La ascitis, o filtración de líquido ascítico (con proteínas de la sangre) en el abdomen, se caracteriza por no manifestarse con dolor, pero sí con aumentar el perímetro de la cintura y el peso de las personas, además, en algunos casos, el ombligo y los tobillos pueden hincharse. También, cuando implica mayor gravedad, comprime los pulmones y genera dificultad respiratoria.

La ascitis suele provocar el crecimiento anormal del abdomen. | Foto: Getty Images

Sin embargo, la ascitis no es una enfermedad en sí misma, sino la manifestación de otras diferentes y, en ocasiones, más severas condiciones. De acuerdo con el manual MSD, “la causa más frecuente de la ascitis es la hepatopatía”, o sea, un conjunto de enfermedades del hígado como hepatitis o esteatosis hepática, más conocida como hígado graso. Y, sobre todo, la cirrosis, una enfermedad que, por lo general, es consecuencia del consumo excesivo de alcohol.

En estos casos, la ascitis aparece por un problema de hipertensión portal, es decir, cuando aumenta la presión sanguínea en la vena portal, la que conecta el hígado con el intestino, producto de la cirrosis. Entonces, el líquido ascítico se permea y empieza a acumularse en el abdomen de la persona. La hipertensión portal, por su parte, puede causarse también por retención de líquidos en los riñones.

Otras causas asociadas con las ascitis son algunas enfermedades del hígado, el cáncer, insuficiencia cardíaca, falla renal, inflamación del páncreas o pancreatitis, y menos común, la tuberculosis.

La cirrosis es, por lo general, la causa subyacente de la ascitis. | Foto: yodiyim/Getty Images

De acuerdo con un artículo del Servicio de Hepatología del Institut de Malalties Digestives, del Hospital Clínic, de la Universidad de Barcelona, “la ascitis es la complicación más frecuente de la cirrosis hepática. El aumento de la presión intraabdominal por el acúmulo de líquido lleva a la formación de hernias umbilicales y escrotales, que ocasionalmente pueden complicarse y requerir cirugía urgente”.

En el mismo documento son enfáticos en aclarar que “el tratamiento de elección en los pacientes con ascitis es el trasplante hepático, especialmente cuando existen datos sugestivos de mal pronóstico, como el deterioro de la función renal, la hiponatremia o la activación de sistemas vasoconstrictores endógenos”.

El alcoholismo pueden causar a largo plazo cirrosis.

Con lo que se refieren a que, las personas que presenten este síntoma, y tienen historial de alcoholismo, deben ser ingresados en una lista de espera para trasplante de hígado, siempre que abandonen su adicción y se sometan a una dieta libre sodio. La recomendación es consumir alcohol con moderación, no hacerlo de forma diaria, sino eventual y en bajas dosis, pensando en la salud hepática.

En los casos menos graves, el tratamiento básico para la ascitis consiste en una dieta baja en sodio, según el MSD, de máximo 2000 mg o menos de sodio por día. Y, cuando la dieta resulta ineficaz, otra opción es administrar fármacos diuréticos, entre ellos la espironolactona o la furosemida, puesto exigen a los riñones filtrar más sodio y agua en la orina, logrando mejorar la salud del organismo.