Las palabras tienen un impacto significativo en la formación emocional y psicológica de los niños. Los comentarios que los padres hacen durante la infancia no solo influyen en su autoestima, sino que también pueden afectar la manera en que enfrentan los retos en el futuro.

Por esta razón, es esencial evitar ciertas frases que podrían limitar su potencial y obstaculizar su camino hacia el éxito. El País consultó con ChatGPT, revelando las palabras que no se deben emplear al instante de llamar la atención o conversar con un menor.

Una de las expresiones más dañinas es “Eres un inútil”. Este tipo de afirmación ataca directamente la autoestima del niño, haciéndole creer que no es capaz de realizar tareas o lograr metas. En lugar de motivarlo a mejorar, esta frase fomenta sentimientos de inseguridad y miedo al fracaso, lo que puede impedir que desarrollen confianza en sus habilidades a lo largo de su vida.

Otra frase común y perjudicial es “Nunca haces nada bien”. Este tipo de comentario refuerza una visión negativa sobre las capacidades del niño, generando un patrón de pensamiento en el que se considera incapaz de cumplir con las expectativas de los demás. Es importante recordar que los errores forman parte del aprendizaje, y lo ideal es alentarlos a intentarlo nuevamente en lugar de criticarlos duramente.

El uso de frases como “Por tu culpa…” también puede ser extremadamente dañino. Culpar a los hijos por problemas familiares o dificultades cotidianas genera un sentimiento de responsabilidad indebido que puede derivar en ansiedad y culpa en el futuro. Los niños necesitan sentirse amados y apoyados, no responsables de circunstancias que están fuera de su control.

Se debe tener cuidado con las frases que se le dicen a un niño. | Foto: skynesher

“Mira a tu hermano (o a otro niño), él sí es mejor que tú” es otra comparación que debe evitarse. Comparar a los hijos con otros puede provocar rivalidades innecesarias y sentimientos de inferioridad. En lugar de motivarlos, estas comparaciones les hacen sentir que nunca serán suficientes, lo cual puede afectar su autoestima, aunque existan formas de mejorarla, y su capacidad para competir de manera sana en la vida adulta.

Finalmente, frases como “Déjame, yo lo hago” pueden parecer inofensivas, pero limitan el desarrollo de la independencia. Si constantemente se les priva de la oportunidad de resolver problemas por sí mismos, es posible que crezcan con una falta de confianza en su capacidad para enfrentar desafíos.

En conclusión, los padres deben ser conscientes del poder que tienen sus palabras en la formación del carácter de sus hijos. En lugar de recurrir a frases negativas, es preferible utilizar un lenguaje que fomente el aprendizaje, la confianza y la resiliencia. Criar a un niño seguro de sí mismo y emocionalmente fuerte es el primer paso para garantizar que tenga un futuro exitoso.