Viajar es una excelente forma de descubrir nuevos lugares, culturas, gastronomía e historia. Además, es el plan perfecto para romper la rutina y emprender la búsqueda de este destino ideal para relajarse.

Como si fuera poco, esta práctica brinda varios beneficios para la salud, siendo parte de esos secretos de la ‘eterna juventud’, gracias a que mantiene activo al individuo al incluir actividades como caminar, nadar, esquiar y llevar a cabo diferentes deportes en distintos escenarios.

De hecho, según una investigación publicada en Journal of Travel Research (revista de investigación de viajes, en español), viajar podría frenar el envejecimiento, mejorando la salud física y mental.

Según los investigadores Fangli Hu, Jun Wen, Danni Zheng, Tianyu Ying, Haifeng Hou y Wei Wang, de la Universidad Edith Cowan, en Australia Occidental, confirmaron este beneficio tras aplicar la teoría de la entropía para realizar el estudio.

Viajero mayor. | Foto: Studio_M

“El principio de ‘aumento de entropía’ es una ley universal que describe una progresión natural del orden al desorden. Este artículo es innovador y el primero en tomar el principio como base teórica para evaluar cómo el turismo influye en la salud humana desde una perspectiva de sociomaterialidad”, explicaron.

Esto se debe justamente a que los viajes incluyen experiencias activas como caminar o nadar, motivando a las personas a moverse y disfrutar de los beneficios del ejercicio para el organismo.

Los viajeros al exterior se exponen a diferentes tipos de estafas. | Foto: Copyright by Franziska & Tom Werner

Por otro lado, señalaron que los viajes tranquilos y relajantes podrían reducir el estrés crónico, ralentizar un sistema inmunológico hiperactivo y fomentar el funcionamiento normal del sistema de autodefensa, lo que a su vez puede permitir que el cuerpo alcance un estado de baja entropía.

“El turismo no se trata solo de ocio y recreación. También podría contribuir a la salud física y mental de las personas”, dijo Hu en una rueda de prensa.

En conclusión, determinaron que experiencias positivas podían disminuir la entropía y mejorar la salud, mientras que las negativas podrían incrementar la entropía y comprometer la salud.