ALCALDÍA DE CALI
Debate: ¿por qué el Bulevar del Río aún no enamora a todos los caleños?
Este mes se cumplen 4 años de la inauguración del bulevar de la Avenida Colombia, en el centro de Cali. Panorama de la megaobra de la capital del Valle.

En las mañanas, muy temprano, a eso de las 6:00, en el bulevar de la Avenida Colombia hay principalmente gente que trota y por lo tanto prefiere no conceder entrevistas para no perder el ritmo.
Vienen desde el Oeste sobre todo, haciendo el circuito del río Cali, pasando por los Gatos de Tejada, el Obelisco y enseguida llegar a la iglesia La Ermita. Otros tantos son residentes de las dos únicas calles catalogadas así - residenciales – en el bulevar. La sexta y la séptima. Algunos van acompañados por sus perros. Casi todos utilizan audífonos.
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A eso de las 9:00 a.m. el bulevar, en cambio, se puebla de gente que camina presurosa. Llevan papeles a la vista. Recibos de los servicios públicos, o del impuesto predial, fólderes. Van y vienen entre el CAM, el bulevar, los bancos, la Gobernación. Por supuesto: hacen trámites.
La ONG Ciudad Verde – liderada por el politólogo John Freddy Bustos - hizo a propósito un trabajo estadístico: en dos horas pasan por el bulevar, el puente Ortiz y el Paseo Bolívar 1400 personas en promedio.
Todos - aunque lo hagan rápido algunos - caminan con la tranquilidad de quien está un domingo en el parque. No necesitan mirar hacia los lados para asegurarse de que no venga un carro. Ese justamente fue uno de los argumentos de las organizaciones civiles para proponer que el MÍO dejara de pasar por el bulevar.
Al mediodía quienes caminan por él ya lo hacen despacio. Como quien está en plan de ‘brujear’ vitrinas en un centro comercial. La mayoría son funcionarios de la Alcaldía, o empleados de los bancos de los alrededores. Lo dicen los carnets que cuelgan del bolsillo de sus camisas o sus pantalones. Llevan loncheras, y almuerzan en las bancas o sentados a la orilla del río a manera de picnic. Otros acuden a los restaurantes que hay disponibles.
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Está la pizzería el Pizarrón, o Benedicto, restaurante Bistrót, o Pomaire, cocina chilena gourmet. También está Markino, algo así como un restaurante bar, y un Subway. Más adelante se ubica el restaurante Bocados. Son pocos, en realidad.
Rodrigo Sicard, el propietario de una licorera de nombre hermoso- Pecados del Río - dice que el bulevar es sin duda lo más lindo que tiene Cali, “pero lo triste es que aún muchos no lo conocen”. Entre otras cosas, porque más allá de caminar, conversar y disfrutar la brisa con una cerveza en la mano, no hay mucho más por hacer.
- Es un muy buen negocio estar aquí, lo puedo certificar, pero Cali no lo ha percibido de esa manera. A los pocos que estamos nos friegan por todo: por la música, o por sacar sillas para que la gente se siente. Hay pocos locales porque hace falta visión. Yo he viajado mucho y este es el único bulevar del mundo en el que no dejan poner mesas, por ejemplo. Yo lo permitiría, eso sí, de manera ordenada. Que cada restaurante pueda poner seis mesas a la orilla del río, con su respectiva carpa, y atender bien a la gente. Hacer del bulevar una zona gastronómica y cultural sería una berraquera.
Fernando Marín, el gerente de la Corporación para la Recreación Popular - la entidad encargada de administrar el bulevar- piensa algo parecido. Marín dice sentirse orgulloso del bulevar. Es el ícono urbano más importante de Cali y eso lo demuestra el hecho de que todos los grandes eventos de la ciudad se hacen aquí:
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La celebración del Día de la Danza, del Día de la Niñez, la Conciliatón del Consumidor, la Fiesta de la Música, Poesía al Parque, el Foro Cali 24 horas, el Festival de Macetas, el Encuentro de Cirujanos, el Día Nacional de los Derechos Humanos, la Bienal Internacional de Muralismo, la Socialización de los Acuerdos de Paz, la Feria del Libro, el Carnaval del Agua, el alumbrado de diciembre…
Él lo sabe porque, entre otras cosas, es a la Corporación de Recreación Popular a la que se le deben solicitar los permisos para cualquier evento en el bulevar. En 2016 se otorgaron 49.
Pero Marín, sin embargo, cree que aún se podría dinamizar más el bulevar ubicando containers a la orilla del río que garanticen una variada oferta gastronómica y cultural. Muy al estilo de las famosas empanadas del Obelisco. Aquello también lo propone la arquitecta Elly Burckhardt, la misma que diseñó el bulevar.
Este diario además hizo un sondeo en sus redes sociales para preguntarles a sus lectores qué mejorarían del bulevar, a propósito del aniversario número cuatro de su inauguración que se cumple este mes.
La mayoría coincide en que debería haber más oferta cultural y gastronómica, “porque lo han cogido de tomadero de trago y parche de puro gomelo”, escribió Édgar Iván Naranjo. Además, proponen restaurar los viejos edificios que rodean al bulevar, instalar baños públicos, recuperar los alrededores y claro, recuperar al río.
Aunque hacerlo no depende exclusivamente del municipio. En el despacho de Planeación Municipal explican que el bulevar hace parte del Centro Histórico y por lo tanto es regido por el Plan Especial de Manejo y Protección, Pemp, del Ministerio de Cultura. “Por eso hay ciertas cosas que aunque Planeación quisiera, no las puede modificar. El Pemp está por encima incluso del Plan de Ordenamiento Territorial. Lo nacional está por encima de lo local”.
Es decir que, de momento, no es posible aprovechar el bulevar más allá de lo que se tiene actualmente. “Por ahora no se pueden ubicar containers a la orilla del río porque según la norma, el espacio público debe estar destinado exclusivamente al uso peatonal y de las bicicletas”. Por eso, además, no se permiten poner mesas.
En todo caso, dijo la directora de Planeación, por directriz del alcalde Maurice Armitage se están evaluando proyectos que reunirían a varias manzanas aledañas al bulevar “para repotencializar la zona sin transgredir las normas”. Tras la iniciativa está la Empresa Municipal de Renovación Urbana, EMRU, la Secretaría de Cultura y Turismo y la Subdirección de Recurso Físico y Bienes Inmuebles.
Mientras todo eso sucede, y Cali da el debate de lo que debe ser a futuro el joven bulevar, al mediodía Yina Díaz se prepara para atender a sus clientes. Yina se encarga de la única tienda de ropa, Zaret Sahar, y es costumbre que después del almuerzo las mujeres que trabajan en el CAM y sus alrededores se pasen por el almacén para matar el tiempo antes de volver a la jornada laboral. Generalmente compran algo, lo que certifica que el bulevar es un buen negocio incluso para quienes se dedican a algo distinto a vender cerveza o aguardiente.
Ya en la tarde el bulevar vuelve a poblarse con gente que camina presurosa con papeles en sus manos. También – y eso sucede durante todo el día – el bulevar está repleto de gente que chatea. Hay wifi gratis. El pasado 3 de mayo, cuando se cayó Whatsapp en todo el mundo, hubo quien le recriminara por ello a los defensores del espacio público, que por supuesto no tenían nada que ver con el asunto.
Los defensores del espacio público trabajan para la Corporación de Recreación Popular. Vestidos completamente de azul, se encargan, durante las 24 horas, de cuidar al bulevar.
Mantienen a punto los jardines, se aseguran de que nadie ande haciendo grafitis u orinando donde no deben, impiden que los vendedores ambulantes se estacionen por ahí, lo mismo que habitantes de calle, disuaden a los ladrones para que, por lo menos en el bulevar, no se asomen. El jueves en la noche un defensor del espacio público impidió que un hombre hiciera sus necesidades muy cerca: la escultura de Efraín y María, junto al Concejo municipal.
Cuando cae la tarde, al bulevar arriban uno que otro cantante aficionado, predicadores de la Biblia que bendicen a las parejas de enamorados – estos prefieren ubicarse en las zonas más solitarias, es decir yendo hacia el Hotel Intercontinental- y oficinistas que toman cerveza antes de partir a casa o mientras disfrutan de la programación que ofrece la Secretaría de Cultura.
Desde las 4:00 p.m. hasta las 8:00 p.m, viernes, sábados y domingos, se realiza una actividad llamada Artistas al Bulevar. Se presentan intérpretes de chirimía, cantadoras del Pacífico, la filarmónica. Este viernes los miembros del colectivo Cali se Dibuja pintaron el cuerpo desnudo de una modelo.
Al caer la tarde también hay residentes de la zona que intentan llegar a sus apartamentos. Este jueves de hecho un agente de tránsito le pidió a Patricia Ramírez, la administradora de uno de los edificios residenciales, el certificado de que vivía en el sector para que pudiera ingresar su carro por las zonas transitables del bulevar, lo que la molestó por supuesto. No es nada agradable tener que presentar un salvoconducto para ingresar a casa.
Patricia dice entonces que el bulevar de alguna manera ha valorizado los apartamentos del sector, pero también ha hecho que algunos no inviertan para recuperar los viejos edificios porque aún hay cosas por definir, solucionar, como los accesos.
-Estamos encerrados. Yo no puedo pedir un taxi por teléfono porque no puede ingresar. Eso no debería suceder. Con el bulevar quienes vivimos acá hemos tenido muchas cosas positivas, pero también negativas. Entre las positivas te puedo decir que el bulevar nos libró de la bulla porque esta era una Avenida supremamente escandalosa. También ayudó a la limpieza del medio ambiente y poco a poco, el bulevar ha cogido cierta fuerza a nivel comercial, con los restaurantes. Pero entre los inconvenientes, además de los expendios de trago que esperamos no se ubiquen en la zona residencial, está el alumbrado de diciembre.
Hemos propuesto que la sexta y la séptima, las dos calles residenciales, estén libres del alumbrado, pero no ha sido posible e ingresar a casa entre tanta gente es muy complicado. Que los eventos se hagan de la octava para abajo, que es donde está la gran vida del bulevar.
A eso de las 9:00 de la noche, por lo menos cuando no es viernes, el nuevo corazón de Cali comienza a despejarse. El viernes aquello sucede más tarde, tipo 1:00 a.m., y el sábado en vez de oficinistas lo que se ven son familias paseando. El domingo el bulevar es tan solitario que la mayoría de los locales cierran y por ello Rodrigo Sicardi, el propietario de la licorera Pecados del Río, insiste:
- Al bulevar no le han sacado el jugo como debe ser.
En 2014 el bulevar de la Avenida Colombia recibió un reconocimiento de la Sociedad Colombiana de Arquitectos como el mejor diseño urbano del país.
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