El tomate, ese fruto rojo y suculento muy presente en nuestra gastronomía, es conocido por sus numerosos beneficios para la salud. Desde su aporte vitamínico hasta sus propiedades antioxidantes, el tomate es considerado un alimento versátil y delicioso.
En una dieta equilibrada y saludable, además de los sanísimos huevos camperos, no deberían faltarte nunca frutas, verduras y hortalizas y muy especialmente el tomate, que está cargado de ricas propiedades. De hecho, harías bien en incluir el tomate en tu lista de alimentos preferidos y consumirlo a diario, por lo mucho y bueno que conlleva desde el punto de vista nutricional.
De acuerdo con el portal web Cuerpo y Mente, el tomate contiene pocas calorías, pues es uno de los alimentos más ricos en agua y su sabor agridulce se debe a una pequeña cantidad de azúcares simples y algunos ácidos orgánicos como el cítrico y el málico.
Sin embargo, como en todo, el exceso puede ser perjudicial, ya que el ácido presente en el tomate puede irritar la mucosa gástrica, causando dolor, ardor y malestar general.
Reflujo gástrico
Uno de los principales inconvenientes de consumir tomate en exceso es su alto contenido de ácido. Si bien esto puede no suponer un problema para la mayoría de las personas, aquellos que padecen afecciones digestivas como la acidez estomacal, el reflujo ácido o la enfermedad de úlcera péptica, pueden experimentar malestar y empeoramiento de sus síntomas al ingerir grandes cantidades de tomate.
También, del contenido ácido, el tomate también contiene otras sustancias, como la histamina, que pueden relajar el esfínter esofágico inferior (EEI), una válvula muscular que se encuentra entre el esófago y el estómago. Cuando el EEI no se cierra adecuadamente, permite que los ácidos del estómago regresen al esófago, lo que provoca los síntomas de reflujo gástrico.
Cálculos renales
Además, el tomate contiene una sustancia llamada licopeno, responsable de su color rojo característico y de sus beneficios antioxidantes. Pero cuando se consume en grandes cantidades, el licopeno puede desencadenar acidez estomacal y contribuir a la formación de cálculos renales en personas susceptibles.
Este delicioso alimento también es una fuente de oxalato, un compuesto que se encuentra en muchos alimentos y que puede combinarse con el calcio en los riñones para formar cálculos de oxalato de calcio. Si una persona consume grandes cantidades de tomate, aumenta la concentración de oxalato en la orina, lo que puede favorecer la formación de cálculos renales.
Por lo tanto, para aquellos propensos a estos problemas de salud, se recomienda moderar la ingesta de tomate y consultar a un profesional de la salud para determinar la cantidad adecuada.
Alergía en la piel
Por otra parte, aunque es menos común, algunas personas pueden desarrollar alergias o sensibilidades al tomate. Los síntomas pueden variar desde leves, como picazón y enrojecimiento de la piel, hasta más graves, como dificultad para respirar o anafilaxia.
En casos de alergias conocidas, el consumo excesivo de tomate puede aumentar el riesgo de reacciones adversas. Es importante que aquellos con antecedentes de alergias alimentarias estén atentos a los síntomas y busquen atención médica si experimentan alguna reacción adversa después de consumir tomate.
Sumado a lo anterior, el tomate pertenece a la familia de las solanáceas, junto con alimentos como las papas y los pimientos. Algunas personas pueden tener sensibilidad a las solanáceas en general, lo que puede manifestarse como malestar gastrointestinal, inflamación, dolores articulares o incluso problemas de la piel.
Indigestión
Específicamente, los tomates crudos son muy susceptibles a la contaminación por salmonela que puede llegar a causar cuadros graves de diarrea. De hecho, un estudio publicado en la Biblioteca Nacional de Medicina de los Estados Unidos evidenció que los tomates contaminados en Newport causaron brotes de salmonela. Por otra parte, las personas que son intolerantes al tomate tiene un mayor riesgo de contraer problemas de digestión.