La carne ha sido una parte fundamental de la dieta humana a lo largo de la historia y continúa siendo uno de los alimentos preferidos en todo el mundo. Desde tiempos antiguos hasta la actualidad, la carne ha desempeñado un papel crucial en la alimentación por varias razones que van más allá de su sabor delicioso.

Este alimento, en su diversas preparaciones, es una fuente rica y completa de proteínas, lo que significa que contiene todos los aminoácidos esenciales que el cuerpo necesita para mantener y construir tejidos. Las proteínas son fundamentales para el crecimiento y desarrollo, así como para la reparación de tejidos dañados.

La carne de res es especialmente consumida en términos diferentes al completamente asado ya que ofrece un mayor sabor. | Foto: Getty Images

Pero más allá de ser una fuente rica en hierro, zinc, vitamina B12 y vitamina B6, uno de sus atributos más importantes en relación con la alimentación y procesamiento de los nutrientes es la sensación de saciedad y satisfacción que produce por su contenido de proteínas y grasas.

Las proteínas son más lentas de digerir que los carbohidratos, lo que ayuda a mantener la sensación de saciedad durante más tiempo y evita los picos rápidos de azúcar en la sangre que se pueden producir con alimentos altos en carbohidratos. Esta sensación de saciedad y energía duradera puede ayudar a mantener los niveles de energía estables y reducir los antojos de alimentos poco saludables entre comidas.

La carne ofrece una amplia variedad de sabores y texturas, lo que la hace versátil en la cocina y atractiva para muchos paladares. Desde carnes magras y tiernas como el pollo y el pavo, hasta cortes más grasos y sabrosos, como el cerdo o la carne de res, hay opciones para todos los gustos. Además, se puede preparar de diversas formas: asada, a la parrilla, al horno, guisada, en estofados y muchas otras preparaciones que permiten experimentar con diferentes técnicas culinarias y recetas tradicionales de diferentes culturas.

En este punto es preciso considerar como parte de algunas culturas y hábitos el consumo de carne, especialmente de res, cruda o poco cocida que puede tener serios riesgos para la salud ya que puede albergar microorganismos patógenos que pueden causar complicaciones si no se eliminan durante su preparación.

Algunas de las enfermedades más comunes asociadas con el consumo de carne cruda o poco cocida incluyen:

  • Intoxicación alimentaria: es causada por la ingestión de alimentos contaminados con bacterias, virus o parásitos. Los síntomas pueden incluir diarrea, vómitos, fiebre y malestar estomacal.
  • Salmonelosis: es una infección bacteriana causada por la bacteria Salmonella. Los síntomas pueden variar desde leves a graves y pueden incluir diarrea, fiebre, dolor abdominal y náuseas.
En Alemania, una investigadora analiza muestras de vegetales tras la alerta sanitaria del brote de la bacteria E. coli.
  • E. coli: la infección por Escherichia coli (E. coli) puede ser grave y en casos extremos puede llevar a complicaciones como el síndrome urémico hemolítico (SUH), el cual puede afectar los riñones y los glóbulos rojos.
  • Triquinosis: es una enfermedad parasitaria causada por el parásito Trichinella que se encuentra en la carne de cerdo y otros animales. Los síntomas pueden incluir fiebre, dolores musculares y digestivos.
  • Anisakiasis: se trata de una infección parasitaria causada por larvas de anisakis que se encuentran en pescados y calamares crudos o poco cocidos. Puede provocar síntomas gastrointestinales y alergias.

Para evitar estas enfermedades, es esencial cocinar adecuadamente las carnes a temperaturas internas seguras, así como utilizar termómetros de cocina para asegurarse que las carnes alcancen las temperaturas recomendadas, entre los 63 y 70 grados centígrados.

Es importante verificar la temperatura de cocción de la carne sobre todo cuando se prepara en grandes cantidades, por ejemplo, en asados. Imagen: Getty Images | Foto: Getty Images

Al utilizar un termómetro de cocina, puede verificarse con precisión que la carne ha alcanzado la temperatura interna adecuada en el punto más grueso de la pieza. Esto es especialmente importante cuando se cocina carne en el horno, a la parrilla o en preparaciones más grandes como un asado.

También, se debe practicar una buena higiene en la manipulación de alimentos, lavarse las manos regularmente y evitar la contaminación cruzada al manejar carnes crudas y alimentos listos para el consumo.