La depresión, la ansiedad y los trastornos del comportamiento se encuentran entre las principales causas de enfermedad entre los adolescentes.
La Organización Mundial de la Salud explica que, con frecuencia, en la etapa de la adolescencia se presentan trastornos emocionales. Los trastornos de ansiedad, por ejemplo, pueden presentarse como ataques de pánico o preocupaciones excesivas.
En este grupo de edad, es más común entre los adolescentes mayores. Se estima que el 3,6 % de los adolescentes de 10 a 14 años y el 4,6 % de los de 15 a 19 años padece un trastorno de ansiedad. Sumado a esto, se calcula que el 1,1 % de los adolescentes de 10 a 14 años y el 2,8 % de los de 15 a 19 años padecen depresión.
Tanto la depresión como la ansiedad son trastornos que presentan algunos síntomas iguales, como son cambios rápidos e inesperados en el estado de ánimo. En ocasiones, este tipo de trastornos emocionales pueden dificultar profundamente las actividades cotidianas, como estudiar o cumplir con deberes.
La clínica de salud mental Psi Mammoliti describe la ansiedad como un sentimiento de malestar por un evento que está por suceder. “Es anticipar el futuro con escenarios hipotéticos que son aterradores. La ansiedad es ese sentimiento fatalista que hace creer que aquella presentación en la que tanto trabajó va a salir mal y todos lo señalan con el dedo como un inútil”, detalla el blog de la clínica.
En otras palabras, se trata de una experiencia “desagradable, intensa y excesiva de alerta, de amenaza, de peligro”. Junto a esta experiencia, aparecen diversos síntomas como: temblores, dolor muscular, dolores de cabeza, sudoración, sequedad en la boca, frecuencia cardiaca y respiración acelerada.
¿Cuándo ir al médico?
De acuerdo con el Departamento de Salud y Servicios Humanos de los Estados Unidos, la ansiedad afecta a las personas de forma diferente, y cada trastorno de ansiedad tiene sus propias señales y síntomas. Algunos síntomas de alerta pueden ser:
- Pensamientos ansiosos que son difíciles de controlar, como una preocupación constante sobre que algo malo pasará.
- Síntomas físicos, como latidos intensos o rápidos del corazón, molestias y dolores sin una causa obvia, o problemas para dormir.
- Cambios de comportamiento, como evitar las actividades diarias que solía hacer.