La ira es una respuesta emocional poderosa que surge cuando ocurre algo que no estaba previsto y que afecta los sentimientos y emociones de una persona. También puede generarse como respuesta al miedo. Puede manifestarse como una sensación de enojo, frustración, irritabilidad o furia intensa y variar en intensidad y duración, desde una leve irritación hasta un enojo incontrolable.
La ira puede ser desencadenada por una variedad de factores, tanto internos como externos entre los que se enumeran el estrés crónico, la frustración de sentirse atrapado o incapaz; por la percepción de injusticia o trato desigual; a causa de traición, o por heridas pasadas que no han sido procesadas debidamente.
Según el sitio Alimente+, el estudio liderado por el cardiólogo Daichi Shimbo del Centro Médico Irving de la Universidad de Columbia explica la conexión entre los breves episodios de ira y la salud cardiovascular, después de monitorear las emociones de 280 adultos jóvenes.
Las personas que participaron en el estudio llegaron sin historial de problemas cardíacos o accidentes cerebrovasculares y fueron evaluados para comprender cómo las emociones, en particular la ira, pueden afectar la función de los vasos sanguíneos y, por ende, aumentar el riesgo de problemas cardíacos graves.
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Los participantes fueron sometidos a diferentes pruebas emocionales en un entorno de laboratorio, que incluían recordar eventos personales que generaran ira, ansiedad o tristeza, además de mantener una condición emocionalmente neutra.
Los resultados que arrojó el estudio revelaron que, cuando los jóvenes evocaron recuerdos de ira, experimentaron una reducción significativa en la capacidad de dilatación de los vasos sanguíneos, lo que indica una disfunción temporal en el revestimiento interno de los mismos.
Este hallazgo explica que el impacto acumulativo de la ira en la salud cardiovascular podría tener mayores consecuencias a lo largo del tiempo.
- Aumenta tu frecuencia cardíaca.
- Sube tu presión arterial.
- Se incrementan tus niveles hormonales, como la adrenalina.
Consejos para controlar en práctica
1. Piense antes de hablar: En momentos de enojo es más fácil decir algo que luego se lamentará.
2. Tan pronto pueda pensar con claridad, exprese su frustración de una manera asertiva, pero sin generar confrontación.
3. Ejercítese: La actividad física puede ayudar a reducir el estrés que puede llevarlo a explotar de ira.
4. Haga pequeñas pausas a lo largo del día en momentos que suelen ser estresantes. Tomarse un momento de tranquilidad puede ayudar a que se sienta mejor para enfrentar lo que venga.
5. Identifique posibles soluciones: En lugar de concentrarse en lo que le enojó, esfuércese por resolver el problema en cuestión.