El pueblo mágico de casas coloniales y comida espectacular tiene una atracción que solo disfrutan quienes llegan a sus calles, se trata del vino de Corozo y Guayaba Agria, una preparación rescatada de la tradición y ahora producida para el deleite de propios y lugareños. Una bebida refrescante de poco contenido alcoholico que se mezcla con hielo para regular la temperatura corporal en un lugar hermoso, pero cuya temperatura en verano puede alcanzar los 40 grados centígrados.
“La forma tradicional de preparar el vino era tomar una botella grande, macerar el corozo, echarle azúcar y enterrarlo, esto para evitar que los gases producto de la fermentación terminaran explotando la botella. Antes, cuando había un evento especial, el matrimonio esperado, los 15 de la niña, se preparaba un rico vino refrescante”, indica Abad Sosa Navarro, dueño de Vino Mompox.
La producción no se limita en las calles de La Valerosa al vino de Corozo, expandió la producción al tamarindo, al mamoncillo, a la guayaba agria, a la naranja, a la ciruela, a la cereza, al mango, al café y al limón. “Una bendición con estos calores”, dice Maribel, quien es cliente fiel desde hace varios años.
Según el dueño y fundador de lo que ya se ha convertido en tradición en la ciudad, “nosotros dejamos de hacer el vino de forma tradicional por el registro sanitario, ahora tenemos nuestros tanques, nuestros procesos y todo en regla”, dijo Navarro.
El pueblo mágico de García Márquez, de los paseos en lancha, del imponente río Magdalena que atraviesa la parte norte del país, de las casas coloniales, de los gritos de los bogas, de los artesanos, de la filigrana, de la mística no solo es arte en las calles en cada botella están contenidos los sueños de las personas que trabajan día a día para con la tradición hacer que la vida se pueda celebrar con algo especial.
En Mompox no es la única fábrica de vino tradicional, son varias; Sin embargo, ya es tradición que quien visita sus calles se refresca con esta tradicional bebida.