Hoy en día, cada vez son más las familias que solo desean tener un hijo, sin embargo, la figura del hijo único siempre ha estado envuelta por estereotipos negativos, algunos estudios develaron cuál es el verdadero impacto que tiene en su vida ser hijo único.

El primer estudio fue dirigido por la profesora asociada de Demografía del Centro de Estudios Longitudinales del University College de Londres, Alice Goisis, reveló que realmente, son otros los factores que influyen en el desarrollo de los niños sin hermanos.

“La evidencia, en general, no apoya la idea de que los niños que crecen como hijos únicos tienen una especie de déficit en sus habilidades sociales, comparados con los niños que crecen con hermanos”, afirmó Alice Goisis para BBC Mundo al referirse a los resultados de la investigación.

El estudio utilizó alrededor de 5.362 niños nacidos en Reino Unido de cuatro cohortes entre 1946 y 2002 en donde se extrajo información como el número de personas en las familias de los niños, el nivel educativo de los padres y la clase social de la familia.

En la crianza amorosa, a los niños hay que reconocerlos como sujetos de derechos, además de elogiar y celebrar sus pequeños y grandes logros. | Foto: El País

El estudio de Goisis y sus colegas, demuestra que más que crecer sin hermanos, factores como la situación socioeconómica o los recursos emocionales de la familia son más determinantes en el desarrollo del niño.

Goisis, asegura que aunque existan investigaciones que presenten resultados distintos, realmente esto ocurre por las diferencias en los niños que se toman como base de estudio, pues, el contexto en cada país y cultura es muy distinto.

Existen tanto ventajas como desventajas

Aunque ser hijo único no es un factor totalmente determinante en los aspectos cognitivos o de sociabilidad de un niño, si existen algunas diferencias entre los niños con y sin hermanos.

Hay que aclarar que realmente esto se puede explicar entendiendo que cada rol en una familia (Papá, mamá, hijo mayor, hijo menor, hijo único, etc.) es totalmente distinto.

Los hijos únicos suelen sobresalir en la creatividad, inteligencia y capacidad lingüística; esto se puede entender gracias a la influencia lingüística de los padres, ya que este proceso no se ve interrumpido por la constante interacción con otros niños.

Así mismo, suelen emplear mejor su tiempo libre, pues al pasar gran parte de su tiempo solos, deben de aprender a administrarlo.

Los hijos únicos suelen sobresalir en la creatividad, inteligencia y capacidad lingüística. | Foto: Getty Images / Thanasis Zovoilis

Por supuesto, también se vislumbran algunas desventajas para los niños en esta estructura de familia. No suelen desarrollar fácilmente “inteligencia de calle”, aspecto que se puede definir como la astucia de entender a las personas, cómo se desarrollan y ver los potenciales peligros en un ambiente urbano.

También, al tener menor interacción con pares de su edad los hijos únicos suelen tener dificultades para vivir en ambientes de caos y acostumbran a ser más organizados.

Vale la pena mencionar que estos hallazgos hacen parte de estudios científicos, pues posiblemente no aplique para todos los casos. Además, no son la única verdad.

Una crianza amorosa mejora la salud emocional, la autoestima y la independencia en las niñas y niños. Asimismo, a los adultos les elimina la culpabilidad de cometer errores. | Foto: El País

*Con información de Colprensa.

Una crianza amorosa

La Corporación Juego y Niñez resalta que una crianza amorosa mejora la salud emocional, la autoestima y la independencia en los niños y niñas. Del mismo modo, elimina la culpabilidad de cometer errores y los transforma en oportunidades de aprendizaje que les permiten desarrollar habilidades para la vida.

Para lograr una crianza amorosa en casa, la corporación recomienda reconectarse con la principal tarea de la crianza que es amar, reconocer a las niñas, niños y adolescentes como sujetos de derechos, además de elogiar y celebrar sus pequeños y grandes logros. Asimismo, les aconseja a los padres que hay que orientar y corregir con firmeza, pero siempre desde un trato amoroso y respetuoso, educar en el diálogo y la receptividad, escucharles con respeto, valorando sus ideas y puntos de vista, y nunca dejar el juego de lado, debido a que desarrolla relaciones y vínculos de afecto significativos.