Todo comenzó con un mensaje de texto que recibió María José en 2017, en el que se leía: “quiero tener un beso contigo”. Esteban y ella estudiaban la misma carrera, en la misma universidad y estaban en el mismo semestre. Él era un joven alto, corpulento, piel canela, de barba, atractivo, pero emocionalmente inestable.
María José y Esteban eran todo y nada a la vez. Muchas veces él se tomaba atribuciones que no le correspondían y le exigía cosas que él no estaba dispuesto a hacer. Ella siempre guardó silencio al respecto y en vez de alejarse de él, sus sentimientos la acercaron más, generando una dependencia emocional, hasta que llegó el momento en que María José no quería ni volver a la universidad.
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“Todos los días me acostaba pensando en que la relación no iba bien, que todo iba a terminar, siempre con una intranquilidad. El 21 de diciembre salí de fiesta con unos primos; al otro día, cuando me levanté, le escribí y estaba molesto, supongo que porque yo había salido. Ya me había demostrado que a él no le gustaba que saliera sola, o que tuviera amigos, o que no le contestara el teléfono, no le gustaba que me pusiera short o que usara falda. Ese día me llamó, me dijo que deseaba estar conmigo, pero que no quería permanecer con una persona a la cual darle explicaciones. Le contesté que esa persona no era yo, que lo mejor era que termináramos y así fue”.
Linda Orcasita, psicóloga e investigadora de la Universidad Javeriana de Cali, comenta que su experiencia profesional le ha mostrado que la dependencia emocional en las parejas es la primera señal de una relación tóxica. “Esto se da porque hay inseguridad para el propio desarrollo afectivo, entonces mi pareja debe estar en todos los contextos de relacionamiento social, las personas comienzan a no poder imaginar su vida sin su pareja, y como consecuencia, se rompen los espacios personales”.
Otra característica son las expectativas o creencias irracionales alrededor de la pareja, es decir, hacerse ideas erradas de lo que en sí es una relación y vivir según eso, por ejemplo, pensar que mi pareja siempre me será fiel o que siempre estará para mí.
Dependencia emocional, manipulación, chantaje, tener creencias irracionales alrededor de la pareja, como pensar que siempre le será fiel, son algunas señales de toxicidad.
Celos y posesión
Luego de tres meses saliendo, Sofía y Julián decidieron formalizar su relación y dar un siguiente paso. Sofía estaba llena de expectativas, pues Julián acababa de convertirse en su primer novio y su primer amor. Ambos estaban convencidos de que sus vidas habían cambiado para bien, pues el amor los había abrazado, sin embargo, era muy pronto para saberlo.
Al pasar el tiempo, Sofía empezó a darse cuenta de que tener un novio era más complicado de lo que parecía. Confesó que al darse cuenta de su pasado, “comencé a desconfiar de él, me convertí en una novia celosa. Yo tenía todas las contraseñas de sus redes sociales y siempre revisaba a quien daba likes, a quien seguía o dejaba de seguir, con quien chateaba y demás”.
Las cosas continuaron de mal en peor y Sofía comenzó a cambiar por él, “no podía subir ciertas fotos, publicar algunas canciones o vestirme de cierta forma; dejé de hablar con algunos amigos para no generarle desconfianza, negocié mi tiempo en familia para pasar más tiempo con él. Si él estaba triste, yo también, si nos peleábamos me la pasaba con rabia; no tenía tiempo para ir al gimnasio, descuidé mi alimentación y subí de peso. Comencé a sentir miedo, no salía con nadie por él. Sentía que no valía nada, me sentía culpable y tenía rabia conmigo misma”.
El noviazgo de Sofía y Julián cumplía con otras de las características de una relación tóxica como la posesión. “Aquí se pierde la confianza, la libertad para elegir y empezamos a preguntarnos ¿para dónde va? ¿con quién estará? o ¿por qué no sube fotos conmigo? Hoy en día es muy común encontrar que las parejas hagan constante uso de aplicaciones que revelan la ubicación y les permitan controlar al otro”, explica Orcasita.
Junto a la posesión, continúa la psicóloga, se encuentra la manipulación o chantaje emocional y con este, los sentimientos de culpa, la intimidación y el egoísmo. Y como si no fuera suficiente, una última característica que Orcasita pone de manifiesto, es intentar cambiar a la otra persona, querer transformar su forma de vestir, sus gustos y su círculo social, limitando a su vez las relaciones del otro con los demás.
Preocupantes consecuencias
Yamileth García Morales, psicóloga especialista en gerencia social y en intervención con familias, considera que, en general, buscamos de manera natural quien nos complemente o satisfaga nuestra forma de ver la vida; sin embargo, en ocasiones “nos relacionamos con personas que a veces agreden o violentan nuestro proyecto de vida”.
Explica García Morales que cuando una persona tiene un buen nivel de salud mental, está emocionalmente estable, logra identificar rasgos o características de una relación tóxica que le hace daño, permitiéndole alejarse y a su vez, llevar a cabo su objetivo de vida. Pero hay otro tipo de personas que no buscan ayuda terapéutica o no se permiten darse cuenta de la relación que viven, ya sea de manipulación o agresión.
Luego de haber terminado su relación, Esteban buscó nuevamente a María José, quien después de la insistencia de él, aceptó regresar. Duraron dos semanas en las que todos los días ella se la pasaba llorando porque él se desaparecía, y ella pensaba que era porque estaba con otra mujer.
Un día estaban en el segundo piso de la universidad, cuando ella le reclamó por haberse ausentado todo el domingo y al haber confirmado, al revisar el celular del joven que, efectivamente, había estado con otra chica. “Él empezó muy grosero a retarme y me dieron ganas de pegarle. Entonces me fui, pero él me agarró el brazo con mucha fuerza, me decía que lo respetara, que él no era ningún bobo. Le dije que si no me soltaba iba a gritar, y cuando finalmente me solté, me persiguió.
Después de un rato, me calmé, hablamos y le dije que él era tóxico para mí, que me enfermaba, pues yo llevaba días con depresión”. Siguieron la discusión y fue cuando él le manifestó no querer continuar con ella, algo en lo que ambos estuvieron de acuerdo.
Manuel Reyes, médico de Cali en proceso de especialización en Santiago de Chile, quien trabaja en el servicio de urgencias de la Clínica Dávila, atiende con frecuencia a pacientes golpeados o golpeadas que no solo buscan una valoración médica y tratamiento específico, sino que además, van tras un certificado que les permita hacer la consiguiente denuncia.
Reyes comentó a El País que la ansiedad y la depresión generadas a raíz de este tipo de relaciones perjudican el cuerpo físicamente, debido a “la tristeza matutina, el llanto fácil e inmotivado, la minusvalía, el trastorno de sueño y de alimentación. Aunque hay muchos tipos de trastornos de ansiedad -continúa-. todos pueden conllevar a la crisis de pánico. Antes de la crisis puede haber ansiedad, angustia, nerviosismo, ganas de gritar, de salir corriendo, empezar muchas cosas y terminar pocas”.
En depresión entró Sofía al ver que aun cuando seguía luchando por su relación con Julián, para que todo estuviera bien, las cosas siguieron empeorando. “Comencé a tener problemas con mi familia por él, me la pasaba llorando sola porque nunca le conté esto a nadie, me sentía mala hija, mala novia, mala amiga y llegué a pensar que lo mejor era quitarme la vida”.
Los riesgos físicos y mentales que corren las personas enredadas en relaciones tóxicas son variados. Hay aislamiento social, cambio de apetito que se manifiesta en el cuerpo como obesidad o anorexia, cambios en el patrón de sueño causando insomnio o un estado de cansancio constante, deterioro funcional tanto cognitivo como físico y uso de sustancias psicoactivas.
“A largo plazo, se pueden dar casos de violencia de género y como resultado, agresiones físicas, psicológicas y abuso sexual. También se puede llegar al punto de comenzar a tener pensamientos recurrentes de suicidio”, añadió Orcasita.
Después de darse cuenta de su realidad, Sofía terminó su relación. “Le dije que no podía más, que necesitaba tiempo, quería estar tranquila. Aunque sentía que lo amaba, necesitaba empezar a darme el valor que él me negaba, ya no podía más. Después de eso no volvimos a hablar en meses y comencé a restaurarme”.
Aunque fue la primera vez que María José experimentó una relación así, se apropió de todas las lecciones que aprendió y decidió compartir una de ellas: “la persona que realmente valga la pena, nunca te hará sentir así. A mí me ayudó acercarme a Dios e ir al psicólogo. Mi consejo es que siempre es más importante sentirse bien con uno mismo, que con una relación. Al principio va a doler muchísimo, pero a medida que pasan los días, uno se da cuenta de que es lo mejor”, concluyó.
Tenga en cuenta
- Comprender la dinámica de lo que tienen usted y su pareja como plan de vida.
- Tener claro qué tipo de persona complementa su proyecto.
- Revisar la forma como elige a su pareja.
- Buscar apoyo psicológico y herramientas como la terapia de pareja.
- Informar lo que sucede a personas significativas, buscando fortalecer sus redes de apoyo.
- Acudir a rutas de atención. Hay muchos centros de ayuda.