Sin duda, hay ciertos alimentos que pueden generar indigestión en el cuerpo al momento de consumirlo, ya sea porque no están adecuados para comer o simplemente porque el cuerpo no soporta sus componentes, como en el caso de la intolerancia a la lactosa.
En el primer caso, se puede desarrollar un trastorno digestivo funcional o colon irritable, el cual puede llegar a ser muy molesto por sus complicaciones como dolor estomacal, frigidez abdominal, reflujo, hinchazón y espasmos, tras comer cebolla y otros alimentos que pueden estar muy condimentados.
Frente a esto, los expertos recomiendan no fritar la cebolla, ni tampoco sofreírla, ya que este proceso activa sus compuestos irritantes para algunas personas.
Para evitar este tipo de problemas se recomienda cortarla y dejarla reposar en zumo de limón, para luego con prepararla solo en agua durante 15 minutos en fuego bajo, una vez lista puede sumergirla en jugo cítrico como en zumo de limón.
Por otra parte, dejarla en vinagre blanco o leche durante al menos 30 minutos, ayuda a mitigar los efectos corrosivos tanto para ojos, como para el colon y estómago.
No obstante, los nutricionistas no aconseja dejarla de lado en su dieta, ya que aporta gran cantidad de flavonoides, los cuales actúan como potentes antioxidantes. Al igual que en la cebolla, se pueden encontrar en frutas, verduras y especias, ayudando al sistema inmunológico.
Gracias a sus propiedades antiinflamatorias, se aconseja consumirla preferiblemente cruda para preservar sus nutrientes. Sin embargo, si nota alguna reacción adversa, deje de ingerirla y acuda a un médico para que le dé un diagnóstico certero.