La inminente llegada de turistas extranjeros a Cali —se esperan más de 12.000 viajeros solo para los 10 días de la COP16—, es una gran oportunidad para el crecimiento económico y el posicionamiento internacional de la ciudad. Pero, al mismo tiempo, conlleva la responsabilidad de mitigar el impacto nocivo del turismo masivo en la comunidad y el medio ambiente.
Como se ha comprobado en otras ciudades del mundo -y de Colombia-, el turismo es una bendición para la economía local, pero cuando no se controla, se convierte en una dinámica bárbara y destructiva: exceso de basuras y contaminación en playas, deforestación en reservas naturales por empresas hoteleras, sobreexplotación de las poblaciones nativas, desigualdad en la redistribución de las ganancias, rutas ilegales, precios exorbitantes y explotación sexual de menores, son algunas de las consecuencias.
Sin contar que puede llegar la gentrificación de las ciudades, convirtiendo sectores —antes populares— en exclusivos, accesibles solo para turistas VIP, dado que los precios de hospedaje y vivienda se elevan por la demanda de viajeros, desplazando a las comunidades originarias. Una demostración de este fenómeno es lo que ocurre en Barcelona (España), donde llegaron al punto de protestar contra los turistas y exigir un decrecimiento económico para mejorar las condiciones de los ciudadanos.
Para las ciudades en desarrollo puede ser más complicado. De acuerdo con la investigación ‘Turismo y vulnerabilidad social’ (2021), realizada por los sociólogos Zulma Vianchá Sánchez, Humberto Rojas Pinilla y Miguel Ángel Barrera Rojas, de la Universidad Javeriana, cuando no se controla el turismo masivo, los resultados pueden no ser los esperados. En una revisión de 81 casos en ciudades latinoamericanas, encontraron que sus efectos solo en un 28 % fueron positivos y en un 72 %, negativos.
“En Latinoamérica, las estructuras sociales e inequidades elevan la vulnerabilidad de las comunidades anfitrionas, razón por la cual los impactos del turismo no siempre son beneficiosos”, señalan los investigadores.
Con toda esta compleja realidad en mente, Mabel Lara, secretaria de Turismo de Cali, explica que para nuestra ciudad, “lo más importante es que cuando tú abres la puerta para que te visiten, te llega el mundo, con sus cosas buenas y sus cosas malas, aunque nosotros ya venimos trabajando en ello, sino que con tanta visibilidad por la COP16, ha tomado mayor relevancia. Pero, todo el sector del turismo es consciente y estamos trabajando para hacer turismo responsable en la ciudad, desde un concepto que hemos llamado turismo regenerativo”.
En este sentido, agrega, “lo que estamos haciendo es promover que lleguen turistas que entiendan la identidad, la diversidad humana y la biodiversidad en general de esta ciudad, que cuando nos visiten, nosotros como anfitriones pondremos las pautas sobre la mesa”.
La Secretaría de Turismo distrital ha definido el turismo bárbaro o irresponsable como “el que se realiza a través de prácticas que atentan contra el patrimonio, recursos naturales y la biodiversidad. También se presenta en contaminación ambiental y acciones que afectan la integridad de los ciudadanos”.
Y, para contrarrestar el turismo bárbaro, Mabel Lara tiene como prioridad la protección de la infancia y la naturaleza.
“Nos hemos puesto de acuerdo con los hoteleros, los restaurantes, los bares, los taxistas, los guías y la misma ciudadanía para prevenir y denunciar la explotación sexual, así como en la eliminación de narrativas y condiciones que la promuevan en la ciudad, para blindar a nuestras niñas y niños de este flagelo”.
En la actualidad, Cali cuenta con el apoyo de la estrategia contra la explotación sexual que desarrolla el Ministerio de Comercio, Industria y Turismo.
Además, “pensando no solo en la COP16, sino en el Petronio Álvarez, el Mundial de Salsa y la Feria de Cali, hemos venido trabajando con los hoteles, de la mano de Cotelco, Acodres y Asobares, la campaña Sembrando Protección, de visibilización de las acciones de los hoteles y bares, en donde queremos proteger a nuestra infancia, pidiéndoles que denuncien cualquier caso o sospecha”.
La apuesta: turismo regenerativo
Se trata de un concepto innovador adoptado en la ciudad de Cali, para desarrollar un sector turístico que, en vez de explotar la riqueza natural y cultural, ayude en su conservación.
“Siempre hemos conocido el turismo sostenible, experiencias que respetan el medio ambiente, pero el turismo regenerativo lo que busca es dejar el lugar visitado incluso mejor de lo que estaba, vamos un pasito más allá y buscamos sumergir al visitante en una experiencia de buenas prácticas. Sabemos que pueden aportar a mejorar el entorno y apoyar a las comunidades, como una forma de hacerse cargo, no se trata solamente de venir a rumbear y a pasear”, explica Lara.
Bajo este enfoque, la Secretaría de Turismo de Cali está apoyando a más de 68 emprendimientos locales que hacen parte de la Red de Turismo de Naturaleza, haciendo reconocimiento de rutas turísticas para las zonas rurales y creando un club que reúne a más de 100 prestadores de servicios relacionados con este nuevo sector.
La presentación de los programas, estrategias, emprendimientos y rutas que operan con este concepto en la ciudad, así como las experiencias de otras ciudades, se hará en el marco del primer Foro de Turismo Regenerativo de Colombia, organizado por la Secretaría de Turismo local, en alianza con USAID, el Ministerio de Ciencias y Gobernación del Valle, que se realizará el 1 y 2 de agosto, en Cali.
El parque temático La Doble Espiral, ubicado en el corregimiento de Villacarmelo, sobre la base de Los Farallones de Cali, es uno de los emprendimientos de turismo regenerativo que lleva 12 años no solo compartiendo un espacio privilegiado para entrar en contacto con la naturaleza, también se preocupan por conservar y mejorar el ecosistema.
Carlos Augusto Castaño, director de La Doble Espiral, quien se considera un “neocampesino”, expresa que objetivo es “hacer el menor impacto posible en la naturaleza, no ocupar de forma depredadora y crear mecanismos para que la gente que suba a la montaña pueda tener una mejor experiencia sin causar daño”.
Para lograrlo, tienen en cuenta que la capacidad de carga (el número de turistas), no puede ser excesiva, “porque si usted lleva personas todos los días por un sendero, la vegetación desaparece y se vuelve un camino humano, entonces, por lo general, recibimos máximo 30 turistas, que dividimos en tres grupos para recorrer el parque con mucho respeto, no usamos machetes ni elementos que afecten el ecosistema”.
En La Doble Espiral, los turistas se hacen conscientes del bosque de Los Farallones, que durante algunos años se abrieron cultivos que lo deforestaron, y por eso, una de las actividades regenerativas es la siembra de árboles, pero Carlos lleva el concepto más lejos, “buscamos que las personas tengan una conexión profunda y entiendan que hay otras formas de habitar el planeta sin destruirlo”.
Al mismo tiempo, en el parque temático son estrictos en el control de basuras, “en la naturaleza no hay residuos, todo hace parte del ciclo de la vida, la basura es un invento de los humanos”. Debido a esto, preparan muy bien a sus visitantes y, aunque parezca incómodo, hace parte de la responsabilidad con el entorno.
“Les decimos: ‘Lo que traen es suyo, no de la montaña, si traen una botella de agua, bolsas, cajas de comida, cuando regresen llévenselas vacías’, porque nada de eso pertenece aquí, la doble espiral se trata de recibir y devolver, si recibes una caricia de la naturaleza, no puedes devolverle tus desperdicios”, concluye Carlos.
Turismo con visión de género
Mujer Nativa es una operadora de turismo de naturaleza comunitario de Cali, que se especializa en promover emprendimientos de mujeres y ofrecer experiencias para mujeres que viajan solas.
De acuerdo con Ángela María Rodríguez, gerente de Mujer Nativa, “la empresa nace en Bogotá para brindar paquetes de turismo a nivel nacional para mujeres, desde 2005, y desde el 2020 también nos enfocamos en la oferta de turismo de naturaleza en Cali”.
La operadora trabaja de la mano con el colectivo de mujeres Guardianas de la Montaña, “que busca generar espacios de paz, transformación, tranquilidad y conexión espiritual para las mujeres que nos visitan”.
“Cada vez que un turista llega a nuestros emprendimientos, lo educamos, porque el turismo es una herramienta para la conservación y no lo contrario, un negocio, como se suele pensar a la ligera”, afirma Ángela María.