La flexibilización en torno a la prohibición del consumo de marihuana y sus derivados, que ha avanzado principalmente en países latinoamericanos como Colombia, México y Brasil, entre otros, donde se permite con restricciones el consumo de una dosis mínima y comercializar con productos extraídos de la planta, ha generado un interés creciente por las propiedades medicinales del cannabis.
En particular, el aceite de cannabis se ha convertido en un producto muy comercial por sus efectos paliativos o de contención del dolor crónico en el tratamiento de algunas enfermedades como la epilepsia refractaria, el cáncer, el Parkinson, la esclerosis múltiple, apnea, fibromialgia, o incluso para tratar trastornos mentales como la ansiedad, entre otros.
Muchos de estos usos vienen de tradiciones antiguas, en comunidades indígenas de diferentes culturas, que han usado la planta basándose en conocimientos ancestrales, que la ciencia actual busca confirmar.
No obstante, las investigaciones científicas sobre las propiedades del aceite de cannabis no son concluyentes en la mayoría de los casos, excepto para tratar dos tipos de epilepsia, enfermedad para la que incluso existe un medicamento en forma de aceite o pastillas derivado de la marihuana, llamado Epidiolex, que ha sido aprobado por la FDA de Estados Unidos.
En otras investigaciones, se ha encontrado que el aceite de cannabis puede ser beneficioso para mitigar los dolores crónicos en niños y adultos, así como las dolencias provocadas por la esclerosis múltiple y tratamientos tóxicos como la quimioterapia. Pero, los resultados son desiguales, porque no todos los pacientes tienen las mismas reacciones.
Aun así, en primer lugar, hay que entender las diferentes composiciones químicas del aceite de cannabis. Este compuesto, que se extrae de la planta a través de destilados con vapor, por lo general, tiene en mayor cantidad una partícula no psicoactiva de la marihuana que el cannabidiol (CBD), que no tendría efectos adictivos sobre las personas, a diferencia de la otra partícula psicotrópica de la marihuana que es el tetrahidrocannabinol (THC). Sin embargo, el proceso de elaboración del aceite debe ser muy prolijo para evitar que no tenga grandes cantidades de THC, de ahí la importancia de la regularización de estos productos y las revisiones de calidad.
“El aceite de cannabidiol recetado se considera un medicamento anticonvulsivo eficaz. Sin embargo, se necesita más investigación para determinar otros beneficios y la seguridad del cannabidiol”, afirma el doctor Brent A. Bauer en un artículo de la Clínica Mayo.
También aclara que si bien, “el cannabidiol se estudia como tratamiento para una amplia gama de afecciones, como la enfermedad de Parkinson, la esquizofrenia, la diabetes, la esclerosis múltiple y la ansiedad, la investigación que respalda los beneficios del fármaco aún es limitada”.
Por su parte, consultada por el Clarín, la doctorsa Ana García Nicora, presidente de la Asociación Civil Cannabis Medicinal Argentina (CAMEDA), afirmó que “existe la falsa creencia de que es la cura milagrosa. Esto no es así. No todos los pacientes responden al cannabis ni lo hacen de la misma manera. En general, el paciente piensa que es inocuo, por lo que hay que trabajar mucho en su acompañamiento y asesoramiento”.
Para el doctor Bauer, también es importante considerar las consecuencias negativas que podría tener este compuesto cannábico, dado que no se cuenta con suficiente información sobre sus efectos. “El uso del cannabidiol también conlleva algunos riesgos. Aunque con frecuencia se tolera bien, el cannabidiol puede causar efectos secundarios, como sequedad en la boca, diarrea, disminución del apetito, somnolencia y fatiga. El cannabidiol también puede interactuar con otros medicamentos que estés tomando, como los anticoagulantes”, advierte.