Tuvieron que pasar once años, once años que parecieron eternos, para que América se volviera a encontrar con la gloria, con esa exclusiva cita a la que llegan los mejores y en la que triunfan los ganadores.
Once años para ver de nuevo abrazos y lágrimas inundando los rostros de los americanos. Sí, de esa fiel hinchada que nunca abandona. De aquellos que se comieron muchas tardes y noches de frustraciones y de derrotas, que aguantaron en silencio ese duro revés que manchó su historia como fue el caer a la B, sabiendo que algún día, sí, algún día llegaría la dulce revancha.
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Y esta llegó. ¡Qué felicidad!. Un Pascual adornado para esta cita histórico. El rojo intenso en todos los rincones del sanfernandino y abajo, en la cancha, donde se definen las alegrías y tristezas de todos, un puñado de jugadores dispuestos a no quedar mal, a darlo todo para poner esa estrella que tanto esperaba la camiseta americana.
No fue fácil. Más allá del 2-0 de este sábado ante un rival de respeto como Junior, América tuvo que trabajar arduamente para conseguir la gloria. Y como todo lo de los rojos es sufrido, hubo que remar y exigirse a fondo para superar a un visitante que, en el papel, tenía mejor nómina.
Y, ¡claro que Junior asustó! A los 6 minutos Teófilo mandó por arriba un remate claro. A los 9 fue Daniel Moreno que ya se aprestaba a activar el gatillo, pero milagrosamente Luis Paz lo desactivó, y a los 13 James Sánchez sacó un derechazo desde fuera del área que Neto Volpi tuvo que evacuar.
América no se cruzó de brazos. Entendió que se tenían que encontrar los genios en la cancha para llegar al objetivo. Y a los 18 minutos los astros se alinearon en favor de los rojos. Desborde de Duván Vergara, centro y cabezazo de Michael Rangel para el 1-0 y para el primer gran estallido de alegría en el Pascual.
A los 32 se dio la atajada del partido. Neto Volpi le negó el empate al Junior después de un remate de Teófilo, solo ante el arquero brasileño, y éste como un gato evitó que el balón fuera al fondo de la red.
La respuesta tenía que llegar pronto. Y se dio un minuto después de la acción salvadora de Volpi, cuando Edwin Velasco mandó un centro desde la izquierda y llegando pleno por el centro Carlos Sierra la mandó al fondo para el 2-0.
El Pascual se quería caer. Los aficionados saltaron, gritaron, aplaudieron y se abrazaron, dándole forma a un espectáculo inigualable porque la estrella 14 se veía venir.
En el segundo tiempo, por mucho que Junior lo intentó, América mantuvo la diferencia. El rival sufrió la expulsión de Piedrahíta, y tiró hacia el frente en busca del milagro, pero se encontró con un equipo dispuesto a darlo todo para quedarse con la gloria.
La mayor alegría en el Pascual se produjo cuando el árbitro Wilmar Roldán decretó el final del partido.
A partir de ese instante hubo un carnaval interminable en el Pascual. Tantas lágrimas rodaron por los rostros de los americanos, tanta alegría, esos abrazos que hacía rato no se veían... ese festejo que ya se extrañaba.
No era para menos. Atrás habían quedado 11 años, sí, 11 años de aguantar tantas burlas, tantas amarguras, demasiadas frustraciones y tantos fracasos. Ya era hora de congraciarse con la historia. América ha vuelto. ¡Salud, América!.
Esto fue lo mejor del partido: