El intestino es una parte vital del sistema digestivo encargado de procesar los alimentos y absorber los nutrientes necesarios para el funcionamiento del organismo. Debido a las múltiples sustancias a las que está expuesto a menudo, y sobre todo con el paso de la edad, es posible que sufra inflamación tanto en su zona delgada como gruesa.
Precisamente, la inflamación aparece como una respuesta del sistema inmunitario ante una irritación o daño en el revestimiento interno de ese tracto gastrointestinal. Las principales causas de dicho efecto son las enfermedades inflamatorias del intestino (EII) y las infecciones, aunque otras situaciones como alergias o intolerancias alimentarias, efectos secundarios de medicamentos, trastornos autoinmunitarios o patologías como la enfermedad celíaca también pueden originar dicha complicación.
Para tratar algunas enfermedades producto de la inflamación del intestino, precisamente está la mesalazina, un fármaco eficaz y seguro que ha demostrado ser beneficioso para aliviar los síntomas y mantener la remisión en pacientes con afecciones como la enfermedad de Crohn y la colitis ulcerosa, las EII más comunes.
La enfermedad de Crohn puede afectar cualquier parte del tracto gastrointestinal, desde la boca hasta el ano, causando inflamación profunda en la pared intestinal, mientras que la colitis ulcerosa es una inflamación que afecta principalmente al colon y al recto y que genera úlceras en el revestimiento intestinal.
También conocida como 5-aminosalicilato, la mesalazina pertenece al grupo de los antiinflamatorios no esteroideos (AINE). Es un derivado del ácido salicílico, actúa localmente en el intestino y aunque su mecanismo de acción preciso aún no se comprende completamente, se cree que ejerce su efecto antiinflamatorio a nivel celular, reduciendo la producción de sustancias que generan la inflamación.
La mesalazina está disponible en diferentes formas de administración que incluyen los comprimidos que se ingieren por vía oral y pueden liberar el medicamento en diferentes partes del tracto gastrointestinal, dependiendo de su recubrimiento y diseño específico.
También están los supositorios, administrados directamente en el recto y se utilizan para tratar inflamaciones locales como la proctitis. Los enemas se administran por vía rectal y se utilizan para tratar inflamaciones más altas en el colon, mientras que formulaciones de liberación prolongada de mesalazina permiten su acción de forma más lenta y constante, algo que puede ser beneficioso para mantener la remisión a largo plazo.
Es importante destacar que este medicamento debe ser recetado y supervisado por un médico, preferiblemente un especialista en gastroenterología o enfermedades inflamatorias del intestino y nunca se debe automedicar ni cambiar la dosis sin consultar a un profesional de la salud.
Asimismo, es crucial para evitar efectos adversos y lograr la eficacia esperada, respetar la dosis y el horario de administración indicados. No se debe omitir ni duplicar ninguna dosis sin previa autorización médica.
Contraindicaciones de la mesalazina
La mesalazina podría llegar a generar contraindicaciones como dolor abdominal, náuseas, diarrea y dolor de cabeza. Si se presentan efectos secundarios de forma persistente o grave también se recomienda consultar.
En cuanto a la duración del tratamiento con este medicamento puede variar dependiendo de varios factores como la enfermedad específica, la gravedad de los síntomas, la respuesta del paciente al medicamento y las recomendaciones del médico. Sin embargo, generalmente el tratamiento con mesalazina se prescribe para mantener la remisión de la enfermedad y aliviar los síntomas.
La remisión es el período en el que los síntomas están bajo control y la inflamación del intestino está en un estado inactivo o menos activo.
En algunos casos, el tratamiento puede ser a largo plazo, especialmente en pacientes con enfermedades inflamatorias del intestino que tienen episodios recurrentes o crónicos. El objetivo principal en estos casos es evitar recaídas y mantener la remisión durante el mayor tiempo posible para mejorar la calidad de vida del afectado.