La cocina es uno de los espacios del hogar que más energía consume. A menudo, pequeños descuidos o hábitos cotidianos que parecen inofensivos pueden resultar en un aumento significativo en las facturas de electricidad o gas. En un contexto donde la eficiencia energética y la sostenibilidad son cada vez más importantes, es crucial tomar conciencia de qué prácticas están elevando el consumo sin que nos demos cuenta.
Uno de los principales factores que contribuyen al aumento del consumo energético en la cocina es el uso excesivo o incorrecto de grandes electrodomésticos, como el horno o el microondas. Por ejemplo, muchas personas tienden a encender el horno para tareas pequeñas, como recalentar una porción de comida o cocinar algo que podría hacerse en una sartén.
Para optimizar el uso de energía, es mejor utilizar el horno solo para grandes cantidades de alimentos o recetas que realmente lo requieran. Además, al cocinar en este aparato, es eficiente aprovechar al máximo su capacidad y preparar varios platillos a la vez. Si se trata de recalentar comidas, el microondas puede ser una opción más eficiente en términos de energía, ya que utiliza menos y tiempo para cumplir la misma función.
Dejar los electrodomésticos enchufados
Es común dejar los electrodomésticos pequeños, como licuadoras, cafeteras o tostadoras, enchufados todo el tiempo, aunque no se estén utilizando. Aunque parezca insignificante, estos dispositivos en modo de espera consumen energía constantemente.
Desenchufar los que no se estén usando es un hábito sencillo pero muy efectivo para reducir el consumo energético. Algunos estudios sugieren que entre un 5% y un 10% del consumo de energía de un hogar proviene de los aparatos en modo stand-by. Instalar regletas con interruptores puede facilitar esta tarea y ayudar a cortar la corriente de varios dispositivos a la vez.
No aprovechar el calor residual
Al apagar el horno o la estufa inmediatamente después de que el alimento esté cocido, muchas personas desaprovechan el calor residual que queda en estos aparatos. Tanto las placas eléctricas como los hornos conservan calor durante varios minutos después de apagarse, lo que podría ser suficiente para terminar la cocción de los alimentos sin necesidad de seguir consumiendo energía.
Apagar estos electrodomésticos unos minutos antes de que la comida esté lista es una forma efectiva de aprovechar el calor residual. Este hábito, si se adopta de manera regular, puede hacer una diferencia considerable en la factura de energía a lo largo del tiempo.
Uso excesivo del horno eléctrico para descongelar
Otro error común es utilizar el horno o el microondas para descongelar alimentos en lugar de dejarlos descongelar naturalmente. Si bien estos dispositivos son eficientes en la cocción rápida, utilizarlos para descongelar alimentos es un gasto innecesario de energía. El proceso de descongelación consume sin aportar un valor significativo en términos de ahorro de tiempo o calidad de la comida.
Planificar con anticipación las comidas y dejar que los alimentos se descongelen de manera natural en el refrigerador o a temperatura ambiente. Este pequeño cambio puede reducir el uso de electrodomésticos, contribuyendo así a una menor demanda energética en la cocina.
Abrir el horno repetidamente
Cada vez que se abre la puerta del horno para verificar el estado de los alimentos, se pierde hasta un 25% del calor acumulado en su interior. Esto provoca que el aparato tenga que trabajar más tiempo para recuperar la temperatura perdida, incrementando el consumo de energía.
*Este artículo fue creado con ayuda de una inteligencia artificial que utiliza machine learning para producir texto similar al humano, y curado por un periodista especializado de El País.