El microondas ha sido un electrodoméstico esencial en millones de hogares durante décadas, su conveniencia para calentar y cocinar rápidamente alimentos lo convierte en una opción atractiva para quienes tienen poco tiempo. Sin embargo, en los últimos años, han surgido preocupaciones sobre el impacto del uso excesivo de este aparato, tanto en términos de salud como de sostenibilidad.
Una de las principales preocupaciones está relacionada con la pérdida de nutrientes en los alimentos. Diversos estudios han demostrado que ciertos métodos de cocción pueden degradar el valor nutricional de la comida, y el microondas no es la excepción.
Los vegetales, por ejemplo, son particularmente susceptibles a perder vitaminas y minerales cuando se cocinan en microondas. Un estudio publicado en el Journal of Food Science reveló que el microondas puede reducir la cantidad de vitamina C y otros antioxidantes.
Aunque esto también puede ocurrir con otros métodos de cocción, el microondas es especialmente problemático debido a la velocidad con la que cocina, lo que puede provocar una cocción desigual y la pérdida de nutrientes esenciales.
Riesgos potenciales para la salud
Aunque este electrodoméstico ha sido aprobado como seguro para su uso doméstico por organismos internacionales como la Organización Mundial de la Salud (OMS), aún existen ciertas preocupaciones sobre la exposición a radiación no ionizante. Aunque las ondas de microondas son diferentes de las radiaciones ionizantes, como los rayos X, y no causan mutaciones genéticas, hay estudios que sugieren que el uso excesivo o inadecuado puede representar ciertos riesgos.
El riesgo más común proviene de los recipientes de plástico que, al calentarse en el microondas, pueden liberar sustancias químicas dañinas, como el bisfenol A (BPA) o los ftalatos. Estas han sido asociadas con trastornos hormonales y otros problemas de salud.
De hecho, las organizaciones de salud han aconsejado evitar calentar alimentos en plásticos en el microondas, ya que estas sustancias químicas pueden migrar a los alimentos, especialmente si el plástico está dañado o se calienta a temperaturas elevadas.
Además, existe una creciente preocupación sobre los alimentos que se recalientan. Algunos estudios han mostrado que esta práctica en ciertas comidas, como las carnes procesadas, puede aumentar la formación de compuestos nocivos, como las nitrosaminas, que se han relacionado con el cáncer en estudios de laboratorio.
Impacto ambiental y sostenibilidad
Reducir el uso del microondas también puede ser una decisión más amigable con el medio ambiente. Aunque el aparato consume menos energía que un horno convencional al calentar pequeñas cantidades de comida, su eficiencia disminuye cuando se utiliza para cocinar o recalentar grandes cantidades de alimentos. En estos casos, el uso de un horno o una cocina de gas puede ser más eficiente desde el punto de vista energético.
Además, el ciclo de vida de estos electrodomésticos es relativamente corto, lo que genera una gran cantidad de residuos electrónicos. Muchos microondas terminan en vertederos después de solo unos pocos años de uso, contribuyendo a la creciente crisis de residuos electrónicos a nivel mundial. Al reducir su uso, se puede prolongar su vida útil y disminuir la necesidad de reemplazarlo con tanta frecuencia.
Por último, es importante considerar el impacto en la sostenibilidad de los hábitos alimenticios. El uso frecuente fomenta el consumo de alimentos procesados, que suelen estar diseñados para calentarse rápidamente. Estos productos no solo son menos saludables, sino que también generan más residuos de envases plásticos y son menos sostenibles en términos de producción de alimentos.
*Este artículo fue creado con ayuda de una inteligencia artificial que utiliza machine learning para producir texto similar al humano, y curado por un periodista especializado de El País.