En un acto heroico el pasado jueves 24 de febrero cuatro auxiliares bachilleres detuvieron a dos delincuentes armados, luego de haber hurtado a un ciudadano, en el barrio Centenario, al norte de la capital vallecaucana.
“Nosotras íbamos patrullando en el vehículo, de repente escuchamos unas detonaciones con arma de fuego y nos acercamos al lugar cuando vimos que unos sujetos estaban forcejeando con un ciudadano. Cuando nos vieron, los sujetos intentaron fugarse y en la esquina siguiente procedimos a inmovilizarlos”, asegura Cielo Cristina Vargas, auxiliar bachiller voluntaria.
Lisbeth Yuseth Muñoz, de 21 años; Ruth María Vizcaíno, de 23; Cielo Cristina Vargas, de 19 años y Yineth Yaniris Tatis de 21 años, son las 4 auxiliares bachilleres voluntarias que llevaron a cabo el operativo que permitió judicializar a dos hombres por los delitos de hurto y porte ilegal de armas.
Según Yaniris, detener a estos dos hombres fue un poco arriesgado porque fue un momento en donde había mucha adrenalina porque no contaban con armas para defenderse, lo único que tenían de dotación era un bolillo. Sin embargo, “gracias a Dios el procedimiento salió muy bien, eran hombres muy grandes para nuestro tamaño, pero se logró satisfactoriamente la captura de estas dos personas que habían hurtado las pertenencias a un ciudadano”.
Lisbeth, amante del fútbol y del turismo, visiblemente emocionada relata que “fue una de las mejores experiencias de mi vida, no voy a negar que sentimos temor porque son muchos los peligros de capturar unas personas armadas y más cuando nosotros no contamos con el armamento. Sin embargo, esto me motivó más, me siento muy orgullosa de mí y de mis compañeras. Me di cuenta que soy capaz de hacer todo lo que me proponga”.
Esta heroica captura dejó sorprendidos a sus compañeros, tanto patrulleros como personal de apoyo que llegó para darle apoyo a las patrulleras. Todos elogiaron a sus compañeras por la valentía y la reacción que tuvieron ante los delincuentes.
Para estas cuatro mujeres, decididas a cumplir su sueño de ser policías, el camino no ha sido nada fácil, tan solo el hecho de estar a kilómetros de su familia es uno de los sacrificios más grandes que han tenido que atravesar.
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Yineth Yaniris nació en Maicao, La Guajira, y tuvo que mudarse hace 5 meses a Cali para comenzar su nueva vida como auxiliar de Policía.
Actualmente es la encargada de brindar acompañamiento en patrullajes de las zonas gourmet de la ciudad. Afirma que el proceso para ingresar como voluntaria fue difícil, ya que tuvo que viajar varias horas hasta Riohacha y presentarse en las convocatorias. Días después se dio cuenta que era una de las elegidas para prestar su servicio en la ciudad de Cali, una decisión en la que tenía que dejar atrás su ciudad, sus amigos y su familia, para adentrarse a una nueva aventura.
Por su parte, Cielo, Ruth y Lisbeth son barranquilleras que empezaron sus labores como auxiliares hace 5 meses y que tuvieron que viajar más de 1100 kilómetros en bus, lo que significó un recorrido de dos días.
Cielo Vargas, quien también es amante del fútbol y a la pintura, afirma que al principio le dio muy duro adaptarse a vivir en nuestra ciudad, pero ya se ha ido acoplando. Además de gustarle mucho la capital del Valle; confiesa que las personas con las que se ha encontrado en todo este proceso han sido muy amables y han hecho que sus días sean más fáciles de llevar.
Por otra parte, la apasionada en primeros auxilios y ayuda ciudadana, Ruth María Vizcaíno, confiesa que al principio fue “un poco duro estar lejos de la familia y acoplarse a las diferentes culturas”. Eso sí, reconoce que “ha sido emocionante conocerlas y, así como a mí me enseñan cosas de Cali, yo también enseño cosas de mi ciudad a otras personas ”.
Asimismo, Lisbeth Yuseth Muñoz, quien afirma que ama ayudar a las personas, recuerda con su voz entrecortada que “quería entrar a la profesión de enfermera pero no se me dieron las cosas, así que un día, a través de redes sociales, me di cuenta de la convocatoria de la Policía y vi que era una oportunidad para construir mi futuro en una de las instituciones que más respeto”.
Lisbeth también cuenta que el proceso de ella fue totalmente diferente al de sus compañeras, su familia no sabía que estaba haciendo los papeles para ser auxiliar, todo lo hizo a escondidas y un día antes de viajar a Cali tuvo que contarles. Sin embargo, lo tomaron con la mejor actitud, le dijeron que la apoyaban, que era una mujer determinada y que tuviera mucho cuidado en esta nueva etapa de su vida.
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Gracias a las redes sociales estas cuatro mujeres pudieron conocer las convocatorias que adelantaba la Policía para auxiliares bachilleres, que de una u otra manera no contaban con los recursos económicos para entrar a la Escuela de Policía.
De acuerdo a lo manifestado por las cuatro auxiliares, que buscan continuar en la Institución para convertirse en Subintendentes o Tenientes, la Policía Nacional les ayuda con 1 millón de pesos mensual, además del acompañamiento por parte de patrulleros que les enseñan día a día las labores que deben realizar.
Aunque sus familias se encuentran lejos, ellas afirman que cumplir sus sueños es algo muy importante, y saben que desde donde se encuentren ellos estarán orgullosos de sus progresos, y su valentía. “Esta profesión es algo que me inspira, que me gusta, que hago con amor, y donde sé que tengo un futuro prometedor”, puntualiza Hernández.
Las historias de estas jóvenes demuestran una vez más que los sueños se cumplen con perseverancia, esfuerzo y sobre todo sacrificios como lo son dejar su pueblo natal para adentrarse en una ciudad con una cultura totalmente diferente y como lo define la familia de Cielo, “una ciudad que es percibida como muy conflictiva”.
Algunos de los requisitos para hacer parte de la Policía como auxiliar bachiller voluntario, son ser mayor de edad y no tener antecedentes disciplinarios o fiscales.