"La pregunta que me hago hoy es: ¿para qué han servido estos 20 años? ¿Para qué ha servido el dolor de las víctimas del secuestro de los diputados del Valle y de todas las víctimas en Colombia? Estamos igual o peor que hace 20 años y ese es el dolor que llevo en el alma".
De esta manera se expresó Sigifredo López, luego de la eucaristía que tuvo lugar ayer, en la Iglesia San Francisco, para conmemorar los 20 años del secuestro de los doce diputados del Valle por parte de las Farc.
López, quien fue el único político sobreviviente del crimen, lamentó la situación de violencia y polarización que aún vive Colombia, pues ni la muerte de sus compañeros logró la paz que anhela el país y que continúa siendo ilusoria.
Y es que según el diputado, la sociedad está actualmente “enferma de violencia”. Motivo por el cual “cuando hemos hablado de perdón y de reconciliación nos han dicho tibios, nos han estigmatizado, nos han dicho hasta guerrilleros. Y cuando exigimos justicia y decimos que las Farc están incumpliendo su compromiso, nos han tildado de ‘paracos’, de derechistas. La gente no entiende la necesidad de la reconciliación”.
A la ceremonia donde se les rindió homenaje a los diputados, asistieron sus familiares, vestidos de blanco; actuales asambleístas y ciudadanos que no olvidan ese 11 de abril de 2002, día en el que el grupo guerrillero llegó a las instalaciones del edificio San Luis de Cali, sede de la Asamblea del Valle, para llevar a cabo su cometido.
"Bueno, señoras y señores, nosotros somos las Farc. Nos los llevamos del centro de Cali", les dijo el grupo armado
a los diputados en 2002, tras ser secuestrados.
Bien se recordará que hace dos décadas, miembros de las Farc, fingiendo ser soldados del Ejército Nacional, tomaron como rehenes a López, Jairo Javier Hoyos, Juan Carlos Narváez, Carlos Alberto Charry, Rufino Varela, Alberto Quintero Herrera, Edinson Pérez, Nacianceno Orozco, Carlos Alberto Barragán, Francisco Javier Giraldo, Ramiro Echeverry y Héctor Fabio Arismendy. Los diputados fueron engañados bajo la premisa de peligro por amenaza de bomba.
Fue durante su traslado hacia las afueras de Cali que los integrantes de las Farc le reconocieron a los políticos el secuestro.
“Eso es para no olvidar, es algo que marcó tanto al Valle que quedó en el corazón de todos, aún en el de las generaciones más jóvenes. Por eso debemos recordarlos cada año”, cuenta Luz Marina Valencia, una de las amigas más cercanas de López.
Efectivamente, cada año, hijos, esposas y padres de los secuestrados honran la memoria de quienes fueron asesinados el 28 de junio de 2007.
“Decían que en un enfrentamiento con un grupo armado desconocido, habían muerto todos los diputados, menos Sigifredo López. No quisieron aceptar su responsabilidad. Luego se conocieron unos correos en los que ‘Timochenko’ le decía a ‘Tirofijo’ que lo mejor era decir la verdad, asumir que fue un error militar, pero este último no lo quiso hacer”, contó López en su intervención, trayendo a colación las dudas que despertó en la opinión pública que él fuera el único sobreviviente. “Las Farc sostuvieron una mentira por años. Me pusieron preso por esas mentiras. Eso es un incumplimiento a las obligaciones que adquirieron con el Acuerdo de Paz”, dijo.
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Continuar exigiéndoles al Estado y a las Farc el cumplimiento del Acuerdo y una digna reparación también es la gran lucha de los familiares de las víctimas.
“A nosotros no nos han cumplido, ni una parte, ni la otra. Las víctimas supuestamente somos el centro del acuerdo humanitario, pero siempre nos han usado y nos hemos visto excluidos. Han jugado con nosotros cuando hemos puesto todo nuestro dolor y toda nuestra franqueza”, sostiene Diana Echeverry, quien acababa de cumplir 17 años cuando recibió la noticia del secuestro de su padre, el diputado Ramiro Echeverry.
Varios han sido los reparos de los familiares con el manejo que le ha dado la Jurisdicción Especial para la Paz, JEP, a este caso. El último de ellos fue cuando el mecanismo de justicia transicional negó la petición de los parientes de las víctimas de la realización de necropsias a los cuerpos de los diputados y de ‘revivir’ el computador de Raúl Reyes.
Asimismo, tienen sus objeciones con la proporción de ‘verdad’ que ha aportado la extinta guerrilla y dudas frente a si algo cambió luego de la muerte de sus allegados.
“Yo cada vez veo a Colombia más hundida en el odio. Mi papá tuvo que morir para que supuestamente existiera una paz, y todos lo creíamos... Me queda un sinsabor de para qué murió él, de para qué murieron todos los diputados y el sinfín de personas en esta guerra absurda”, afirma Echeverry.
En suma, agrega ella, la polarización hoy se ha trasladado a la contienda electoral: “Ya no son la guerrilla y los paramilitares, sino ciertos partidos y eso nos tiene divididos. Independientemente de quién quede presidente, debe ser una persona que una y no divida. Ese es el llamado a los líderes”.
Así las cosas, López le recuerda a todos los familiares y amigos de sus compañeros que ellos siguen vivos en el recuerdo y que desde otro lugar “están acompañándonos, nos están viendo, están orgullosos de ustedes. Ustedes hoy son mejores personas, ciudadanos más humanos, solidarios y compasivos. Es quizá lo único que ha quedado de estos 20 años, porque la sociedad sigue igual de bárbara”.