Cuando se enciende una estufa a gas, lo que generalmente se espera ver es una llama azul. Este color indica que el gas está quemándose de manera eficiente y segura. Sin embargo, cuando esta se torna amarilla, puede ser una señal de advertencia que no debe ignorarse ni parase por alto.

La llama amarilla en una estufa de gas indica un problema con la combustión del gas. En condiciones normales, el gas natural se quema de manera limpia y produce un color azul, resultado de la alta temperatura y la cantidad correcta de oxígeno. Cuando la misma se vuelve amarilla, significa que no está recibiendo suficiente oxígeno, lo cual provoca una combustión incompleta.

Esta situación puede tener varios efectos negativos. Primero, disminuye la eficiencia de la estufa, ya que el gas no se quema completamente, lo cual puede incrementar su factura. Pero lo más preocupante es que este tipo de combustión puede generar monóxido de carbono (CO), un gas incoloro, inodoro y altamente tóxico, cuya exposición puede provocar síntomas como dolor de cabeza, náuseas, mareos e, incluso, en casos graves, la muerte.

Además, una llama amarilla indica la presencia de residuos de hollín y carbón, que se pueden acumular en la estufa y en el sistema de ventilación. Esto no solo dificulta el flujo de gas, sino que también presenta un riesgo adicional de incendio. Por lo tanto, si nota que su estufa tiene este problema, es importante tomar medidas de inmediato.

Lo más normal es que la llama de la estufa salga de color azul. | Foto: posteriori/Getty Images

Causas del problema

Existen varias razones por las cuales una estufa de gas puede producir una llama amarilla. La más común es la falta de oxígeno en la mezcla de aire y gas. Esto puede deberse a varias causas, entre ellas:

  1. Las salidas de aire en el quemador de gas pueden estar obstruidas por polvo, grasa o restos de alimentos. Cuando estas están bloqueadas, la cantidad de oxígeno que entra en el proceso de combustión disminuye, provocando una llama amarilla.
  1. Si el quemador de gas no está ajustado correctamente, la proporción de gas y oxígeno puede estar desequilibrada. En algunos casos, el problema puede solucionarse ajustando el regulador de aire, una tarea que generalmente requiere la intervención de un profesional.
  1. El gas natural y el propano son los combustibles más comunes para las estufas de gas. Sin embargo, si el gas está contaminado o no cumple con los estándares de calidad, puede no quemarse completamente, lo cual genera la llama amarilla. En este caso, es importante contactar a su proveedor de gas y verificar la calidad del mismo.
Esta situación puede llegar a ser muy peligrosa. | Foto: CCat82
  1. Inspeccione y limpie los quemadores: Apague la estufa y espere a que los quemadores se enfríen. Luego, limpie cuidadosamente las salidas de aire con un cepillo pequeño para eliminar cualquier obstrucción. Evite el uso de productos químicos fuertes que puedan dejar residuos.
  1. Ajuste el quemador o consulte a un profesional: Si la llama sigue siendo amarilla después de lo anterior, el siguiente paso es ajustar el regulador de aire. Sin embargo, dado que este procedimiento requiere conocimientos técnicos, es recomendable que llame a un técnico especializado en gas para evitar posibles riesgos.
  1. Instale un detector de monóxido de carbono: Dado el peligro que representa el monóxido de carbono, es prudente contar con un detector de este gas en su hogar, especialmente si utiliza una estufa de gas. Un detector puede alertarle si los niveles de monóxido de carbono se elevan, permitiéndole tomar medidas inmediatas para proteger su salud y la de su familia.
  1. Verifique la calidad del gas con su proveedor: Si ha intentado limpiar y ajustar su estufa, pero la llama sigue siendo amarilla, es posible que el problema esté relacionado con la calidad del gas. En este caso, comuníquese con su proveedor para asegurarse de que cumple con los estándares de seguridad y calidad adecuados.

*Este artículo fue creado con ayuda de una inteligencia artificial que utiliza machine learning para producir texto similar al humano, y curado por un periodista especializado de El País.