El Síndrome del Impostor también conocido como el ‘Síndrome de Fraude’, es un trastorno psicológico que consiste en la negación de la capacidad propia. Es una sensación permanente, describen algunos psicólogos, de no estar nunca a la altura de las cosas, no ser suficientemente buenos o competentes.

Beatriz Eugenia Guzmán, psicóloga y docente de la Universidad San Buenaventura, sostiene que el paciente o la persona que lo padece se siente como una especie de fraude.

Este síndrome que puede aparecer en ciertas etapas de la vida, especialmente en un ámbito muy competitivo como el colegio o el trabajo, puede también presentarse a nivel familiar, interpersonal o social.

“Puede ser momentáneo, es decir en una etapa específica de la vida, pero hay personas que empeoran con el tiempo y deben recurrir a psicoterapia regular, una o dos veces por semana, con un especialista”, subraya Guzmán.

Agrega que quien sufre este síndrome se caracteriza por ser muy perfeccionista, rígido y duro consigo mismo, además de tener un gran temor a ser descubierto como impostor o mentiroso. “Son su propio verdugo”, reitera.

Esto se puede volver realmente un problema porque este patrón de pensamiento desigualador sobre sí mismo puede impedir que tengan una vida plena, con una familia, porque no aman, no se casan.

Por su parte, Gloria Pedraza, psicóloga referente de salud mental de la Secretaría de Salud de Palmira, señala que hasta el momento en que se conoció el trastorno de Sofía Petro, hija del presidente Gustavo Petro, nadie hablaba de este síndrome. Pero, indicó, es más común de lo que se piensa, especialmente en las mujeres.

La psicóloga explica, además, que existen algunos síntomas que pueden ayudar a identificarlo, como son temor a mostrar debilidades personales, miedo a perder la posición social, pensamientos negativos sobre sí mismo como, por ejemplo, creer que no es capaz, no estar dando lo suficiente y no valorar sus propios logros pese a tener grandes capacidades e inteligencia.

“La persona con este síndrome tiene un sufrimiento interno, porque siente que no está dando lo suficiente”, sostuvo la especialista.

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No es un diagnóstico

El neuropsicólogo Carlos Dorado, director de la maestría de Neuropsicología, de la Pontificia Universidad Javeriana de Cali, señala, por su parte, que el síndrome del impostor no se ha configurado como un diagnóstico psiquiátrico, ni psicológico.

“No existe un código dentro de los manuales estadísticos y diagnósticos de los trastornos por enfermedades mentales, que plantee ese diagnóstico que está muy ligado a otros temas o características psicológicas, como por ejemplo, personas con falta de confianza y baja autoestima”, precisa.

Añade que se observa en personas con características muy perfeccionistas, que siempre están buscando la mejor respuesta, el mejor punto de elaboración de algo: un proyecto, trabajo o actividad.

Se ha encontrado, igualmente, que estas características también están muy ligadas a otros aspectos como ansiedad y depresión.

“Entonces, digamos, que se configura como un conjunto de síntomas y características de personalidad que hacen que los individuos presenten como una especie de negación hacia ciertas situaciones de éxito”, expresa el docente.

También está muy asociado al reconocimiento, de ahí que cuando les va bien siempre lo relacionan o justifican con otras situaciones como la suerte, u otras habilidades como un trabajo arduo, pero nunca reconocen sus capacidades. Esto, según Dorado, es un factor característico de esta situación:

“Este síndrome como tal tiene muy poca trayectoria, ni siquiera configura un diagnóstico, pero curiosamente muchas personas han logrado identificarse con estas situaciones: un individuo que no identifica sus habilidades, capacidades o destrezas, se siente inseguro frente a los retos nuevos o cambio de trabajo. Se siente sin méritos para realizarlo y cuando las cosas salen bien, lo atañen a otra situación, no directamente a su capacidad”.

Básicamente, dicen los expertos, está ligado a esa capacidad de internalizar la percepción de competencia y talento, lo que termina por afectar su contexto personal como profesional porque se sentirá cohibido para aspirar a un cargo mejor.

También coinciden en que muchos de los pacientes que desarrollan este trastorno tuvieron una crianza dura en la que no se reconocían los logros o los comparaban todo el tiempo porque nada era suficiente, o cuyos padres son ‘astro exitosos’.

Primera vez

En 1978 fue identificado por primera vez el Síndrome del Impostor, por las psicólogas Pauline Rose Clance y Suzanne Imes. Ellas encontraron que varias mujeres, no obstante ser exitosas en sus profesiones, sentían que no eran lo suficientemente buenas, no merecían el trabajo, un aumento salarial o cualquier otro tipo de reconocimiento. Estas mujeres presentaban gran dificultad para reconocer su valía en el campo personal y profesional.

Cabe anotar que la escala de identificación del síndrome del impostor (Clance Impostor Phenomenon Scale) fue desarrollada por estas dos profesionales.

para encontrar una solución a este trastorno.
El síndrome es más prevalente en mujeres que en hombres, pues algunos estudios realizados muestran que al menos un 18 % de ellas presentan esta situación.

Desde la psicología social se ha explicado esta tendencia, que estaría relacionada al lugar que históricamente ha ocupado la mujer en las sociedades en la que los hombres han liderado los cargos importantes, es decir, este síndrome está muy ligado al contexto social.