El 18 de diciembre de 2007, la Asamblea General de la Organización de Naciones Unidas estableció el día 15 de octubre como el Día Internacional de la Mujer Rural, con el objetivo de reconocer a las mujeres rurales por su contribución en el desarrollo rural y agrícola, la erradicación de la pobreza, la mejora en la seguridad alimentaria y el cuidado del medio ambiente.
Precisamente, las mujeres rurales son las que aseguran la mitad del sustento alimenticio en el planeta y cuidan y protegen el medio ambiente y la biodiversidad. Como agricultoras han aprendido a adaptarse al cambio y han liderado iniciativas de reforestación y recuperación de cuencas hidrográficas.
En Colombia, el programa Ecoaguas, ‘Sembrando Agua’, decidió trabajar con comunidades vulnerables de las que hacen parte un nutrido número de mujeres residentes en las zonas rurales de los departamentos del Valle del Cauca, Cauca, Urabá Antioqueño y Magdalena.
Actualmente el programa Ecoaguas, que impacta directamente a 18 municipios, trabaja con población vulnerable rural de estrato 1 y 2, mucha de ella desplazada por el conflicto armado y formada por familias lideradas, en la mayoría de los casos por mujeres.
De los 1164 viveristas vinculados al programa, el 60% corresponden a mujeres, que obtienen ingresos económicos con los que mejoran sus vidas y las de sus núcleos familiares. Ecoaguas les ha brindado la posibilidad de ejercer una labor remunerada con un gran impacto ambiental.
A lo largo de 29 años de existencia de este programa se han obtenido datos relevantes para la protección y cuidado del medio ambiente en el territorio nacional, gracias al trabajo de las mujeres rurales que se vinculan como viveristas. De los más destacados están la producción y siembra de 1.900.000 árboles nativos de más de 170 especies protegidas, la intervención de 4051 hectáreas, distribuidas en Antioquia, Cauca, Magdalena y Valle del Cauca, la reforestación, diagnóstico y protección de 18 microcuencas hidrográficas y 372 nacimientos de agua en el país y más de 220 km de aislamiento de las cuencas hidrográficas intervenidas.
Mujeres protagonistas
María Teresa Gamboa, del vivero Nuestro Castillo, ubicado en el corregimiento de La Unión, municipio de Florida, Valle del Cauca. “Mi primer acercamiento a los viveros de Ecoaguas de Syngenta fue el 11 de enero de 2010, cuando visité a una amiga que vivía en la vereda de El Llanito, aquí en el Valle. Mi amiga se encontraba en el vivero Fuerza verde y me llamó mucho la atención, porque amo todo lo que tiene que ver con los jardines, plantas y árboles. En ese momento quería sembrar unas Durantas, que son plantas que se caracterizan por sus hermosos racimos de flores en forma de campana de color rojo”, recordó.
Agregó que gracias a los ingresos que recibe al vender los árboles que produce y siembra, mejora las condiciones económicas de los hogares de quienes hacen parte del vivero. “Por ejemplo, mi compañera Marleny Viera pudo terminar su casa, y el vivero Nuestro Castillo se convirtió en el lugar para que los bachilleres de la vereda puedan hacer labor social, y de paso aprender a cuidar el medio ambiente”, resaltó.
Gabriela Mestizo, líder del proyecto Árboles Nativos “FXTU WESX NASA”, ubicado en Florida, Valle del Cauca. Esta líder indígena contó que el proyecto nació debido a la tala indiscriminada de árboles de especies nativas maderables, frutales y conservadores de agua, entre otros, que históricamente se ha venido dando en el territorio por parte de los colonos y personas de la comunidad.
Por ello, el cabildo indígena junto con la comunidad vio la necesidad de crear y establecer unos mecanismos que permitieran el cuidado y conservación del medio ambiente, de la fauna y la flora y que además la comunidad tomara conciencia y de manera gradual fuera aplicando y cumpliendo los compromisos de cuidar y conservar los árboles, los animales y las cuencas hidrográficas.
“Inicialmente, el proyecto del emprendimiento tuvo una proyección de 500 árboles nativos Se inició el trabajo con la adecuación de los viveros y la consecución de las semillas y plántulas. Luego subimos a 1000 árboles, 2000 y 3000 es la meta que tenemos con Ecoaguas para este año”, subrayó.
Olga Yara de Gallego, viverista de Ecoaguas y Asobolo, en Pradera, Valle del Cauca, quien tuvo que salir desplazada por la violencia que se vivía en ese municipio, para radicarse en el corregimiento de Potrerito.
“Al principio fue difícil porque yo estaba acostumbrada a un espacio muy amplio, y al llegar a Potrerito el espacio era muy pequeño. Yo escuchaba que Asobolo y Ecoaguas hacían actividades, pero no sabía realmente a qué se dedicaban, hasta que un día la doctora Amalia Morales, directora de Asobolo de ese momento, nos abordó y nos invitó a participar en un proceso para conocer semillas y especies de árboles. Llegaron técnicos de Asobolo, Ecoaguas y un biólogo y nos íbamos para el bosque con otros vecinos a conocer los árboles y a identificar las semillas”, recordó
“Asobolo y Ecoaguas, me apoyaron mucho en este proceso y gracias a ellos he aprendido a ver mi vivero San Luis como mi empresa. De la venta de los árboles que produzco y siembro obtengo los ingresos económicos para mi sustento, pues yo vivo sola ya que mis hijos están en Bogotá y yo acá en Pradera”, sostuvo.