Aunque a primera vista podrían considerarse hechos aislados, las masacres ocurridas en el Valle del Cauca en lo corrido de este año obedecen a efectos propios de la paz total; el programa bandera del presidente Gustavo Petro, de acuerdo con estudiosos del conflicto.
Al limitar el accionar de la Fuerzas Militares, los grupos armados y de delincuencia organizada aprovecharon el cese del fuego y los diálogos para aumentar su actuar, fortalecer sus estructuras y expandir los territorios que hoy ocupan. En esa dinámica el Valle del Cauca se convirtió en un botín de 22.140 Km2 con vista privilegiada hacia el océano Pacífico.
Y es literal. Las disidencias acaban de anunciar la creación del Frente 57, ‘Yair Bermúdez’, que operará en zona rural del Valle del Cauca al mando de ‘Óscar Barreto’, quien era el encargado en la compañía Adán Izquierdo de las acciones delictivas en Sevilla, Buga y Tuluá. Entre tanto se fortalecen en zonas urbanas del departamento las Autodefensas Gaitanistas de Colombia (AGC) mediante alianzas con bandas criminales locales como La Inmaculada, la misma Oficina de Tuluá.
Se suman a ellos dos ingredientes adicionales que causan inquietud entre los analistas consultados: primero, el regreso al país de antiguos capos de los carteles de Cali y Norte del Valle que en alianza con bandas criminales han creado otros grupos como Nueva Generación o Los Flacos, que tendrían relación con tres de las cuatro masacres cometidas este año.
El segundo, una avanzada de organizaciones delincuenciales de otras regiones del país que buscan mediante alianzas con bandas criminales locales ingresar al Valle del Cauca.
Andrés Preciado, jefe del área de Conflicto y Violencia Organizada de la Fundación Ideas para la Paz, advierte que las masacres no ocurrieron en zonas de conflicto y obedecen más a un modus operandi del crimen organizado. “Hace falta entender mejor las conexiones regionales, la afectación que la paz total está generando y hasta dónde se pueden separar las masacres del crimen organizado con las conectadas con actores del conflicto armado. Definitivamente, hay una dispersión criminal que está generando este tipo de hechos en el Valle del Cauca y que obliga a las autoridades a que tomen una nueva perspectiva de cuál es el escenario criminal que están enfrentando”, explica Preciado.
Cuando no está el gato...
Una fuente de inteligencia le habló al diario El País sobre esas nuevas alianzas y organizaciones que se están conformando o están llegando para aprovechar el contexto político nacional y pugnar por el control de economías criminales como el microtráfico, el sicariato y la extorsión.
“Sabemos que la alianza de la banda La Inmaculada con las Autodefensas Gaitanistas (AGC) se materializó en la cárcel La Picota cuando ‘Pipe Tuluá’ compartió patio con Carlos Úsuga, el hermano de Otoniel (...) Igualmente, la alianza que hoy se está generando en Jamundí entre la estructura Jaime Martínez de las disidencias con las mismas AGC para el control de la vía que de Jamundí conduce al Naya. Una vía ilegal que ha contado con el apoyo económico de las diferentes estructuras criminales que trafican con cocaína y que facilita la llegada de la droga al río Yurumanguí y su posterior salida al Pacífico”, asegura la fuente.
A raíz de las dos masacres cometidas este año en el municipio de Toro (Valle) ha cobrado fuerza el nombre de Los Flacos y su enfrentamiento con la banda Nueva Generación en el centro y norte del Valle del Cauca.
Los Flacos, por ejemplo, podríamos asociarlos a reductos o dinámicas que vienen desde el cartel del Norte del Valle y toda su evolución, aseguró Andrés Macías, investigador de la Universidad Externado de Colombia.
“De Los Flacos se han venido derivando algunos grupos que se han separado y otros que se han conformado para disputar esas rentas criminales. La otra es la Nueva Generación y por lo que hemos podido saber, surgió de una disputa que se dio en el interior de Los Flacos y que ahora se están disputando entre ellos las rentas criminales asociadas en gran medida al narcotráfico, pero sobre todo a la extorsión”, indicó Macías.
Al respecto, la fuente de inteligencia aseguró que hay una disputa muy fuerte entre Pipe Montoya, sobrino de Diego Montoya, con el ‘Flaco Jerson’, en la que están involucrados otros excapos como ‘Palustre’ y ‘Chocolate’. Los Flacos, que tienen mucho que ver con el Flaco Jerson, es una ramificación de ‘Los Machos’ y junto a Nueva Generación están relacionados con organizaciones de Pereira y Medellín. Además, la Oficina de Envigado está entrando por Armenia y ya han tenido varias disputas porque la idea es poder entrar al Valle, donde sabemos que han hecho intentos de articularse con otras organizaciones criminales”.
“En este momento, está prácticamente en libertad el 80% de los narcotraficantes que fueron extraditados y muchos de ellos se encuentran en Miami como son ‘Comba’ o ‘Asprilla, pero también hay unos en Cali como el caso de ‘06′, ‘Pacho Garra’, ‘Palustre’, ‘Capachivo’, ‘Negro Orlando’, ‘Chocolate’, entre otros. Lo que pasa es que en este momento no suenan tanto porque han puesto unos mandos medios a disputar el territorio”, asegura la Fuente.
Otro hecho relevante, advierten los expertos, es que las disidencias, la Jaime Martínez sobre todo, tendría un outsourcing muy grande y una alianza con bandas criminales, situación que no se vio nunca con las antiguas Farc.
El propósito, dicen, es fortalecerse en a través de estas organizaciones en los cascos urbanos. Ejemplo de ello sería la facción de la Jaime Martínez, liderada por alias Franco, que hoy estaría aliada con los Shottas en Buenaventura y que serían responsable de las muertes de líderes campesinos y habitantes de Zacarías.