Elegir las bebidas adecuadas en el desayuno puede tener un impacto significativo en nuestro metabolismo y en el proceso de adelgazamiento. Es esencial optar por opciones que impulsen nuestra energía y ayuden a activar el metabolismo para enfrentar el día de manera óptima.

Una de las bebidas más populares para comenzar el día y acelerar el metabolismo es el agua con limón. Beber agua con limón temprano en la mañana puede aportar una dosis de vitamina C y ayudar a limpiar el organismo. Además, se ha demostrado que una buena hidratación mejora la función de las mitocondrias, que son esenciales para generar energía y quemar calorías.

La naranja es rica en vitamina C, la cual es saludable para los cartílagos y para la formación de colágeno. | Foto: &#169 Lew Robertson/FoodPix

Un estudio interesante sugiere que beber dos vasos grandes de agua por la mañana puede aumentar la tasa metabólica de las personas en un 30%, lo que contribuye a quemar más calorías y grasa durante el día.

La toronja es otra opción recomendada para el desayuno, ya que se ha comprobado que ayuda a adelgazar debido a su impacto en la insulina y la pérdida de peso. Su contenido químico reduce los niveles de insulina, lo que favorece la pérdida de peso.

La avena es una gran adición a batidos o zumos de frutas y verduras en el desayuno. Agregar avena a nuestra bebida aumentará la saciedad y evitará comer en exceso durante el día. También es rica en fibra soluble, lo que puede ayudar a reducir el riesgo de acumular grasa abdominal y regular el nivel de azúcar en la sangre.

El café y el té también son opciones que aceleran el metabolismo. La cafeína puede aumentar la tasa metabólica hasta en un 11%, lo que resulta en la quema de calorías adicionales durante el día. El té, especialmente el verde y el rojo, contiene catequinas que también aceleran el metabolismo y favorecen la pérdida de peso.

Los batidos de proteínas son otra alternativa beneficiosa para adelgazar, ya que una dieta alta en proteínas mantiene activo el metabolismo y reduce el apetito. Los batidos de proteínas pueden ser útiles para alcanzar la cantidad diaria recomendada de proteínas.

Además de las bebidas, es importante elegir los alimentos adecuados para acompañar el desayuno. Los huevos, ricos en proteínas y vitaminas, son ideales para perder peso y reducir el apetito. Las frutas, bajas en calorías y ricas en fibra, son una opción saludable para satisfacer los antojos de dulce.

La grasa abdominal es difícil de eliminar. | Foto: Peter Dazeley

Los hábitos en la noche que ayudan a engordar

Ciertos hábitos podrían estar contribuyendo al aumento de grasa abdominal, que es considerada la más peligrosa para la salud. Un equipo de expertos ha identificado cinco malos hábitos nocturnos que podrían estar afectando su bienestar y figura.

Uno de los hábitos más comunes es beber un vaso de leche antes de dormir. Si bien el consumo ocasional puede ayudar a mejorar el sueño gracias al triptófano presente en la leche, optar por la leche entera de manera frecuente puede agregar calorías extras a la dieta, lo que podría resultar en un aumento de la grasa en el vientre.

La leche proporciona entre un 10 % y un 15 % de la ingesta diaria recomendada de vitaminas del complejo B | Foto: Libre de derechos

El uso excesivo del móvil en la cama también afecta el sueño y el ritmo circadiano. La luz azul de las pantallas suprime la melatonina, la hormona del sueño, lo que puede generar desequilibrios hormonales y metabólicos, llevando al cerebro a buscar azúcar e hidratos de carbono refinados para mantenerse despierto.

La cafeína también juega un papel crucial en el descanso nocturno. Consumir cafeína, especialmente a partir del mediodía o unas horas antes de acostarse, puede alterar el sueño y afectar los patrones de descanso. La falta de sueño también puede desencadenar desequilibrios hormonales que aumentan el hambre y pueden llevar a consumir más alimentos poco saludables.

Quedarse despierto viendo la televisión hasta altas horas de la noche también puede ser perjudicial. Un maratón de series o películas puede llevar a comer snacks poco saludables y agregar calorías y grasas saturadas a la dieta, lo que conduce a una ganancia de grasa abdominal.

Por último, cenar demasiado tarde o tener cenas copiosas puede afectar la digestión y provocar problemas gastrointestinales, reflujo, ansiedad y una peor calidad de sueño. Los expertos sugieren cenar al menos 2 o 3 horas antes de acostarse para asegurar una adecuada digestión. Además, un estudio ha revelado que comer y cenar tarde puede reducir el gasto de energía y aumentar el hambre, lo que incrementa la acumulación de grasa visceral.