La gastritis es una afección común que afecta el revestimiento del estómago, causando inflamación y, en algunos casos, erosión del tejido. Esta condición puede ser incómoda y desafiante, pero comprender qué es la gastritis, por qué ocurre y cómo la dieta puede desempeñar un papel importante en su manejo es esencial para aliviar los síntomas y promover la curación.
Los síntomas típicos de la gastritis incluyen dolor abdominal, acidez, náuseas e incluso vómitos en algunos casos y se puede producir tras la infección por la bacteria Helicobacter pylori, esta es una de las principales causas.
El uso prolongado de medicamentos antiinflamatorios no esteroides (AINEs) y el consumo excesivo de alcohol también pueden dañar el tejido gástrico y causar inflamación.
Ante una situación que puede ser de suma gravedad si no se trata a tiempo, la alimentación juega un papel relevante, pues podría incrementar los síntomas o prolongar mucho más de lo esperado la curación del revestimiento gástrico. Algunas pautas que pueden seguirse son:
- Alimentos blandos: se debe optar por alimentos suaves y de fácil digestión como puré de papas, arroz, manzanas cocidas y plátanos.
- Fibra soluble: alimentos ricos en fibra soluble como avena y legumbres, pueden ser más fáciles de tolerar.
- Proteínas magras: se puede incorporar proteínas magras como pollo, pavo y pescado.
- Lácteos bajos en grasa: se recomiendan lácteos bajos en grasa como yogur y leche desnatada.
- Evitar alimentos picantes y ácidos: estos productos pueden irritar el revestimiento gástrico y empeorar los síntomas.
- Limitar la cafeína y el alcohol: la ingesta de café y el consumo excesivo de alcohol puede agravar la situación.
- Pequeñas comidas frecuentes: se debe comer porciones más pequeñas y con mayor frecuencia en lugar de grandes comidas.
- Evitar alimentos grasos: los alimentos altos en grasa pueden aumentar la producción de ácido gástrico y empeorar los síntomas.
Si una gastritis no se maneja adecuadamente, puede llevar a una serie de complicaciones y problemas de salud más graves. Por ejemplo, la inflamación crónica del revestimiento gástrico puede dar lugar a la formación de úlceras pépticas en el estómago o en el duodeno (la primera parte del intestino delgado).
Estas úlceras pueden causar dolor abdominal intenso, sangrado e incluso perforación del órgano, lo que puede ser una emergencia médica.
Asimismo, la inflamación crónica y la erosión del revestimiento gástrico pueden provocar sangrado en el estómago. Este sangrado puede ser visible en las heces (melena) o puede ser interno y manifestarse como anemia o debilidad.
La misma inflamación prolongada en el píloro, que es la válvula entre el estómago y el intestino delgado, puede provocar estrechamiento de esta área causando dificultad para que los alimentos pasen del estómago al intestino delgado.
La complicación puede avanzar y dañar permanentemente las células que producen ácido gástrico. Esto puede dar lugar a una afección llamada gastritis atrófica, que aumenta el riesgo de desarrollar cáncer gástrico.
Es importante abordar la gastritis de manera adecuada y seguir las recomendaciones de un profesional de la salud. Si se experimentan síntomas persistentes de gastritis, es fundamental buscar atención médica para recibir un diagnóstico preciso y un plan de tratamiento efectivo. El manejo temprano y adecuado de la gastritis puede ayudar a prevenir complicaciones y a mantener la salud digestiva a largo plazo.
En oposición, puede resultar bastante problemático para el control de la gastritis los cítricos y en general los alimentos ácidos, la cafeína, las comidas fritas y altas en grasas, así como platos muy condimentados, en grandes porciones, bebidas carbonatadas y altos en fibra insoluble.
Cada persona puede tener diferentes niveles de tolerancia a estos alimentos. Algunas personas pueden ser más sensibles a ciertos alimentos que otras. Además, las recomendaciones dietéticas pueden variar según la gravedad de la gastritis y la respuesta individual.