiales de construcción.
También, cuando las humedades ascienden a través de los materiales porosos de la pared, como el ladrillo o el hormigón, debido a la acción de la absorción y la evaporación de la humedad propia del ambiente, se puede estar hablando de una capilaridad. Este fenómeno es más común en edificios antiguos sin barreras de humedad adecuadas.
En un último, pero no menos importante y común problema, está la falta de una adecuada impermeabilización en las paredes, especialmente en áreas expuestas a la humedad, como baños, cocinas o áreas exteriores. El agua penetra en las estructuras y causa humedad. Los materiales de construcción deficientes o dañados, como membranas de impermeabilización deterioradas o juntas mal selladas, pueden agravar el problema.
Ante estas incómodas afectaciones y ante el desconocimiento, muchas personas optan por contratar a personas expertas para tratar las humedades de una manera rápida y confiable. Sin embargo, en la mayoría de los casos estos problemas pueden tratarse utilizando algunas técnicas caseras, que sobre todo resultan mucho más económicas. Estas son tres de ellas.
- Bicarbonato de sodio: este es uno de los compuestos más efectivos y recomendados a la hora de tratar las humedades de las paredes y en general del hogar. Las propiedades del sodio permiten absorber la humedad presente en el aire, por eso incluso es recomendable usarlo en lugares como armarios, cajones o espacios cerrados. A la hora de usarlo en las paredes solo debe frotarse un poco de esta sustancia sobre las áreas afectadas, dejarlo actuar por dos horas y luego retíralo con un cepillo.
- Talco: en la misma línea del sodio, el talco es reconocido por sus propiedades absorbentes, y aunque no siempre resulta una solución definitiva para las humedades en las paredes, su aplicación favorece al secado de áreas bastante afectadas por el agua.
- Vinagre de manzana: las propiedades antimicrobianas y desodorizantes de este producto lo convierten en un remedio efectivo contra la humedad y el crecimiento de moho por su importante contenido de ácido acético. Adicionalmente, el olor del vinagre de manzana puede ayudar a controlar los olores incómodos que también traen consigo las humedades. Para su utilización basta con impregnar un trapo con el líquido y luego frotar sobre la superficie afectada. Este método es mucho más efectivo si se dejan ventilar los espacios.
¿Cómo identificar la existencia de una humedad?
Las paredes afectadas por una humedad presentan algunos rasgos comunes que con el suficiente nivel de detalle son fáciles de identificar.
Las paredes con humedad sufren de manchas y decoloración, uno de los primeros signos visibles. Pueden aparecer como manchas oscuras, amarillentas o incluso verdes en la superficie de la estructura, lo que generalmente indican la presencia de agua o humedad que no evacúa de forma esperada.
El olor a humedad o moho es otra de las formas sencillas de identificar el problema, que incluso en situaciones un poco más complejas hace que las paredes empiecen a presentar signos de descamación o ampollas en la pintura.
Por último, utilizando también el sentido del tacto, pueden identificarse las humedades. Los cambios en la textura de la pared o la existencia de áreas que se sienten más frías, mojadas o más calientes, pueden indicar la presencia de este problema.