El consumo de licor y otras bebidas alcohólicas es una práctica común en muchas culturas alrededor del mundo. Sin embargo, el alcohol es una sustancia que afecta el sistema nervioso central y puede llevar a la embriaguez, una condición que puede tener efectos tanto físicos como mentales.
El alcohol presente en las bebidas como la cerveza, el vino, el ron, el aguardiente, entre otros, es una sustancia psicoactiva con efectos sobre el sistema nervioso central. Cuando se consume alcohol este es absorbido por el torrente sanguíneo a través del estómago y el intestino delgado y luego se distribuye a todos los órganos y tejidos del cuerpo, incluido el cerebro.
El alcohol actúa como un depresor del sistema nervioso central, lo que significa que ralentiza la actividad cerebral y afecta la capacidad del cerebro para enviar y recibir mensajes.
Esto da lugar a una serie de efectos, como relajación, desinhibición, euforia y pérdida de coordinación tanto en las ideas como en los movimientos; es lo que se le conoce como embriagarse o emborracharse y tiene consecuencias como:
- Habla arrastrada: el habla puede volverse ininteligible o arrastrado debido al efecto del alcohol en el sistema nervioso central.
- Visión dificultosa: la visión puede volverse borrosa o afectada por la embriaguez.
- Falta de coordinación: la falta de coordinación motora puede dificultar el caminar o realizar movimientos precisos.
- Comportamiento desinhibido: las personas pueden actuar de manera más audaz o sin considerar las consecuencias.
Esta serie de consecuencias que trae el exceso de licor y que en muchas ocasiones puede hasta generar graves accidentes o problemas sociales, ha hecho que muchas personas busquen las maneras de consumir licor, no privarse de pasar un momento placentero, pero sin padecer sus efectos inmediatos como la embriaguez o incluso posteriores como la resaca o denominado “guayabo”. Por ello recurren especialmente a la alimentación.
Si bien no hay alimentos que puedan eliminar por completo la embriaguez, hay algunos que pueden ayudar a reducir la absorción de alcohol y mitigar sus efectos. Algunos productos recomendados antes de beber alcohol incluyen:
- Alimentos ricos en grasas y proteínas: carnes magras, aguacate, nueces y semillas, pueden ayudar a ralentizar la absorción del alcohol en el cuerpo.
- Hidratos de carbono complejos: el arroz integral, pan integral y la pasta pueden ayudar a mantener los niveles de azúcar en sangre estables, lo que puede reducir el efecto del alcohol.
- Bebidas con electrolitos: consumir bebidas con electrolitos antes de ingerir alcohol puede ayudar a mantener el equilibrio de líquidos en el cuerpo y reducir la deshidratación, uno de los principales causantes de la resaca.
Si se planea consumir alcohol, es importante hacerlo de manera responsable y estar atento a sus efectos en el cuerpo. Bajo estado del alcohol siempre es imperativo evitar conducir o realizar actividades peligrosas que puedan poner en riesgo la vida propia o de los demás y buscar ayuda oportuna si se necesita.
Otros efectos del consumo de licor
Además de las complicaciones de salud pasajeras, la ingesta frecuente de bebidas alcohólicas puede traer consecuencias mucho más graves para el organismo a largo plazo. Por ejemplo, para el hígado.
Este órgano es el responsable de metabolizar y eliminar el alcohol del cuerpo. El consumo excesivo y prolongado de alcohol puede dañarlo y provocar enfermedades como la esteatosis hepática (hígado graso), la hepatitis alcohólica, la cirrosis y otros trastornos.
En cuanto a la salud cardiovascular, el abuso de alcohol en el corto plazo puede dilatar los vasos sanguíneos y aumentar la frecuencia cardíaca, lo que puede generar una sensación de calor y enrojecimiento en la piel. Sin embargo, el consumo crónico y excesivo puede aumentar el riesgo de hipertensión arterial, cardiopatías y accidentes cerebrovasculares.
De igual manera, en el sistema digestivo, el alcohol puede irritar el revestimiento del estómago e intestino, lo que puede causar gastritis y aumentar el riesgo de úlceras y hemorragias. También puede alterar la absorción de nutrientes y afectar la función del páncreas, lo que puede conducir a trastornos de esta estructura.