La papa es un alimento básico en muchas dietas alrededor del mundo; este, además de ser versátil en la cocina, posee una gran cantidad de propiedades medicinales y nutricionales que contribuyen a la salud.

A propósito, el Instituto Nacional Autónomo de Investigaciones Agropecuarias (Iniap) menciona que este tubérculo no solo es una fuente importante de energía, sino que también aporta una variedad de nutrientes esenciales.

“Las papas frescas son virtualmente libres de grasa y colesterol. El contenido de proteína en el tubérculo es bajo y esta tiene un excelente valor biológico, comparable a la del huevo”, señala el artículo del Iniap.

La papa es rica en nutrientes. | Foto: Getty Images

Asimismo, el instituto indica que una papa de tamaño mediano aporta con el 26 % del requerimiento diario de cobre; del 17 al 18 % potasio, fósforo, hierro; y entre el 5 al 1 3% zinc, magnesio, y manganeso; y hasta el 50 % vitamina C.

Y concluye: “Las papas de color amarillas y rojas – moradas tienen un alto contenido de antioxidantes que ayudan a prevenir las enfermedades cardiovasculares, diabetes, cáncer y la degeneración de la visión”.

Cabe mencionar que este tubérculo es rico en carbohidratos complejos, principalmente en forma de almidón, que son una fuente de energía duradera. Los carbohidratos complejos se digieren más lentamente que los simples, lo que ayuda a mantener niveles estables de azúcar en la sangre y proporciona una energía sostenida.

La papa es un alimento básico en muchas dietas. | Foto: Neustockimages

También contienen antioxidantes, como los flavonoides y carotenoides, que ayudan a combatir el estrés oxidativo en el cuerpo. Los antioxidantes neutralizan los radicales libres, que son moléculas inestables que pueden causar daño celular y contribuir a enfermedades crónicas.

El contenido de potasio y las vitaminas del complejo B en las papas también contribuyen a reducir la inflamación. Esto es beneficioso para personas que sufren de condiciones inflamatorias crónicas, como la artritis. Asimismo, ayuda a equilibrar los niveles de sodio en el cuerpo, lo cual es crucial para el control de la presión arterial.