A pesar de la creciente tendencia de consumo de alimentos saludables, el mundo sigue teniendo problemas con la alimentación. Según un estudio del programa de investigación de la Carga Global de Enfermedades, Lesiones y Factores de Riesgo (GBD), en el 2017 más de la mitad de las muertes en el mundo estuvieron relacionadas con la dieta. Esto se podría juzgar desde factores culturales, sociales o económicos, pero, ¿hasta qué punto las personas tienen control sobre sus decisiones de compra? ¿Tienen la suficiente educación nutricional para hacer una compra informada? ¿Qué papel juegan las empresas a la hora de establecer un etiquetado, para evitar que sea confuso o engañoso?

Un estudio del 2017 realizado por el Instituto Nacional de Salud encontró que los principales criterios que utilizan los colombianos para comprar alimentos son el precio y la marca, como tercer factor está la información nutricional.

El problema con esto, es que muchas marcas se han consolidado como generadoras de productos ideales para el consumo diario o para público infantil y el consumidor al ignorar el contenido nutricional y tener en cuenta solamente la percepción de la marca, puede caer fácilmente en promesas engañosas.

Riesgos en productos para niños


Victoria Lozada, dietista nutricionista, máster en Trastornos de la Conducta Alimentaria y la Obesidad y especialista en alimentación vegetariana - vegana, explica que “el gran problema es que, para niños, especialmente, hay empaques con cosas que a ellos les gusta, que les llaman la atención, hacen unos empaques muy atractivos…están etiquetados con slogans como: ‘aprobado por la Asociación de Pediatría’ o ‘este producto tiene menos azúcar’, aunque tenga mucha azúcar, entonces, claro, con esas pequeñas alegaciones, mucha gente se confunde y cree que son cosas para comer a diario, cuando realmente los ultraprocesados son alimentos destinados para consumir muy poco”, afirma la profesional.

Productos catalogados como ‘light’ integrales

Estas etiquetas suelen generar mayor confianza a la hora de hacer una compra. Si se lee en la etiqueta que es ‘light’ o integral, con frecuencia se cree que es una opción saludable. Al respecto, Lozada afirma que “para explicar bien el tema de ‘light’, muchas veces, no es que signifique que es cero calorías siempre, sino que muchas veces, por ejemplo, un yogurt light, usualmente es una versión con menos azúcar que su versión original, esto no quiere decir que no tenga azúcar, lo tiene, y el riesgo viene, cuando esperanzados en la promesa de que es un producto saludable, decidimos comer más de una porción normal”.

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Casi que por el hecho de que diga ‘light’ terminamos comiendo mucho más y nos saciamos mucho menos que como si estuviéramos comiendo el producto original, explica Lozada, autora de dos libros relacionados con la nutrición.

En el caso de los alimentos integrales, con frecuencia, el ingrediente principal es una harina refinada a la que se le agregan ingredientes como salvado, con la intención de hacerlo un porcentaje más integral, sin embargo, según argumenta la nutricionista, este porcentaje es mínimo y termina por no ser útil.

Regulación del etiquetado

La lucha con la regulación del etiquetado en alimentos no es un asunto menor, pues se considera un factor importante en las decisiones de compra y en el bienestar individual y colectivo.

El Ministerio de Salud y Protección Social publicó en mayo de este año, un análisis del impacto normativo en la temática del etiquetado en Colombia, donde se menciona que “el etiquetado de alimentos ha sido reconocido como una herramienta eficaz para proteger la salud del consumidor”, en especial para la prevención de las Enfermedades Crónicas No Transmisibles (ENT) y problemas como la obesidad.

Debido a la complejidad y urgencia del tema, en el 2004 la Organización Mundial de la Salud (OMS), a través de la Estrategia Mundial de Régimen Alimentario y Actividad Física, hizo recomendaciones a los gobiernos para que trabajaran en la regulación de elementos como el etiquetado, buscando que la información consignada en este, sea veraz, exacta, estandarizada y comprensible.

De acuerdo con el Instituto Nacional de Vigilancia de Medicamentos y Alimentos, Invima, en Colombia la resolución número 5109 de 2005, establece los requisitos para el rotulado o etiquetado de alimentos envasados y materias primas para el consumo humano, donde se exige consignar toda la información nutricional de forma clara y transparente.

Sin embargo, esto se refiere, sobre todo, a la tabla nutricional y a los ingredientes, elementos que el consumidor no lee, y si lo hace, poco es lo que comprende. A esto se le suma que las disposiciones que regulan el etiquetado frontal son casi inexistentes, lo que le da libertad a las marcas de establecer una imagen que pueda llegar a ser engañosa para el consumidor.

¿Cómo identificar un producto engañoso?

“Mi mayor recomendación es siempre leer los ingredientes, más que el etiquetado, porque el etiquetado es bien confuso. El etiquetado nos habla de porcentajes, de porcentajes diarios en comparación con el requerimiento diario calculado para la población de la que estemos hablando…es más fácil irse a los ingredientes porque allí te tienen que declarar todo, dependiendo del país del que estemos hablando. A veces tiene que venir por orden de contenido también, por ejemplo, si el azúcar es el primer ingrediente que vemos ahí, entonces es usualmente lo que más trae ese alimento”, recomienda Lozano.

Según el Invima, para el caso de Colombia de acuerdo con la regulación, los ingredientes deben ser enunciados en orden decreciente de acuerdo a su peso inicial en el momento de la fabricación; es decir, el primer ingrediente es siempre, el que más concentración tiene en ese alimento.

Victoria Lozada agregó que “cuando veamos que hay una lista de ingredientes que es muy larga, por más que no sepamos algunas cosas, podemos decir que ya es un ultra procesado cuando hay un alimento que tiene muchos ingredientes, es porque probablemente tiene muchos resaltadores de sabor, tiene jarabes, almidones, harinas. En cambio, si vemos, por ejemplo, un yogurt que tiene tres o cuatro ingredientes ya sabemos que ese es un alimento que es de mejor calidad”.

Constatando marcas con su imagen y su contenido nutricional

Pusimos en práctica esta herramienta en uno de los supermercados de cadena más grandes del país, donde sometimos a evaluación diferentes tipos de productos, con el fin de establecer qué tan coherentes son las marcas con su imagen y su contenido nutricional.

Bebidas instantáneas en polvo. En esta sección revisamos bebidas instantáneas en polvo, ofertadas, usualmente, para el consumo diario de los niños. Escogimos tres marcas. Dos de ellas tenían como primer ingrediente azúcar, lo que quiere decir que es el ingrediente de mayor concentración. El diseño de su empaque hacía énfasis en las vitaminas y minerales, con dibujos y colores llamativos y dirigido hacia público infantil. El riesgo de que estos alimentos puedan ser de consumo diario para los niños, tiene que ver con el aumento de obesidad infantil, que desde 1975 hasta el 2016 ha aumentado de un 4 % a un 18 % respectivamente, según cifras publicadas por la Organización Mundial de la Salud en abril de este año. Al respecto, la OMS también ha advertido que una de las principales causas de la obesidad infantil es el consumo de alimentos con abundantes grasas y azúcares libres (azúcares que no contiene el alimento naturalmente sino que son añadidos).

El tercero de los productos que se revisaron, aunque contenía azúcar, la concentración era la menor de todas, pues no se encontraba entre sus primeros ingredientes y además, contaba con un diseño mucho más sobrio que guardaba mayor coherencia con sus ingredientes.

Cereales

Se escogieron nueve productos. Solo uno no tenía azúcar, los ocho restantes contenían azúcar como el segundo de sus ingredientes, evidenciando, de nuevo, una importante concentración en el producto.

Integrales

De cuatro productos integrales (tostadas y panes), solo uno tenía harina de trigo integral, los demás tenían harina de trigo fortificada, es decir, harina refinada, que según explica Lozada, no es muy eficiente en términos de saciedad, salud y calidad en comparación con un producto que contenga en sus ingredientes “harina de trigo integral” ,“harina integral grano entero” o cualquier cereal que diga ser integral.
Todos los productos mencionaban en el diseño de su empaque que eran integrales.

El reto del Invima

Frente a este panorama, entidades como el Invima se enfrentan a grandes retos en materia de regulación de los etiquetados.

“Respecto a los mayores retos encontramos que el contenido de la información exigible y presentada sea de fácil entendimiento para el consumidor promedio y el entendimiento de la normatividad por los usuarios y empresas de alimentos”, explicó a El País, el Invima, entidad que además, manifestó que este año se lanzó el modelo de etiquetado frontal para alimentos y bebidas envasados, con el que se busca que el consumidor pueda ver la información nutricional “de manera clara y comprensible”.

La medida se adoptará desde mayo del 2021 y empezará a regir de manera obligatoria a partir de noviembre del 2022. Este etiquetado frontal tendrá que alertar: alto contenido de azúcares añadidos, sodio o grasas saturadas.