El hígado, ese órgano vital en forma de cuña que se encuentra en la parte superior derecha del abdomen, desempeña un papel fundamental en el funcionamiento y equilibrio del organismo humano. Desde la filtración de toxinas hasta la producción de proteínas esenciales, el hígado realiza una serie de funciones críticas que afectan la salud en general.

Este órgano es reconocido por ser una “fábrica” multifuncional, responsable de una amplia gama de procesos vitales para el funcionamiento del cuerpo. El hígado, por ejemplo, actúa como un filtro, eliminando toxinas, sustancias químicas y productos de desecho del torrente sanguíneo. Convierte estas sustancias en formas menos nocivas y las excreta a través de la bilis y la orina.

El hígado graso es una afección que puede derivar en complicaciones de salud. | Foto: Getty Images

Aparte de esto, el hígado es responsable del metabolismo de los carbohidratos, las grasas y las proteínas. Almacena glucosa en forma de glucógeno y libera energía cuando es necesario.

Dado su papel crucial, es comprensible por qué tantas personas buscan cuidar el hígado. Una función hepática óptima es esencial para mantener la salud en general y prevenir una serie de afecciones, desde enfermedades del hígado hasta problemas cardiovasculares y metabólicos.

En este objetivo la alimentación desempeña un papel clave en el cuidado del hígado. Una dieta equilibrada y saludable puede ayudar a mantener el órgano en buen estado. Algunos alimentos que afectan el hígado son:

  • Azúcares y carbohidratos refinados: un exceso de azúcares y carbohidratos refinados en la dieta como los presentes en bebidas azucaradas, dulces y alimentos procesados, puede aumentar la acumulación de grasa en el hígado y aumentar el riesgo de hígado graso.
La comida chatarra no suele aportar valor nutricional, pero que sí suman calorías, azúcar, sal y grasa saturada, entre otras.
  • Comidas procesadas y aditivos: los alimentos ultraprocesados, que suelen contener aditivos, colorantes y conservantes, pueden ser perjudiciales para el hígado. Estos aditivos y sustancias químicas pueden aumentar la carga tóxica en el hígado y dificultar su función de desintoxicación.
  • Sal en exceso: el consumo excesivo de sal puede contribuir al aumento de la presión arterial y al desarrollo de enfermedades cardiovasculares. Además, la sal en exceso puede afectar la retención de líquidos en el cuerpo, incluido el hígado.

Las consecuencias de un hígado en mal estado puede percibirse en problemas para la regulación de los niveles de glucosa en la sangre, el almacenamiento y liberación de energía y la síntesis de proteínas.

El hígado es responsable de desintoxicar el cuerpo, filtrando y eliminando toxinas y productos de desecho. Cuando está dañado, puede haber una acumulación de sustancias tóxicas en el cuerpo, lo que puede tener efectos adversos en diversos sistemas y órganos.

También el daño hepático grave puede llevar al desarrollo de enfermedades crónicas como la cirrosis y la esteatohepatitis no alcohólica (NASH), que a su vez aumentan el riesgo de insuficiencia hepática y cáncer de hígado. Y en cuanto a la digestión, la producción de bilis por parte del hígado es esencial para el procesamiento de grasas. Un hígado dañado puede derivar en complicaciones digestivas como dificultades para absorber nutrientes.

HepaLa ictericia es una enfermedad relacionada con daños en el hígadotitis related jaundice | Foto: Oktay Ortakcioglu

En complicaciones físicas mucho más visibles, el hígado en mal estado puede provocar fatiga y debilidad generalizada debido a la disfunción metabólica y la acumulación de toxinas en el cuerpo, al tiempo que puede causar ictericia.

Esta es una de las características más conocidas de esta complicación que se caracteriza por la coloración amarillenta de la piel y los ojos debido a la acumulación de bilirrubina en la sangre.