De manera equivocada muchos conductores buscan un ahorro de gasolina llevando el motor de sus vehículos a bajas revoluciones. Lo que no saben es que esa pésima práctica conlleva un efecto totalmente contrario al esperado, ya que los coches modernos vienen dotados con motores diseñados para trabajar usando la inercia (revoluciones), que facilita el movimiento de partes dinámicas de la máquina, como cigüeñal, bielas y pistones, entre otras.
De esta forma, estas piezas conminadas a vencer la Ley de la Gravedad trabajan de manera forzada cuando el motor está por debajo del régimen de revoluciones en donde empieza la zona de torque, que no es otra cosa que el valor de fuerza en las ruedas. Este valor (torque) determina la aceleración (pique) y el de potencia establece la velocidad final, que de todas maneras depende de la relación de caja.
Aclarada esta diferencia es preciso indicar que por regla general (varía según el tipo de motor) la curva de torque en las plantas motrices a gasolina inicia a partir de 1.800 vueltas y llega a su máxima expresión entre 4.500 y 5.000 rpm, como máximo. A partir de ese régimen de revoluciones y pese al engañoso rugido del motor, la curva de torque empieza a descender.
Según esta premisa, lo recomendado para ahorrar gasolina en ciudad, sin hacer ‘sufrir’ el motor, es llevar la aguja del tacómetro entre las 1.800 y las 3.000 r.p.m., en donde se consigue una marcha ‘alegre’ acompañada de un mínimo consumo de combustible.
De otra parte, están los motores diésel que se distinguen por el alto
torque otorgado por su alta compresión, que se aprecia con solo tocar el acelerador. Así, la gran mayoría de los motores alimentados por acpm entregan su máxima fuerza en las ruedas (torque) entre 1.000 y 3.000 rpm.
Volviendo a los motores a gasolina es necesario indicar que estos incorporan sensores de altas revoluciones por minuto, destinados a cortar la entrega de energía al sistema de encendido cuando el conductor excede las revoluciones máximas permitidas, pero no disponen de ningún ‘fusible’ para prevenir las bajas rpm (por debajo de las 1800), que afectan la vida útil de la máquina tanto o más que las altas.
Vale anotar que además de causar un daño progresivo, quienes marchan a bajas revoluciones pretendiendo ahorrar gasolina no hacen otra cosa que aumentar el consumo. Para entender esta afirmación basta con observar que cuando se lleva el motor a bajas vueltas el conductor debe utilizar todo el recorrido del acelerador para conseguir que el auto se mueva perezosamente.
Teniendo en cuenta que el pedal del acelerador es la llave dosificadora del combustible, encontramos que esta mala práctica es nociva para la ‘salud’ del motor y bolsillo del propietario.
Por estas razones, lo indicado para conducir en ciudad y carreteras llanas es llevar el motor en la mencionada zona de torque, haciendo uso de la caja de cambios para no exceder la mitad del recorrido del acelerador en donde el gasto de gasolina se empieza a multiplicar de forma exponencial.
De otra parte, está la conducción en carreteras empinadas, en las cuales nos debemos olvidar del ahorro de combustible y pensar más bien en cuidar el motor y contar en todo momento con una buena respuesta motriz.
En concordancia con lo anterior, para escalar una montaña como La Línea, Minas, etc., lo recomendado es mantener siempre el tacómetro por encima de las 2.500 rpm y llevarlo a su límite de zona blanca, si se trata de adelantar una tractomula, por ejemplo.
Solo así se puede compensar la multiplicación del peso vehicular generada por la inclinación del terreno y disponer de buena potencia para realizar adelantamientos o maniobras evasivas.
Igualmente, se obtiene otro beneficio: la adecuada refrigeración y lubricación del motor, que es definitiva en condiciones de ascenso en donde la máquina hace su máximo esfuerzo.
Para entender lo anterior es preciso indicar que las bombas de aceite y agua son movidas por el cigüeñal y por eso, entre más revoluciones tenga la planta motriz, mayor será la presión y flujo de esta vital pareja de líquidos.
Todo lo anterior confirma que la técnica de conducción ideal para aprovechar al máximo el motor consumiendo la menor cantidad posible de gasolina es mantenerlo en la curva de torque, que nunca está por debajo de las 1.800 rpm. Ensaye y verá.
Datos de interés
Hablando en términos técnicos, el torque es el efecto giratorio que produce una fuerza aplicada a un cuerpo provisto de un eje.
Con el fin de evitar costosos reclamos por garantía, los fabricantes dejan en el tacómetro un colchón de 1.000 rpm, como mínimo. Por esta razón, el corte de corriente se inicia mucho antes de la zona en donde las sobrerevoluciones puedan ocasionarle daños internos a la máquina.
En carretera lo ideal es usar el sistema de A/C llevando las ventanas del coche cerradas. Así, se evita que el aire ingrese por las ventanillas y quede retenido en el parabrisas, que en este caso se convierte en un verdadero paracaídas, que frena el auto y multiplica el consumo de combustible en cerca del 15%.
Para entender por qué un motor hace menos esfuerzo a 1.800 rpm que a 1.200 vueltas, basta con recordar los carruseles infantiles de los parques, que debemos mover mediante la fuerza física.