La evolución de los sistemas de climatización en los automóviles ha sido significativa en los últimos años. Lo que solía ser una simple palanca lateral para cambiar entre frío y calor, dirigir el aire hacia los pies o el parabrisas, se ha convertido en una compleja instalación interior en el tablero de los vehículos, con comandos digitales o físicos en la consola central.
El sistema de climatización de un automóvil contemporáneo cumple funciones más allá de calentar o enfriar el ambiente. También se encarga de evitar el empañamiento de los vidrios y asegurar que el aire del exterior llegue limpio a los pasajeros, gracias a filtros de polen. Sin embargo, hay una característica en particular que no todos los usuarios comprenden del todo: el recirculador de aire.
Ubicado generalmente en la parte central del tablero, el recirculador se identifica con un dibujo que representa un automóvil con una flecha girando 180° en su interior, simbolizando que el aire es el mismo, sin provenir del exterior. Aunque la mayoría usa este esquema universal, algunas marcas lo señalizan con una rueda de flechas, similar al símbolo de reciclaje.
La principal función de este botón es aislar el habitáculo de olores o impurezas externas, lo que resulta útil al circular detrás de un auto con emanaciones tóxicas, como gases de escape inusuales por consumo de aceite o quema de combustible crudo.
Otra ventaja, especialmente en verano, cuando se usa el aire acondicionado para enfriar el interior, es que el recirculador evita traer aire caliente del exterior, lo que se traduce en un menor consumo de combustible, pues el enfriamiento es más rápido. El aire acondicionado requiere energía, lo que afecta el consumo de gasolina.
Además, en invierno y verano, cerrar el acceso de aire del exterior permite que la climatización seleccionada actúe más rápidamente, ya que el sistema toma el aire interior, que se encuentra a una temperatura más adecuada para el usuario.
No obstante, la recirculación prolongada también tiene efectos negativos, como el empañado de los vidrios. Cuando se recicla el aire, también se recicla la humedad, lo que ocasiona el empañado de los cristales, especialmente en invierno, cuando la diferencia de temperatura interior y exterior es significativa.
Si los vidrios se empañan, se debe encender el aire acondicionado en invierno con temperatura de calor entre 22 °C y 24 °C, y en verano, desconectar el recirculador para que el aire ingrese desde el exterior.
Es fundamental recordar que el aire no debe reciclarse por más de diez minutos. En ambientes reducidos, como el interior de un automóvil, es importante renovar el aire periódicamente para mantener la pureza y evitar problemas como somnolencia o dolor de cabeza debido a la acumulación de dióxido de carbono al exhalar. Si se presentan estas situaciones, abrir las ventanas delanteras y traseras y desconectar el recirculador es lo recomendado. Además, para viajes prolongados, especialmente en ruta, es crucial mantener la circulación de aire fresco para garantizar la seguridad y el bienestar de todos los ocupantes.
¿Ahorrar o disfrutar del aire acondicionado en el automóvil? La decisión económica a tomar
La elección de usar el aire acondicionado en los vehículos puede variar dependiendo de la capacidad económica de sus dueños, quienes deben sopesar entre combatir el calor y ahorrar dinero.
Más allá de los factores que influyen en el consumo de gasolina en cada automóvil, el promedio de gasto por aire acondicionado para recorrer 100 kilómetros sería de aproximadamente 6319 pesos colombianos.
Aunque esta cifra puede no parecer muy elevada, puede aumentar significativamente si se usa el aire acondicionado durante toda la semana laboral. En ese caso, mantenerlo encendido podría costar alrededor de 127.000 pesos al mes.
Por esta razón, se aconseja no utilizar el aire acondicionado de manera continua, aunque esta decisión dependerá de las necesidades y preferencias individuales de cada persona. Aquellos que buscan un mayor ahorro pueden considerar reducir su uso, especialmente en trayectos cortos o en condiciones climáticas menos extremas.