La presión arterial es un componente vital de la salud cardiovascular que mide la fuerza con la que la sangre fluye a través de las arterias mientras el corazón bombea sangre al cuerpo y se registra en dos sentidos.
Por una parte está la presión sistólica, el número superior, que registra la presión en las arterias cuando el corazón se contrae y bombea sangre, mientras que por otro lado, la presión diastólica, el número inferior, mide la presión entre los latidos del corazón cuando se relaja y se llena de sangre nuevamente. Las medidas se expresan en milímetros de mercurio (mmHg), como 120/80 mmHg (presión sistólica/presión diastólica), que se considera normal.
La hipertensión, o presión arterial alta, ocurre cuando los valores de esta medición superan los niveles considerados normales (generalmente 130/80 mmHg o más). Las causas de la hipertensión pueden ser variadas e incluyen factores genéticos, edad, obesidad, falta de actividad física, consumo excesivo de sal, consumo de alcohol, tabaquismo y estrés crónico.
La hipertensión puede aumentar el riesgo de enfermedades cardiovasculares, accidentes cerebrovasculares y otros problemas de salud graves. Por esta razón es importante evitar en la dieta alimentos que pueden elevar aceleradamente la presión. Algunos de ellos son:
- Sal de mesa: debido a su alto contenido de sodio, este producto aunque es muy importante para el sabor de las comidas debe consumirse con mucha moderación. Cuando se consume sal, el cuerpo necesita mantener un equilibrio entre el sodio y el agua en la sangre y los tejidos. Para hacerlo, los riñones retienen agua para diluir el exceso de sodio, lo que puede llevar a un aumento del volumen de sangre y presión en las paredes arteriales. Además del aumento en el volumen de sangre, el exceso de sodio puede causar que los vasos sanguíneos se vuelvan más rígidos y menos flexibles, lo que también contribuye al aumento de la presión arterial.
- Azúcar blanca: el consumo alto de azúcar puede contribuir al desarrollo de la resistencia a la insulina, una condición en la que las células no responden adecuadamente a la insulina, la hormona que regula los niveles de glucosa en sangre. La resistencia a la insulina está relacionada con la hipertensión y el síndrome metabólico, que es un conjunto de factores de riesgo cardiovascular. También, la ingesta frecuente y en altas cantidades puede dañar el revestimiento interno de los vasos sanguíneos, conocido como endotelio. Un endotelio saludable es esencial para mantener una función cardiovascular óptima.
- Carnes rojas y embutidos: las carnes rojas, en particular las carnes procesadas y las que son ricas en grasa, a menudo contienen niveles significativos de grasas saturadas. El consumo excesivo de estas puede contribuir al desarrollo de la resistencia a la insulina, la inflamación y la acumulación de placa en las arterias, lo que puede aumentar la presión arterial y el riesgo de enfermedades cardiovasculares. Algunas como las salchichas y el jamón pueden tener un alto contenido de sodio, que puede causar retención de líquidos y aumento del volumen sanguíneo. De igual manera, cocinar carnes a altas temperaturas como asar a la parrilla o freír, puede generar compuestos potencialmente dañinos y efectos negativos en la salud cardiovascular.
- Lácteos enteros: los productos ricos en grasa como la leche entera, el queso y la crema, pueden contener altos niveles de grasas saturadas que pueden tener influencias sobre la presión arterial. Asimismo, los fritos tienden a ser ricos en calorías y grasas poco saludables.
Para mantener una presión arterial en niveles adecuados se recomienda incluir en la alimentación frutas y verduras, granos enteros, legumbres, aguacate, chocolate negro y todos aquellos que sean buena fuente de grasas saludables.