Cuando una persona no siente hambre, además de náuseas o pesadez, lo más probable es que el cuerpo muestre falta de apetito. En cuanto a las razones más habituales que pueden provocar falta de apetito, se encuentran los siguientes:

Intoxicación: Si una persona ha consumido alimentos en mal estado o está intoxicada con grandes cantidades de alcohol, puede producir falta de apetito.

Enfermedades crónicas: Las enfermedades graves pueden afectar significativamente el sistema digestivo. Este síntoma puede ir acompañado de fatiga y malestar general.

Llenura: Cuando se come demasiado o se combinan mal los alimentos, tu cuerpo puede llenarse, haciendo que no quieras comer más. En este sentido, el sistema digestivo debe descansar.

Enfermedades infecciosas: Las enfermedades infecciosas también pueden afectar el sistema digestivo, provocando que dure días y provocando fatiga.

Las enfermedades infecciosas también pueden afectar el sistema digestivo, provocando que dure días y provocando fatiga.

Aunque este trastorno es temporal, el portal Mundo Deportivo explica que existen diversas vitaminas y remedios naturales que pueden ayudar a combatirlo. Sin embargo, antes de acudir a cualquiera de ellos lo mejor es consultar con su médico.

Este nutriente debe ser consumido constantemente. Sin embargo, en personas mayores se debe reponer con suplementos o alimentos fortificados.

Este nutriente debe ser consumido constantemente. Sin embargo, en personas mayores se debe reponer con suplementos o alimentos fortificados. | Foto: eyenigelen

¿Qué pasa en el cuerpo si no se consume B12?

La vitamina B12, también conocida como cobalamina, es una sustancia esencial para el buen funcionamiento del cuerpo humano. Forma parte del complejo de vitamina B y desempeña un papel crucial en diversas funciones vitales del organismo.

Es un compuesto soluble en agua que es beneficioso para la síntesis de ADN, la formación de glóbulos rojos, la función del sistema nervioso y el metabolismo de proteínas y grasas. A diferencia de algunas vitaminas liposolubles, como la vitamina A o la vitamina D, en el caso de la vitamina B12, el organismo no puede almacenarla en grandes cantidades, por lo que cualquier exceso innecesario será excretado a través de la orina.

Esta vitamina se forma principalmente a través de procesos biológicos llevados a cabo por bacterias y microorganismos que se encuentran naturalmente en el suelo, así como en los intestinos de algunos animales, lo que conduce a la acumulación de vitamina B12 en sus tejidos y alimentos.

Por esta razón, la vitamina se puede encontrar a menudo en productos animales como la carne de res, el pollo y el pescado, pero especialmente en el salmón y el atún; Además de la leche, también en los huevos y productos lácteos como el yogur y el queso.

Para algunas personas, cuando la comida no es suficiente para aportar niveles suficientes de esta vitamina, tienen que recurrir a suplementos, siempre recomendados por un profesional. Estos productos suelen estar disponibles en diversas formas, como tabletas, cápsulas, gotas o aerosoles nasales, y pueden contener cianocobalamina (la forma sintética más común) o metilcobalamina (la forma activa de la vitamina B12).

Para algunas personas, cuando la comida no es suficiente para aportar niveles suficientes de esta vitamina, tienen que recurrir a suplementos. | Foto: Getty Images

Para las personas que siguen una dieta vegetariana o vegana y necesitan una fuente adicional de esta vitamina, los alimentos fortificados son casi siempre la mejor opción. Algunos alimentos procesados, como los cereales para el desayuno, las leches vegetales y los alimentos de origen vegetal, padecen esta afección.

En casos de deficiencia grave de esta vitamina se utilizan métodos de obtención como inyecciones intramusculares y suplementos sublinguales. Se colocan debajo de la lengua y se absorben a través de las membranas mucosas, lo que permite una absorción más rápida que las tabletas orales tradicionales.

Antes de comenzar a tomar cualquier suplemento de vitamina B12, es importante consultar con su médico o dietista registrado para determinar si es necesario y determinar la dosis adecuada según sus necesidades individuales.