Muchas personas que padecen de dolor en las articulaciones tienen la creencia de que este malestar se agudiza cada vez que llega el clima frío. Sin embargo, los doctores en medicina aseguran esto solo se trata de un mito, más no de una realidad.
Para el médico traumatólogo, Agustín León, de la Clínica Indisa, esta apreciación solo se trata de una creencia popular, pues no se ha comprobado científicamente la relación que existe entre el clima y las dolencias articulares.
“No hay una causa específica para determinar por qué una persona pudiera tener mayor dolor en el invierno, pero se ha visto que está relacionado con pacientes que tienen algún grado de inflamación, desgaste o artrosis en alguna de las articulaciones”, dijo el traumatólogo León.
Según el especialista en rodillas, existen algunas teorías que vinculan estas dolencias con cambios en la presión atmosférica, variaciones que a su vez generan cambios en tendones, musculatura y otras partes blandas que recubren las articulaciones. “Eso puede producir una mayor tensión de estas estructuras, aumentando la presión dentro de la articulación”, señaló.
Por su parte, Claudio Villagrán, director de la Escuela de Kinesiología de la Universidad Finis Terrae, aseguró que “algunos autores piensan que al bajar la presión atmosférica se expande el líquido sinovial, lo que aumentaría la presión en las articulaciones, generando dolor”.
¿Por qué se produce la artrosis?
A medida que van pasando los años, existe la probabilidad de que con la edad aparezca también la artrosis, que no es otra cosa que un conjunto de problemas articulares, que se caracterizan por el deterioro y la pérdida de cartílago en las articulaciones, alteraciones del tejido subcondral, la zona blanda de los huesos y que se ubica debajo de los cartílagos y distintos compromisos de otras zonas, como la membrana sinovial, fundamental para la lubricación, elasticidad, soporte y funcionamiento de zonas como las rodillas, los tobillos, codos, caderas y muñecas.
Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), la prevalencia global de artrosis es del 47%, siendo la población femenina la más afectada (63%). De hecho, se ha demostrado que las mujeres tienen un riesgo 2,6 veces más alto que los hombres de desarrollar lo que también se conoce como osteoartritis. Las las articulaciones que suelen concentrar estas afecciones son la columna (39%), las rodillas (37%), las manos (15%) y caderas (9%).
Los especialistas explican que se trata de una enfermedad que comúnmente se presenta durante la tercera edad y es la principal causa de discapacidad en esta tapa de la vida. Se le solía denominar Enfermedad Degenerativa Articular (EAD), sin embargo la evidencia ha demostrado que su aparición no se debe únicamente a un desgaste propio del envejecimiento.
Las causas de la artrosis están tan vinculadas al paso de los años como a la exposición a diversos factores de riesgo. Por un lado, la herencia genética, la obesidad, variables reproductivas o la osteoporosis; y por otro, el tipo de trabajo que se ha realizado con el cuerpo, la presencia de traumas articulares o el desarrollo prolongado de deportes de impacto.
En este sentido, el traumatólogo Agustín León explicó que hay pacientes jóvenes que han sufrido alguna fractura articular en brazos o piernas que también pueden presentar una sensación de dolor en dichas zonas cuando la temperatura ambiental es baja. “Tiene que ver con la diferencia de tejido que hay entre un hueso sano y uno cicatrizado. Esa parte puede tener características mecánicas diferentes al resto y, por ende, reaccionar diferente a la presión atmosférica, generando un disconfort”.
Pero el haber sufrido lesiones graves no es la única causa del malestar articular. El frío de por sí provoca que los músculos y tendones se tensen, perdiendo flexibilidad y ralentizando los movimientos. Esa rigidez es la que finalmente causa en dolor en las articulaciones.
La relación del frío con el dolor
El dolor articular no es necesariamente un síntoma de una lesión, pero sí de un desgaste de la zona o el reflejo de una lesión del pasado. Sin embargo, si la molestia se convierte en una constante, principalmente en los adultos mayores, lo recomendable es visitar el médico especialista.
“Son dolores que no tienen ningún otro riesgo más que la incomodidad y el malestar que provocan”, dijo Claudio Villagrán. El problema es que el rendimiento físico puede verse disminuido y “estos dolores podrían llevar a compensaciones mecánicas negativas y generar desbalances o asimetrías musculares, lo que eventualmente desencadenaría algún tipo de lesión del sistema musculoesquelético”, agregó.