La huella digital se compone de datos personales (algunos más críticos que otros), que juntos, dan forma a un perfil permanente de nuestra vida en línea, fácil de rastrear o sensible a posibles filtraciones.
Puede componerse de datos públicos, datos que uno genera, y datos publicados por terceros.
Los públicos se refiere domicilio al cual están asociados los diferentes tipos de servicios o facturas, resúmenes de tarjetas de crédito, resoluciones judiciales, entre otros.
Los uno genera están relacionados con las publicaciones y fotos que se comparten en redes sociales, comentarios en foros, formularios, y contenidos personales como currículum que se cargan en plataformas como LinkedIn.
Finalmente, los datos que otros publican, son aquellas fotos o publicaciones en las que otros te etiquetan y dan cuenta de los lugares que visitas, o las cosas que te pueden interesar.
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Este tipo de información puede generar una huella activa online, la cual incluye los datos que se comparten voluntariamente y una pasiva, que es la información que se recopila sin que el usuario sepa, como por ejemplo un sitio web que guarda ‘cookies’, y da cuenta de cuántas veces ha sido visitado, de dónde es el usuario, o a qué tipo de información se da ‘Me gusta’.
Lo anterior daría respuesta a por qué creemos que internet nos espía. La respuesta es que en cada interacción con un dispositivo estamos dejando millones de datos valiosos que permiten perfilar quiénes somos, qué nos gusta, dónde vivimos e incluso, a dónde queremos ir.
“Una buena manera de comprobar el estado de nuestra huella digital es poner nuestro nombre en Google y visualizar los resultados. Allí hay un pantallazo de la cantidad de datos e información que estamos dejando en el suelo digital. Sobre todo porque la huella es seguida muy de cerca por los cibercriminales para llevar a cabo sus acciones maliciosas como delitos y fraudes aprovechándose del robo y la suplantación de nuestra identidad”, comentó Camilo Gutiérrez Amaya, Jefe del Laboratorio de Investigación de Eset Latinoamérica, compañía especializada en detección proactiva de amenazas.
Para los cibercriminales es relativamente fácil reconstruir una imagen altamente fidedigna de los hábitos diarios al recopilar la información disponible en línea.
Con el agravante de que esto no solo pone en riesgo la privacidad digital, sino que también puede poner en peligro la seguridad física. De hecho, pequeños detalles del pasado pueden el primer paso para que un actor malicioso pueda revelar contraseñas.
La ‘dark web’ también pone el foco en la huella digital: el mercado clandestino de los datos personales y sensibles es muy grande y mueve millones, y hasta los menores de edad son víctimas.
Por otro lado, desde Eset destacan que el cibercrimen no es la única preocupación asociada a la huella digital: esta también puede determinar la reputación digital de una persona. Son muchas las marcas empleadoras que verifican la huella digital de un potencial colaborador antes de tomar una decisión definitiva de contratación. La misma metodología es adoptada por colegios y universidades antes de aceptar a sus nuevos alumnos.
“Tener el control total de los datos depende del tipo de usuario que seas. Esto quiere decir que si la privacidad es una de tus preocupaciones y tu presencia online es limitada, seguramente puedas eliminar la mayor parte de tu huella” asegura, Gutiérrez Amaya.
Si sus datos están en redes sociales y otras partes, será más difícil limpiar la huella. “De hecho, tus amigos seguramente hayan publicado fotos tuyas en sus redes y si a esto se le pueden sumar los datos relacionados con la actividad en línea que los servicios que utilizas recopilan y venden a terceros, con tu propio consentimiento. Más allá de todo, es importante para tu privacidad que puedas limitar lo que las personas o las empresas pueden verificar sobre ti”, agrega el experto.
Para poner en práctica
- Limitar el volumen de información que se publica y comparte en Internet, ya sea en las redes sociales o con empresas u organizaciones.
- No compartir números de teléfono, direcciones de correo electrónico y domicilio, detalles financieros u otra información personal a menos que sea necesario.
- Considerar el rechazo de las cookies, como también deshabilitar el seguimiento de terceros yendo a la configuración de privacidad del navegador.
- Siempre que sea posible, utilizar una VPN para enmascarar la dirección IP de los equipos y lograr que las acciones en línea sean prácticamente imposibles de rastrear.