Los infartos oculares se efectúan cuando un émbolo se desprende de las cavidades del corazón y, a través del torrente sanguíneo, este llega hasta la arteria oftálmica y tapa de forma total o parcial el paso de la sangre en las venas y arterias que se encuentran en la retina.
De hecho, las venas y arterias oculares son más estrechas, por ello, el riesgo de sufrir un taponamiento es mucho mayor. Al taponarse la arteria central de la retina se produce una pérdida de la vista de forma súbita, que muchas veces puede no producir dolor.
Pero la pérdida de visión de forma repentina es siempre un motivo urgente para acudir al médico, ya que si no se trata con rapidez, los daños pueden ser irreversibles. En la mayoría de casos el tratamiento consiste en realizar un masaje para mover el coágulo, sin embargo, en otros, sí es necesaria la utilización de fármacos. Quien definirá esto será un especialista, luego de realizar un diagnóstico apropiado.
Ahora bien, los principales factores de riesgo de sufrir un infarto ocular son la hipertensión y la arteriosclerosis.
A su vez, en la aparición de un infarto ocular también inciden diversas patologías inflamatorias, las anomalías de coagulación y la presión intraocular alta, ya que se comprimen las venas a causa de la tensión permanente.
Para controlar estos factores de riesgo cardiovascular se recomienda mantener una alimentación balanceada y realizar actividad física de manera constante.
Asimismo, algunos síntomas, o señales comunes, de los infartos oculares que se deben tener en cuenta para tomar un tratamiento preventivo, son los siguientes:
La pérdida súbita de la visión en un solo ojo que, en algunos casos, se puede producir en ambos.
Ver machas, hormigas o arañas que descienden de forma constante, y que pueden ser de diversos colores, principalmente blancas, también es otro de los síntomas.
Asimismo, se pueden presentar otros factores como: reducción de la visión, por ejemplo, ver únicamente la mitad del campo visual, dolor de cabeza intenso, enrojecimiento del ojo, inflamación del globo ocular, visión borrosa, molestia en los ojos a causa de la luz, aunque se esté usando gafas, desprendimiento de la retina y derrames sanguíneos en los ojos.
Pero... ¿Qué acciones se pueden llevar a cabo para prevenir este tipo de obstrucción?
Prevenir el infarto ocular depende del control del riesgo cardiovascular. En algunas personas la tendencia a sufrir este tipo de problemas es mayor, a causa de una predisposición genética.
Como ya se mencionó, una de las acciones más propicias para llevar a cabo es tener una dieta sana y practicar deportes de manera habitual. En definitiva, una vida saludable puede ayudar a prevenir un infarto ocular.
Sin embargo, es imprescindible acudir de urgencia al oftalmólogo cuando se presenta una pérdida de visión repentina. Este especialista puede diagnosticar correctamente el problema que la ocasiona y aplicar el tratamiento idóneo en miras a la recuperación del paciente.
¿Qué tipos de infartos oculares existen?
Uno de ellos es la obstrucción de la arteria central de la retina, la cual entorpece la circulación retiniana a nivel de la arteria principal que la nutre. En ello, el paciente presentaría una pérdida de visión súbita e intensa. El pronóstico visual es negativo, y solo hay una leve posibilidad de recuperación visual si se acude al oftalmólogo antes de transcurrida una hora.
La trombosis de la vena central de la retina es otro de los tipos y se refiere a la obstrucción del drenaje ocular.
El paciente puede presentar pérdidas de visión o percibir sombras fijas (escotomas) en el campo visual. Si se afecta la vena central de la retina, la afectación será mayor. Al realizar una exploración de fondo de ojo se detecta dilatación de las venas de la retina y hemorragias superficiales extensas.