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La Estación Universidades es una de las más suele presentar aglomeraciones en horas pico, sobretodo en el vagón en el que se aborda la E21. Esta ruta es una de las más solicitadas del sistema al ser la única expresa activa que conecta el extremo sur de la ciudad con el extremo norte. | Foto: Foto: Bernardo Peña | El País

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Así es la experiencia de viajar en MÍO en tiempos de covid-19

Según estudio de la Secretaría de Salud, la incidencia de covid en el MÍO es del 11 %. Metrocali busca recuperar la demanda.

8 de noviembre de 2020 Por: Redacción El País

Son las 5:34 p.m. del miércoles 4 de noviembre en la estación Universidades. Al menos 60 pasajeros esperan la ruta E21 con destino norte. Todos están tan estrechos que es difícil distinguir un espacio vacío el uno del otro. Las cintas amarillas que están pegadas en el suelo y piden mantener una distancia de por lo menos un metro, son ignoradas. Por mi parte, intento ubicarme en el extremo de la gente.

La E21 llega cinco minutos después. De inmediato, los pasajeros se aprietan entre sí, como si se disputaran una silla vacía. El bus no tarda más de 15 segundos en llenar su plena capacidad, por lo que en la bahía aún quedan otros 30 pasajeros que esperan la siguiente E21, una ruta muy constante, pero altamente demandada al ser la única expreso que conecta el extremo sur (estación Universidades) con el extremo norte (Terminal Menga).

Ignoro cómo lo hice, pero logro ingresar. Intento permanecer en el pasillo de la parte trasera, lo más lejos posible de la articulación (la que tiene forma de oruga), en donde calculo que hay 12 pasajeros aglomerados en ese espacio de no más de tres metros cuadrados. Para cuando llegue la estación Capri, la E21 estará casi a reventar y solo empezará a sentirse más holgada a la altura de la estación Tequendama.

Si bien hoy la ocupación máxima permitida en el MÍO es del 50 %, no es sorprendente encontrar algunos buses casi llenos en horas pico, momentos del día en los que la ciudad se dispersa en su totalidad para ir a trabajar, cumplir diligencias, regresar a su casa o... divagar sobre esa misma dispersión para después narrarla desde los ojos de un usuario.

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El 11 % de las personas que se movilizan en el MÍO dieron positivo para covid. Y todas fueron asintomáticas. Este fue el principal resultado de un estudio llevado a cabo por la Secretaría de Salud de Cali, dado a conocer en septiembre tras recolectar y analizar 300 pruebas en las estaciones del sistema de transporte.

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La jefe del despacho, Miyerlandi Torres, afirmó en su momento: “Estos ciudadanos no tenían ninguna sintomatología y viajaban a diario en el transporte masivo; este porcentaje es importante, pues evidencia que es un lugar de reunión en el que los usuarios deben extremar las medidas de autocuidado”.

En parte por esta situación es que la demanda del MÍO ha caído de tal forma que al día solo llega a transportar un promedio de 201.000 usuarios, es decir, 246.000 menos de los que reportó en el mes de octubre del año pasado.

Y son precisamente estos pasajeros faltantes los que han llevado a incrementar la demanda en otros medios de transporte; una reciente encuesta de Mobimetrics reveló que el 15 % de los caleños prefieren utilizar vehículos solicitados por aplicaciones o que el 17 % se dirige a su destino a pie. Lyda Elena Osorio, epidemióloga de la Universidad del Valle, hace parte de ese último grupo. Cuenta que la última vez que tuvo que hacer una diligencia fue para asistir a una cita con el odontólogo. Se tardó 25 minutos en llegar a pie desde su casa. Osorio asegura que no fue un sacrificio, sino una forma de evitar que su presencia en el MÍO “le genere más aglomeración a los demás pasajeros”.

“Todavía encontramos cierta controversia en el mundo científico sobre ese tema, dado que hay evidencia que asegura que en el transporte público una persona sana se puede infectar de covid, pero hay otras investigaciones que lo contradicen. Lo que uno sí podría pensar es que si bien el riesgo puede ser bajo, al haber muchas personas que usan el sistema, el cual se mueve por toda la ciudad, esto contribuye a expandir la transmisión”, explica la epidemióloga.

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Las conversaciones que los usuarios tienen sobre el MÍO casi siempre están llenas de disgusto, a veces con algunas groserías de por medio. Estas divagaciones cruzan por mi cabeza mientras espero la T40 en la Terminal Andrés Sanín a las 6:40 de la mañana del jueves. Es una ruta perfecta que conecta el oriente con el centro, aunque no tan solicitada por la población del sector como las pretroncales, que permiten más conexiones con el resto de la ciudad.

Pese a que era hora pico, había poca concentración de pasajeros, al tener Andrés Sanín un área lo suficientemente amplia para que las personas estén distanciadas, al igual que la Terminal Menga... pero muy al contrario de las estaciones del centro, como Ermita, que visité a las 4:00 p.m. del día anterior, cuando los vagones ya experimentaban aglomeraciones y los pasajeros se precipitaban con ansiedad dentro del bus.

De acuerdo con el presidente de Metrocali, Óscar Ortiz, “con los 620 buses que operan actualmente, más los 50 que tenemos de reserva, garantizamos la movilización de hasta 250.000 pasajeros diarios Y si bien hoy tenemos 73 rutas activas (de 96 que se tenían al inicio del año), estas van regresando a medida que la economía crezca y haya más movilización. Además, hemos entregado 10.000 tapabocas en medio de nuestras campañas educativas”.

En cambio, los cuatro operadores todavía insisten en que Metrocali haga circular los otros 200 buses que desde agosto se encuentran en los patios, con el fin de recuperar un 65 % de la demanda. Sin embargo, esto es una discusión que no es fácil de resolver, dado que el ente gestor afirma que esto implicaría unos costos excesivos para el Municipio, que ya asume cerca de $25.000 millones mensuales para operar el MÍO.

Son las 6:54 a.m. La pantalla dice que la T40 llegará en dos minutos. A mi lado, en la fila, hay un señor al que le pregunto si la ruta me lleva a la estación San Pascual. Luego que corroborar mi pregunta, empezamos a conversar y aprovecho para preguntarle su impresión sobre el MÍO durante las últimas semanas.

“No estoy molesto. Salvo por que las frecuencias de espera son más largas por la suspensión de algunas rutas, los buses están limpios y la gente usa el tapabocas a toda hora... Mire que aunque estemos en pandemia, debemos transportarnos de alguna forma, ¿no le parece? Ni que fueran a cerrar el metro de Nueva York”, afirma el hombre. La T40 acaba de llegar. El señor se sienta en una silla alejada de la mía. Parece que con lo que dijo tuvo suficiente.

El bus está casi vacío. Falta poco para que sean las 7:00 a.m. El sistema de relojería que es la ciudad de Cali acelera su compás de funcionamiento.

Crisis financiera

Hasta la fecha el déficit por ingresos de tarifa en el MÍO es de $481 mil millones en lo corrido del año. Es por eso que solo el 30 % de la operación es cubierto por este componente actualmente, mientras el resto lo hace el Municipio a través de Fondo de Estabilización y Subsidio a la Demanda, Fesde.

Esto se debe a la baja demanda que ha incrementado los costos de la tarifa técnica, que hoy se ubica en $6500, de los cuales $4500 debe cubrir el Municipio. Es por eso que Metrocali buscará reemplazar el modelo de kilómetro recorrido al implicarle, según ellos, un costo muy alto.

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