El miedo es algo que paraliza, impide avanzar en la vida y lleva a cometer errores. Y cuando se apodera de las personas al momento de guiar un vehículo puede causar serios accidentes o incluso impedirles que se atrevan a aprender a conducir o que salgan a las calles una vez han recibido el pase.

Para combatirlo los instructores aplican diversas estrategias y en los casos más severos se recurre a terapia psicológica, pues el origen de ese temor a la conducción es muy variado.

Sin embargo, según expertos, como Jorge Enrique Gutiérrez, director de la Escuela de Conducción JC, cuando se conocen las técnicas de manejo adecuadas para aplicar en las diferentes situaciones, se puede lograr un mayor control de las emociones.

Lo cierto es que hay casos, como el de la publicista caleña Tatiana González, quien luego de recibir su pase, empezó a practicar en el carro de su papá, con él como copiloto, “pero me daba miedo, porque me decía ¡cuidado con esto!, ¡ahí le dio!, y además temía dañarle el carro”. Ahora, la joven desea practicar sus clases de conducción con alguien “que me inculque que sí puedo manejar, y no descarto una terapia, porque me ayudaría mucho”.

Por situaciones similares es que se sugiere evitar aprender a conducir o practicar al volante con familiares. “Tengo más de cien casos en los que los esposos o los hijos que acompañan como copilotos a los principiantes son agresores verbales que utilizan frases como: vas a acabar con los postes de Cali. Por el contrario, a veces los novios suelen ser más tolerantes”, menciona el psicólogo e instructor de conducción Silvio Rebolledo Manchola.

Según él, autor de libros como ‘La rabia del camino’, ‘Manual de psicología’, ‘Pedagogía y didáctica para instructores de conducción’ y ‘Psicología del tránsito-una versión para Colombia’, “las mujeres son las que más se aterrorizan y lo admiten, en cambio, los hombres por lo general son incapaces de reconocerlo, incluso llegan con ínfulas de saber mucho. Sin embargo, ellas tardan menos en superarlo”.

Rebolledo recuerda que hace unos 20 años, “una dama obtuvo su licencia y se fue a chicanearle al esposo y él la retó a demostrar lo aprendido en la vía Juanchito-Candelaria, una de las más peligrosas de Colombia; fue tan duro el trato que recibió, que la señora pasó de ser mi estudiante a ser mi paciente”.

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Cuando se transforma en fobia

Dependiendo de la intensidad del temor se puede hablar de miedo o fobia.  Al respecto, Gustavo Andrés Bedoya Flórez, International Advanced Executive Coach, explica que el primero es un escenario psicológico que no compromete la acción de conducir y se puede generar, por ejemplo, por falta de garantías urbanas para los conductores o por la inseguridad en las calles.

Pero cuando ese miedo paraliza a la persona y le impide la acción, la situación es más compleja, pues se trata de una fobia que puede haber sido adquirida, incluso desde la gestación, porque el feto es consciente de todo lo que sucede afuera, incluyendo lo que ocurre con sus padres u otras personas o lo que pase a bordo de un vehículo, por ejemplo, aclara Bedoya.

En eso coincide la psicóloga Frauky Jiménez, quien explica que las fobias son a menudo temores de la infancia que nunca fueron superados, aunque también se pueden adquirir después de que se aprende a conducir, a raíz de un accidente de tránsito o al atropellar a un animal y sentir la muerte cerca.

En algunas personas el temor a ir al mando de un auto estaría relacionado con el miedo a conducir su propia vida. “Para mí, la expresión más típica es conducimos como vivimos”, asevera el doctor Rebolledo, experto en hábitos, conductas y comportamientos de los conductores y aprendices.

Se sabe que existen unos 70 tipos de fobias que afectan a los conductores. Una de ellas es la amaxofobia, la cual suele describirse como miedo a conducir, pero en realidad se refiere al miedo al vehículo en movimiento, por lo cual también puede ser experimentada por el pasajero de avión o de un barco.

También está la fobia a los trancones y aglomeraciones en las vías, que se conoce como oclofobia; la que se relaciona con temor a cruzar las calles (dromofobia) a viajar (hodofobia) o a hacer el ridículo en la vía (catagelofobia).

Cómo afrontar el problema

De acuerdo con Silvio Rebolledo, del Colegio Colombiano de Psicólogos, cuando se requiere una psicoterapia para conductores, hay que acudir a un profesional idóneo, que sepa conducir y capacitado en pedagogías en efebogogía (técnicas con adolescentes) y andragogía (educación con adultos mayores).

Tal como lo explica el profesional, al estudiante y a quien ya conduce, hay que hablarles del miedo y enseñarles estrategias para enfrentarlo o convertirlo en un aliado. Para ello se trabaja a través de acciones de autocontrol que produce el mismo cerebro; al sentir este tipo de emociones se requiere construir sentimientos de seguridad. “Para activar los factores de protección emocional, mi herramienta es la respiración diafragmática o abdominal profunda, que se logra cumpliendo los siguientes pasos:

1. Con la boca cerrada aspire aire y llévelo a la parte entre el ombligo y la zona púbica. Aspire hasta sentir un lleno pectoral que llega hasta la zona de las clavículas. Se aspira contando mentalmente y despacio de 1 a 4.

2. Retenga el aire contando del mismo modo de 1 a 4.

3. Deje salir el aire lentamente, contando de 1 a 4.

4. Repita el proceso 7 veces.

Otra forma de abordar fobias generadas por accidentes es la técnica psicoanalítca de Liberman, en la que se trabaja con un antes, un presente y un después del siniestro, para reconstruir el hecho de tránsito que produjo el trauma. Se basa en una lectura psicoanalítca del lenguaje utilizado por el paciente.

Asimismo, se puede utilizar la respiración holotrópica, con la que se podría lograr resultados en tres sesiones o menos. Con esto se basa en alcanzar una mayor autocomprensión del paciente y facilitarle el acceso al origen del trauma.

También está la Desensibilización Sistemática, que es la técnica que más usan en el Centro de Enseñanza Automovilística Sebastián de Belalcázar, donde Rebolledo labora hace 34 años. Consiste en enseñar a conducir por tiempos cortos, partiendo de lo simple a lo más complejo y se agregan técnicas de respiración.

Aunque en la web hay simuladores para quienes desean tener conocimientos sobre cómo aprender a conducir o para practicar (realidad virtual) aclara que no son instrumentos de evaluación cognitiva y que carecen de investigación científica.