La medicina genética avanza en direcciones cada vez más lejanas y ambiciosas, ahora gracias a la biología molecular, se está estudiando el poder rejuvenecedor de una estructura que está unida a los cromosomas del ADN humanos, se trata de los telómeros.
Hoy se estudian estar microestructuras genéticas siguiendo los descubrimientos de grandes científicos biomédicos, como las biólogas Elizabeth Blackburn y Carolyn Widney, quienes en 2009 ganaron el Premio Nobel de Fisiología y Medicina por “por su descripción molecular de los telómeros y la identificación del enzima telomerasa”. En su investigación, las científicas arrojaron luz sobre esa parte del cromosoma humano relacionada con el envejecimiento de las células, sumándose a los estudios sobre la relación entre la genética y la longevidad.
¿Qué son los telómeros y cuál es su función?
Como se sabe, cada célula del cuerpo humano contiene 23 pares de cromosomas en los que está cifrado el ADN, pues bien, en los extremos de cada cromosoma se encuentran los telómeros y cumplen con la función de protegerlos y mantener la estabilidad cromosómica.
En detalle, los telómeros son secuencias especiales del ADN que impiden que el cromosoma se rompa o se dañe. Cada vez que la célula se divide, los telómeros también se dividen. Pero a veces se vuelven más cortos. Y a medida que se hacen más cortos, funciona como un reloj para la célula que está contando para saber qué edad tiene, y así puede limitar las veces que la célula puede dividirse sin perder algunas de las partes importantes del ADN del cromosoma. Es decir, los telómeros entre más cortos menos posibilidades ofrecen de que una célula mantenga su longevidad, y cuando estas estructuras dejan de proteger el cromosoma, la célula está condenada a morir.
Por esta particular función biológica, en diferentes investigaciones científicas se ha observado que la longevidad está directamente relacionada con la longitud de los telómeros. Estos, con cada división celular, se van acortando, lo que hace que las células envejezcan.
¿Qué actos acortan la longitud de los telómeros?
En este sentido, las investigaciones han demostrado que algunos comportamientos y hábitos acortan la longitud de los telómeros, entre estos, fumar puede afectar directamente a los telómeros, ya que en los fumadores el proceso de recorte se acelera. Una mala dieta también puede impactar sobre la capacidad de regeneración de los tejidos. Por otro lado, se sabe de la existencia de la telomerasa, una enzima que combate el acortamiento de los telómeros, cuya producción se puede ver alterada por el estrés.
Igualmente, todas estas situaciones externas influyen directamente en el acortamiento de los telómeros, por eso, hay personas que por su estilo de vida pueden ser “viejas” a los 35 años, mientras que otras están en plena forma, incluso en la tercera edad. Por ello, la necesidad de conocer la longitud de los telómeros es importante para conocer la salud de las personas.
Al respecto, se ha creado un test sanguíneo, desarrollado por la investigadora María Blasco y su equipo del Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas (CNIO), que es capaz de medir la longitud de los telómeros y de predecir así el riesgo de sufrir enfermedades relacionadas con la edad.
Avances en biomedicina
Una línea de investigación biomédica estudia vías alternativas para conseguir procesos que permitan rejuvenecer las células, algo que llama mucho la atención en una sociedad cada vez más longeva, con mayorías de adultos y tercera edad. Un caso destacado es la medicina regenerativa, que está investigando la “reprogramación genética”, un proceso mediante el cual se conseguiría reiniciar las células desgastadas para devolverlas a su estado embrionario. El premio Nobel de la Medicina Shinya Yamanaka lo consiguió manipulando los interruptores celulares (que le permiten activar unos genes y desactivar otros) para borrar la marca creada por la experiencia. Pero por el momento, todo está en fase experimental.
También conocida como medicina antiedad, existe otro caso llamativo que se ha propuesto, se trata de la transfusión de plasma sanguíneo de personas jóvenes. Este método se empezó a explorar en 2014, después de que Tony Wyss-Coray, investigador de la Universidad de Stanford, demostrara que los ratones viejos tienen un mayor crecimiento de neuronas y más memoria tras diez transfusiones de sangre de ratones jóvenes. De nuevo, ninguna de estas hipótesis se ha llevado a escalas humanas, pero todo indica que puede resultar exitoso. De hecho, recientemente se han publicado algunos estudios que han reportado mejoras en la capacidad para recordar tareas esenciales en enfermos de Alzheimer tras recibir transfusiones de sangre de personas de entre 18 y 30 años.