La escritora colombiana que tiene al continente hablando sobre culpa sexual versus derecho al placer, comparte sus reflexiones más urgentes.
¿Qué fue lo peor de la educación sexual que recibimos en Colombia?
La educación sexual ha sido religiosa y poco basada en la cultura científica, lo cual es grave. Se habla mucho de anticoncepción, pero no de derechos sexuales. Otro asunto preocupante es que se ha patologizado al violador, con un sesgo racista y clasista además, cuando en Colombia las cifras demuestran que el 70 % de los abusos sexuales se presentan en el ámbito privado, íntimo, familiar. Nos han advertido sobre un violador de callejón oscuro, hombre bárbaro, enfermo y con una cobra tatuada en el brazo, lo cual hace difícil reconocer que el violador suele ser un miembro de tu familia o de tu círculo de confianza.
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¿Qué nos falta enseñar?
La cultura del “NO”. Las leyes también están diseñadas con la idea del violador de callejón y cobra en el brazo, como ocurrió con ‘La Manada’ -jóvenes, blancos y apuestos que violaron en grupo a una mujer en España-. Como no la golpearon ellos argumentaron que “no fueron violentos”. Pero cualquier situación donde no haya consentimiento pleno es violencia sexual. Cuando
hay amor, cuando hay cercanía, cuando hay pareja, es aún más
difícil reconocer los límites del abuso, prevenirlo y denunciarlo públicamente.
¿Amantes deficientes es lo que la cultura machista y la pobre educación sexual producen?
Ese modelo deja de lado el placer de la mujer, pero para los hombres tampoco es tan placentero. Nos han desfigurado la sexualidad, nos han enseñado un libreto reproductivo sin placer y sin consentimiento. Este libreto excluye la posibilidad de verbalizar el placer y eso es un gran problema para el consentimiento. Porque si no decimos lo que queremos ni lo que no queremos, caemos en una zona gris. Las relaciones no son un contrato cerrado sino un acuerdo renovable todo el tiempo, se puede decir que no, pero no es fácil para las mujeres. El libreto es estricto, pero peor para la mujer.
¿Por qué para las mujeres es más difícil hacer valer el “NO”?
Todavía hay medios que titulan “La mató porque dijo que no”. “La violó porque estaba sola en la noche”. Recordemos que con el caso de Rosa Elvira Cely se dijo: “¿Qué hacía ella en un lugar peligroso a esa hora? ¿Qué hacía ella saliendo con alguien que no conocía?”. Se pone la carga sobre la víctima.
¿La culpa sexual es muy colombiana? O lectores de otros países
le dicen que la sienten igual de fuerte...
Siempre imaginé que el libro era muy difícil de trasladar a otros países y no, la culpa es muy transversal. Hay algo muy interesante: la culpa es una construcción del patriarcado y no es necesario que te digan a cada rato que debes sentir culpa. Las mujeres incorporamos a tal punto la culpa que somos nuestro propio ESMAD, el sistema patriarcal lo hemos bebido desde que nacemos por todos los medios, es un poder de control muy eficiente. No necesita panóptico.
¿Para qué nos quieren tan llenas de culpa?
La mujer sin placer es más sumisa. Y como el sistema busca que nos ocupemos del trabajo no remunerado, nos casemos y tengamos hijos, había que vendernos la idea de que no teníamos derecho al placer. El placer es concretar un deseo, pero a nosotras no nos hablaron de deseos sino de deberes: ser madres, mujeres prudentes, etc. Nuestra vida, para el sistema patriarcal, se basa en deberes, y en ser castigadas y fiscalizadas si buscamos el placer.
En su libro usted hace una suerte de autobiografía de su propio deseo, y allí narra cómo ha sido su búsqueda. ¿Ya obtuvo las respuestas que necesitaba o sigue buscándolas?
Me gusta eso de “autobiografía del deseo”, como lo dices, llevo mucho tiempo trabajando, en terapia individual y en lo colectivo, esas preguntas sobre el deseo. No lo tengo resuelto y yo intuyo que seguiré sin resolverlo del todo, pero abrazo esa incertidumbre y esas contradicciones. Esta es una búsqueda colectiva, estamos indagando por formas más placenteras, estamos descubriendo el cuerpo, estamos pensando en cómo habitamos este patriarcado. No tenemos hoja de ruta, pero vamos en camino.
De todo lo que le han dicho sus lectoras, ¿qué se repite?
Recibo ocho mensajes al día, en promedio. Lo que más se repite es “Me sentí identificada”. También que después de leer el libro se sintieron motivadas a tocarse de otras maneras. Me parece descorazonador que sea común que tantas mujeres hayan pasado por experiencias sexuales nefastas.
Un lema feminista para esculpir en bronce:
Lo personal es político.
El libro 'Tirar y vivir sin culpa'
Este libro no es un ensayo sobre el feminismo, tampoco es ficción y no podría definirse como autoayuda. Es el testimonio de una mujer joven que cuenta, muchas veces desde la rabia, otras desde el dolor y el humor, cómo la culpa ha moldeado, censurado y limitado el deseo y el placer femenino.
María del Mar Ramón habla en este libro de pajas, de pornografía, narra la violencia, describe desórdenes alimenticios, reflexiona sobre el consentimiento, el sexo, el amor y la amistad.
María del Mar es una feminista colombiana, residente en Argentina desde 2012. Cofundadora de la ONG Red De Mujeres, cocreadora del colectivo feminista colombiano 'Las Viejas Verdes' y del Proyecto internacional 'YoutuberBeach Camp'. Autora del cuento 'El deseo es una cicatriz', publicado en la antología 'Cuerpos' (Seix Barral, 2019). Coordina el proyecto ‘Fanáticas de los boliches', que tiene como objetivo llevar la perspectiva de género a los lugares de rumba. Esta iniciativa fue destacada por los diarios El Clarín y La Nación. Publica con regularidad en medios como Nómada, Volcánica, Página12 y Playboy Colombia y en el portal feminista argentino LATFEM.
En breve
Un mito por derribar: El hombre propone, la mujer dispone.
Una palabra para ellos en la cama: Escuchar, preguntar, dialogar.
Una palabra para ellas en la cama: Verbalizar el deseo.
Cómo ser un “mal polvo”: Pensando en que se coge para ser más macho y que se es más macho si se tiene la verga dura y se penetra durante más tiempo. Si no se pregunta a la otra persona qué le gusta, si no se registra su placer.
Cómo ser un ”mejor polvo”: Preguntando, escuchando, entendiendo que en el sexo no hay libretos sino que buscamos darnos placer y hacer lo que nos gusta.
Lo bueno del porno: Que calienta, que puede ser genial para representar buenas prácticas del consentimiento, que es ilimitado en la representación de deseos y fantasías, que podría representar y erotizar distintas corporalidades, que se esta haciendo porno feminista y postporno.
Lo indeseable del porno: Que es una industria muy poco ética, con muchas dinámicas de explotación y que ha sido históricamente el porno tradicional muy falocéntrico, ha excluido la diversidad corporal y se perdió de representar una multiplicidad de prácticas sexuales, pero está cambiando. Lo estamos hackeando.
Una película feminista que todos deberían ver: 'Booksmart'.
Una autora feminista por leer: Ángela Davis, Silvia Federici.
Una banda sonora para el amor igualitario: 'Virus'.