Luisa no sueña con irse a la ciudad como otros jóvenes de su edad, ella sueña con quedarse en el páramo, cuidar el ganado, escuchar a los pájaros y vivir de los beneficios de la tierra. Sueña con que otros puedan vivir esa misma experiencia y por ello desde ya ella y su familia trabajan en perfeccionar una oferta turística que muestre a los visitantes por qué prefiere el pasto por encima del cemento.
Ella y su familia llevan casi 30 años viviendo en la cordillera, en el Páramo de las Hermosas, exactamente en Tenerife, El Cerrito, del lado oriental del Valle del Cauca; una población en donde el aire huele a cebolla y las montañas azules sin duda inspiraron poemas.
Aunque no hay una cifra exacta, se calcula que al menos tres mil personas viven allí, entre los frailejones y pajonales, los tucanes de picos de colores, las frutas y hortalizas, y aunque la mayoría son campesinos que se dedican a la tierra y la ganadería, el impacto ambiental de su presencia allí es innegable.
Sin embargo, desde hace al menos tres años se viene dando un cambio que está reconciliando al páramo con sus habitantes, entre ellos Luisa y su familia. Se trata de la llegada del Programa Páramos y Bosques de USAID, que tiene como objetivo la protección de los páramos de la mano de las comunidades, garantizando la protección de los bosques altos andinos a través del apoyo y la capacitación para que eviten las emisiones de CO2 y desarrollen proyectos agrícolas sostenibles.
Luisa es una de esos aliados. Junto a su mamá y su papá han recibido capacitaciones técnicas para desarrollar un plan turístico que busca que el visitante viva una experiencia campesina que consiste en llegar hasta la finca a lomo de mula, despertar antes de que salga el sol para colar en café hecho en un fogón de leña, ordeñar las vacas, limpiar la maleza, encargarse de los cultivos y preparar alimentos.
Luisa dice que, aunque apenas tiene 22 años, ya está viviendo el sueño de una vida entera. Ya está aprendiendo a definir las tarifas de alojamiento y servicio para los visitantes y estrategias de mercadeo para atraer a más turistas.
La capacitación técnica en turismo no es el único aporte que se hace en la zona. El impacto está centrado en el Distrito Regional de Manejo Integrado, DRMI, que es un área protegida que componen los páramos de Las Domínguez, de Valle Bonito y de Pan de Azúcar, en donde existe una biodiversidad única, lo que incluye 300 distintas especies de aves y en donde hay varios potreros con ganado y cultivos, todos ellos entre los 1.200 y los 3.000 metros sobre el nivel del mar.
“Las zonas de páramo son muy apetecidas por turistas de naturaleza, que además buscan que el dinero que invierte en la experiencia, en alojamiento y servicios, quede en manos de las comunidades y que se contribuya al cuidado de los ecosistemas. En ese orden de ideas, y teniendo en cuenta que son solo cinco países del mundo los que tienen páramos en sus territorios (Colombia, Perú, Ecuador, Venezuela y Costa Rica), y que el 60% está en terreno colombiano, aprovechar este sector económico es muy beneficioso para quienes viven allí, pero necesitan apoyo. Ese es el papel de Páramos y Bosques, identificar las fortalezas turísticas y hacerlas técnicas y sostenibles, todo de la mano de los habitantes y buscando su beneficio”, explica Mario Moreno, especialista en turismo de naturaleza de páramos y bosques.
El objetivo de las comunidades apoyadas por el programa de USAID es aprovechar la tierra, pero sin afectar el medio ambiente porque hace una década se sobrepasó la capacidad que tiene el planeta para regenerar sus recursos naturales y evitar emisiones de gases de efecto invernadero.
De allí la importancia de la implementación de políticas y estrategias en Tenerife, por su relevancia ambiental. En esa zona ya se habían organizado Asociación Palma de Cera, Páramos y Paisajes (ASOPALM), Asociación De Productores Lacteos De Tenerife (ASOTENEFIRE) y Asociación Maria Luisa de la Espada (ASOESPADA), con el fin de respaldar el desarrollo económico de los habitantes con prácticas sostenibles. Páramos y Bosques se alió con ellas para fortalecer sus capacidades, presupuesto y asistencia técnica y ampliar el impacto positivo.
“A menos de tres horas de Cali encontramos este sector, en donde hay pisos climáticos distintos, con paisajes que varían con el paso del día y en donde hay un enorme potencial agrícola y de producción lechera, por ejemplo”, dice Nelsy Arango, representante de, ASOPALM.
La estrategia de intervención en la zona está pensada como una casa: necesita bases fuertes para poder construirse. Por eso, además de desarrollar actividades enfocadas en turismo en los páramos, al tiempo se hizo delimitación de los territorios para, por ejemplo, evitar que el ganado se salga y merodee el bosque, en donde está expuesto a accidentes o al ataque de animales silvestres y degrade el bosque alto andino.
De esta manera, explica Mario Moreno, se pueden aumentar y mejorar los servicios de turismo, y al tiempo se mantiene intacto el ecosistema, que es el atractivo que buscan quienes visitan la zona.
Fue por eso que los técnicos se trasladaron desde finales del 2019 a Tenerife para aislar zonas de páramos y bosque altoandino con postes de metal y alambre de púa para evitar que fueran explotadas.
Para no afectar la economía de los campesinos que no están en la cadena turística, hubo una segunda fase que consistió en una reconversión de los terrenos dedicados a ganadería extensiva, eso significa que se hicieron subdivisiones en las propiedades para que el ganado pueda rotar en varios potreros mientras pasta, disminuyendo así el desgaste del terreno y evitando que las reses tengan que recorrer largas extensiones para alimentarse con pasto fresco.
“Ya hemos intervenido cien hectáreas en rotación de potreros, lo que significa que parcelamos los lotes y pusimos a rotar a las cabezas de ganado, entonces llegan al potrero cada 45 días, en promedio. Eso permite que se reduzca el impacto en el suelo, que el pasto crezca sin traumas y se mejora la productividad porque al moverse menos y comer mejor pasto, las reses dan mejor leche y evitando que deterioren los bosques y los páramos”, explica Pablo Felipe Chará, profesional de reconversión ganadera de Páramos y Bosques.
Luisa y su familia son beneficiarios de esta reconversión de los potreros porque el programa está diseñado para que se adapte a las necesidades de los habitantes de cada sector. Antes de la intervención, lo usual era tener que salir de la casa a las 3:30 de la madrugada a buscar las reses, sin tener la seguridad de qué rumbo había tomado la noche anterior. Ahora están dentro del cerco y dando leche.
Eso ha permitido que, de manera paralela a las actividades turísticas, la producción sostenible de leche de Tenerife haya mejorado al punto que el proyecto logró que compradores de leche pagaran $400 más por el litro cuando el promedio de aumento era de $10 anuales.
Y fueron más allá, se construyó y se puso a funcionar una planta procesadora en la que están produciendo queso orgánico, además, la idea es incentivar la creatividad y crear una marca de origen que pueda mezclar otros frutos de la región. Una de las ideas es poder ofrecerlo en el menú para los turistas.
Los beneficios son para Tenerife y sus habitantes. El objetivo final es que la mayor cantidad de vecinos se pueda sumar a los proyectos turísticos de Luisa, por ejemplo, o empezar a trabajar en la productora de queso. Hace poco se creó una asociación que agrupa a nueve mujeres cabeza de hogar para que se encarguen de recuperar lotes y sembrar verduras. No está descartado que se sumen a la planta en el futuro.
Por ahora ya hay resultados que permanecerán en el tiempo. En Tenerife ya se estableció, además, el Corredor Turístico de la Montaña, uno de los proyectos de turismo de naturaleza y desarrollo local sostenible más emblemáticos y reconocidos en el departamento y que nació de una alianza interinstitucional entre ASOPALM, la Corporación Autónoma Regional del Valle del Cauca (CVC), Páramos y Bosques y la Escuela de Turismo de la Universidad Autónoma de Occidente.
El Corredor inicia en el Puente de las Águilas o de los Patos de Torrente y llega hasta la Laguna Negra en el Páramo de las Domínguez, allí hay 23 estaciones de atractivos turísticos y establecimientos de alojamiento y alimentación que representan los subproductos del turismo de naturaleza.
En todo el trayecto hay opciones de ecoturismo con actividades como avistamiento de aves y el senderismo, turismo de aventura, con trekking de montaña y ciclo-montañismo, y turismo rural y comunitario, donde se destaca la visita a fincas productoras de café, frutales y hortalizas, al igual que la producción de trucha, los procesos de ganadería y sus derivados.
Los trabajos apoyados por el programa Páramos y Bosques irán hasta final de año, pero en Tenerife creen que el impacto es como la lluvia cuando empieza a caer sobre las montañas: imparable. Luisa, su mamá y su papá van a seguir adelante con sus planes de turismo y pronto habrá un queso que lleve el apellido de la zona, está segura, por eso insiste en que no verá el día en el que se quiera ir.